Concha Gisbert

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Los atendidos por Cáritas «tienen más necesidades de las que cuentan»

La parroquia de San Fernando, en la Huerta de la Reina, atiende a 65 personas

Más allá de las cifras, siempre explícitas, con las que Cáritas Diocesana rinde cuentas cada año en las vísperas del Corpus Christi de su labor social, está siempre el factor humano, que es el que hace posible que esta organización de la Iglesia Católica dé respuesta rápida a las necesidades de la sociedad. En la Diócesis hay 167 Cáritas repartidas en otras tantas parroquias y al frente de la de San Fernando, en la Huerta de la Reina, está Concha Gisbert, quien detalla que su acción llega a 65 personas atendidas en 25 familias.
Las puertas de Cáritas Parroquial de San Fernando se abren todos los martes por la tarde, «atendemos a todas las familias y cada vez llegan más». Lo primero que se hace es conocer su situación y pasar una entrevista con la trabajadora social, «que establece las prioridades y la forma de atenderlos». Gisbert reconoce que, una vez analizado cada caso, se advierte que «tienen más necesidades de las que cuentan».
A unas se les paga el alquiler de la vivienda, a otras se les entrega ropa o se les atiende en la necesidad que tengan. De las 25 familias que tienen en la feligresía, 16 de ellas reciben un código QR en el teléfono móvil con el que pueden comprar en el supermercado.
En la parroquia de San Fernando se cuenta con 12 voluntarios, pero «esperamos ser mucho más porque hace falta mucho», reconoce Gisbert, quien, además, añade que «toda ayuda económica es poca» para cubrir la demanda que semana a semana llega a la sede de Cáritas en este barrio cordobés.

Un código QR que salva la intimidad

El director de Cáritas Diocesana, Salvador Ruiz, aclara que la implantación del código QR es «una apuesta por personalizar el estilo de atención». Con este mecanismo «es más digno que la persona vaya al supermercado de forma normalizada en vez de recibir una bolsa de alimentos». Cáritas tiene establecidos convenios con supermercados de barrio para que el importe de estos productos quede en la zona. Además, las personas pueden adquirir productos perecederos o de higiene, que por obvias razones no se incluyen en las bolsas de alimentos.
Ruiz explica que el reparto de alimentación «es un asistencialismo que queremos superar, porque la ayuda de Cáritas no se puede quedar ahí y por eso lo completamos con formación para el empleo». Durante el pasado año, se destinaron 3,1 millones de euros en esta materia a través de la empresa Solemccor como paso previo para la inserción laboral.
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