
Doña Letizia suele renunciar a las medias en sus actos oficiales
Moda
¿Con o sin medias? La cuestión del protocolo «real»
La Reina Letizia, que últimamente aparece sin esta tradicional pieza de lencería, refleja una tendencia actual del siglo XXI
El protocolo Real británico ha incluido siempre una regla no escrita sobre el uso continuo de las medias entre las mujeres de la familia, algo que ha sido habitual en el mundo occidental durante el siglo XX. No obstante, hace algo más de una década las cosas han cambiado y se han suavizado. ¿Es adecuado que Doña Letizia casi nunca lleve medias al vestir con falda? Repasamos la historia.
Las primeras medias, una suerte de calzas de ganchillo, se utilizaban ya en el Egipto del 1.500 a.C. En aquel momento, cuando la ciudad de Cádiz ya existía y Córdoba era un importante centro turdetano, se trataba de una prenda casi exclusiva del faraón egipcio y su entorno más cercano, un elemento –por tanto– del guardarropa masculino más distinguido a orillas del Nilo.
Y para hombres siguieron siendo las calzas o medias hasta casi 3.ooo años después. Formaron parte del atuendo diario en las zonas más frías de Europa en la época de Cristo, conformando los uniformes de los militares. Los efebos romanos se distinguían fácilmente por llevar calzas sin botas hasta las ingles y las mujeres, con tanta falda y tanto refajo, no tenían necesidad de hacer gran uso de ellas. Pero, en un momento determinado del Medievo, cuando las calzas eran la única ropa interior en la parte inferior del cuerpo, se separó la parte superior de la parte que cubría las piernas, dividiéndose en dos el invento para convertirse en «bragues» (sic) –como parte de los «paynos menores»– y calzas separadas o medias.
Las mujeres comenzaron a utilizar medias entorno al siglo VIII. Años más tarde se popularizaron al copiarse el regalo que hizo hecho Guillermo el Conquistador a su esposa, un invento que le llegaba a las ingles y que espantó a los más religiosos. En la Edad Media, se combinaban así las polainas o medias, con los calzones y «bragues».En 1541 se creó en Venecia la Compagna della Calza, una asociación cuyos miembros vestían calzas de colores distintos en cada pierna como distintivo. Aquella sociedad casi secreta la fundaron aficionados al teatro, que acompañaban las calzas bicolor con una chaquetilla y sombrero con plumas o piezas metálicas –recordemos que su símbolo es una especie de arlequín–. Pronto, en toda Italia se atrevieron a lanzarse a esta moda de calcetines largos.
Y de Italia pasó la moda a las calzas castellanas, que no incluían el zapato. En la España del siglo XVI, las llevaban los hombres con calzón y a menudo, cuando el usuario era demasiado enjuto, se rellenaban con trapos y se denominaban «calzas pedorreras», averigua por qué. En pleno Renacimiento, nobles y reyes lucían sus impecables medias, tal y como había comenzado a hacer el Emperador Carlos I de España, nacido en el año 1500.

El rey Carlos I de España con su perro
Isabel I de Inglaterra, la pelirroja/gloriana, se aficionó a su uso a diario desde su coronación en 1558. Por muchas faldas y ropajes que llevase encima, la soberana no dejaba atrás las medias-calzas, que se hicieron habituales en el Siglo de Oro. Existían calzas de ante, polainas y medias calzas, que llegaban algo más arriba de las rodillas y se acabaron denominando solamente «medias». En Italia se ajustaban a la pierna con «liga-calzas», palabra que venía del «liga-gamba» italiano (ligare significa unir o atar y gamba significa pierna). En castellano se tradujeron por «atapiernas» pero se denominaron popularmente ligas.

