Fundado en 1910

28 de abril de 2024

Niños ucranianos en un tren saliendo de Lviv en dirección a Eslovaquia

Niños ucranianos en un tren saliendo de Lviv en dirección a EslovaquiaAFP

Familias de acogida de niños ucranianos: «El problema es cómo sacarlos del país»

Las asociaciones de acogida están trabajando para que el mayor número posible de jóvenes cruce la frontera. Hay también quien de manera individual acude allí a recoger a sus hijos y sus familiares

Victoria y Zoriana, que hoy tienen 14 y 15 años, son dos hermanas ucranianas. La primera vez que vinieron a España tenían 7 y 8, y lo hicieron acogidas en su hogar por Aurora Pimentel y Gonzalo Pérez a través de la ONG Ven con nosotros.
Esta organización lleva trayendo a niños de Ucrania, en periodos de larga estancia –tres meses en verano y uno en Navidad– desde el accidente de Chernóbil en 1986. Los periodos mensuales favorecen que estos pequeños acogidos vuelvan a su país natal habiendo recuperado peso con una alimentación más completa que la que puedan tener en sus hogares, dado que su origen suele ser muy humilde; con sus chequeos médicos pasados, sus vacunas puestas y sus correspondientes visitas al dentista. La última vez que las hermanas estuvieron en España, este pasado diciembre, después de dos veranos sin venir, «sumaban 23 caries entre las dos», cuenta Pérez.

De camino al aeropuerto

Durante la conversación telefónica, este matrimonio se encuentra de camino al aeropuerto. Pimentel va a coger un avión a Varsovia y allí se encontrará con Zoriana y Victoria que, junto a su madre biológica, cruzarán Europa huyendo de la guerra que se ha cernido sobre su país. Su hermano mayor, que se alistó en el Ejército hace dos años, ha de permanecer allí luchando por Ucrania.
«Sobre el terreno trabajamos con orfanatos, casas de acogida y una persona que se encargaba de las gestiones de transporte, pero ahora ha huido del país», explica Pimentel. La invasión rusa ha provocado también que una congregación de monjas que les prestaban su ayuda haya sido repatriada a España. Pérez añade que están intentando contactar con «amigos, familiares y gente de fiar que todavía permanecen allí y que no piensa salir, y organizar con ellos el transporte privado y seguro de los niños».

Los niños no pueden cruzar solos

La principal dificultad es la logística, porque, aunque muchos de estos menores llegan a la frontera sin documentación, las autoridades están haciendo la vista gorda para dejarles salir. Los niños no pueden cruzar solos a otro país, han de ir acompañados por un familiar o un tutor, y estos tampoco pueden volver atrás después. «Familias en España que quieran acoger hay muchas, el problema es cómo sacar a los niños de Ucrania», cuenta Pérez, que es también miembro de la junta directiva de Ven con nosotros.
A poco más de una semana del inicio del conflicto armado, han recibido una avalancha de solicitudes de nuevas familias que quieren acoger a estos niños, familias a las que hay que entrevistar y han de pasar una serie de protocolos de seguridad para los pequeños. «No todo el mundo puede acoger», afirma Pimentel, sobre lo que su marido ahonda: «No dejamos que los niños vayan a cualquier hogar. Su seguridad y atención es lo más importante». El proceso está colapsado. Lo que podría parecer una mala noticia es, en realidad, todo lo contrario. La solidaridad de muchas familias, que ofrecen todo lo que tienen por los que lo están perdiendo todo, ha llenado los buzones de correo electrónico de la asociación.

La llamada más temida

En una situación similar se encuentra Esther Pascual, madre de acogida de Anona (15 años) desde el año 2014. En su caso, cuando su marido Alfonso y ella descubrieron su inquietud por ayudar a niños, conocieron la ONG Infancia de Nad y decidieron comenzar a recibir en su casa a esta pequeña todos los veranos y todos los inviernos. Ahora, intentan que pueda venir a España y evitar la guerra. Pascual recuerda que cuando le mencionó a la joven la idea de viajar a España junto a su hermano pequeño, esta le dijo que no quería marcharse, que prefería quedarse. En cualquier momento podría recibir la llamada de que su hermano mayor o sus padres habían fallecido, le explicó.
Cuando llegó al oeste de Europa por primera vez, no hablaba español y de vez en cuando mostraba conductas complicadas. «Aquí tienen las necesidades materiales cubiertas. Entran en un ambiente mucho más sano. Allí muchas veces los niños no viven como niños», cuenta la madre de acogida de Anona. Al principio, no quería estar aquí, y según cuenta Pascual, las últimas ocasiones en que ha podido venir, ya no quería marcharse.

Los horrores de la guerra

«Anona es una niña privilegiada. Primero, porque tiene familia, y porque vive a unos 100 kilómetros de Kiev. Muchos otros están aislados y cuando hablan con sus familias de acogida les cuentan que están en refugios, que se les acaba la comida, que escuchan las bombas...», narra esta madre.
Las asociaciones a través de las que acogen familias como Aurora y Gonzalo o Alfonso y Esther están intentando gestionar la evacuación de todos sus niños, a los que quieren como hijos, sus hermanos y todos los que puedan de Ucrania. Una plataforma en la que se han agrupado todas está intentando trabajar con las autoridades españolas para enviar convoyes y sacar al máximo número de menores posibles del país, pero necesitan corredores humanitarios, que han solicitado al Gobierno, a Exteriores e incluso a la Unión Europea, para que todos estos jóvenes viajen seguros y puedan salvarse de los horrores de la guerra.
Comentarios
tracking