La Reina Isabel I de Inglaterra, aficionada a las medias
Felipe II, muy aficionado a las medias con liga (en plan masculino) hizo que la moda se impusiese entre los hombres de muchos países. Hacia el final de su vida, vio como irrumpía un sistema automático, una especie de tricotosa que servía para tejerlas más rápidamente y por tanto conseguía hacer más unidades y que estas fuesen más baratas.
Al principios del 1900 se convirtió en aceptable que las señoras mostrasen parte de sus piernas en público y las medias se hicieron necesarias. Realizadas en seda, caras, fáciles de romper, las medias se comenzaron a hacer en nylon, un producto que inventó DuPont en los años 30. La locura por las medias en los años 40 fue brutal y su precio desorbitado. Como aún llevaban costura trasera, las que no podían permitírselas no dudaban pintarse en la pierna una costura vertical negra por detrás. Se trataba sin duda de un símbolo de estatus.
En los años 60 con la lycra llegó el actual panti-leg, mas cómodo, resistente y transparente: la sutileza e invisibilidad era el objetivo. El cine en los años 60 hizo uso de las medias como reclamo sensual, ya fuese en las piernas de Viridiana, en las de Sofía Loren o en las de Anne Bancroft en El Graduado.

Cartel de `El graduado´
Desde los años 30 las familias reales han hecho uso de las medias en todo momento y entre las supuestas normas de la corte de Isabel II se supone que son tan obligatorias como el color natural/porcelana de las uñas. La Reina de Inglaterra, la Princesa Ana, Diana de Gales y Katherine Middleton, han hecho uso siempre de las medias, si bien la esposa del príncipe Guillermo no en toda circunstancia. Cantantes y lideresas como Madonna, Beyoncé o Rihanna, no se las quitan, aunque sea más bien para cubrir imperfecciones o kilos que por otra cosa.

Beyonce en `Single ladies´
Pero este protocolo «Real» que inició Isabel I y ha seguido Isabel II, no lo ha seguido muy a menudo Meghan Markle, para empezar por el día del anuncio oficial de su compromiso, ni ha sido excusa para obligar a Beatriz y Eugenia de York a llevarlas siempre. En otros países, royals como Magdalena de Suecia tampoco han seguido esta norma algo caduca aunque elegante.

Meghan Markle
Y es que del mismo modo que los guantes y los sombreros han ido quedándose para días concretos entre las nuevas generaciones de royals y no royals, lo mismo ocurre con las medias en tonos naturales. Aunque la realidad es que las londinenses hace más de una década que dejan atrás las medias para salir de noche incluso con minifalda (como hacía la Princesa Diana en alguna ocasión al final de su vida) y que en la alfombra roja de Los Ángeles no se encuentran a menudo las medias, también por cuestiones de clima, claro está.

Lady Di en su famoso vestido de la venganza

Lady Di
La Reina Letizia, que al principio de su vida de cara al público llevaba medias color crudo, marrón, rojo o negro, no siempre acertando en las combinaciones, ha decidido dejar el problema atrás hace tiempo, conservándolas solo en ocasiones muy vestidas o –como ocurrió en su viaje a Suecia– en climas extremos. Pero ahora, tal y como demostró esta semana pasada a acudir a la entrega de la Medalla de Honor de la Real Academia de Bellas Artes en un Madrid casi a cero grados, prescinde de las medias cada vez que puede.

Prescinde siempre de las medias

Que no lleve medias es una evolución protocolaria en el siglo XXI
Lo que hace décadas era un símbolo de estatus y elegancia, actualmente es una pieza de lencería con la que cuentan pocas casas de moda, ni en desfiles ni en campañas de publicidad. Como en todo, sobre gustos no hay nada escrito y no tiene por qué ser tan estricto el protocolo del uso de las medias en la España del siglo XXI. Cuenta mucho a la hora de acertar tanto el largo de la falda, como la sobriedad del conjunto, la circunstancia o el acto al que se asiste, el estado de la piel de cada persona o el clima imperante. En el caso de Doña Letizia, era casi imperceptible si llevaba o no medias, por lo que el asunto no deja de ser trivial. Pero si que representa la evidencia de una verdadera evolución protocolaria en la sociedad occidental del siglo XXI.

Los Reyes en 2005