Bebe sonríe plácidamente en la cama con su peluche
Eliminarlas es irreal e insano: ¿Qué hacer para combatir las rabietas de los bebés?
Este tipo de berrinches forman parte del desarrollo de los más pequeños, evitarlas no solo es imposible, sino también contraproducente, según la especialista en neuropsicología infantojuvenil Elvira Perejón
Hoy en día muchos padres buscan recetas mágicas para esquivar las temidas rabietas, pero estas emociones intensas son meros trances por los que deben pasar los bebés desde los 14 meses aproximadamente; no indican fallos en la crianza, ni tampoco señales de mal comportamiento, sino una parte natural del crecimiento del menor que, no posee aún, las herramientas para poder expresarse debidamente.
La neuroeducadora y cofundadora de la plataforma 'Educación Incondicional' Elvira Perejón, lo resume con contundencia: «Quien prometa que tu hijo nunca tendrá un berrinche, te está mintiendo. Pretender eliminarlos es ignorar cómo funciona el desarrollo infantil».
A lo que añade que, «en lugar de erradicarlas, lo que es surrealista e imposible, el reto está en comprenderlas y aprender a acompañarlas».
En este sentido, la página web 'Kids Health' –creada por Nemours Children's Health, un sistema de salud infantil americano sin fines de lucro que ofrece información sobre salud, comportamiento y desarrollo infantil– comparte una serie de consejos para hacer frente de la mejor manera a este tipo de manifestaciones:
Ofrecer una gran atención a los peques, reforzando mediante elogios las cosas que ha hecho bien.Darles cierto control sobre cosas pequeñas, dándole a elegir entre objetos sin importancia (cepillo o peine, por ejemplo). Esto fomenta su autonomía. Mantener objetos prohibidos fuera de su alcance, ya que si no los ve, probablemente no los pedirá.Recurrir a distracciones como herramienta para redirigir la atención del niño.Ayudarles a aprender nuevas habilidades y sentirse capaz, comenzando por cosas básicas y sencillas.Valorar sus peticiones antes de negárselas, a veces decir «sí» como premio a un desempeño correcto vale la pena. Conocer y respetar los límites de los hijos, evitando según qué aspectos y demandas exigentes, si está cansado.
Cabe destacar que, estos quejidos van desde llantos, gritos, chillidos, patadas y golpes hasta –de vez en cuando– aguantarse la respiración. Además, son igual de frecuentes en los niños que en las niñas (algunos pueden tener rabietas a menudo, mientras que otros solo las tienen muy de vez en cuando) y suelen darse en edades entre 1 y 3 años, llegando a su fin a los 4.
¿Qué hacer durante una rabieta?
Lo primero –expone este portal–, se debe mantener la calma; la propia frustración o enfado, por parte del adulto, lo que hace es empeorar la situación. Por lo tanto, el progenitor también necesita calmarse antes de atender a su menor.
Si el pequeño está cansado o tiene hambre, lo mejor es que se eche una siesta o que coma algo. A veces hay que ignorar la rabieta (cuando quieren llamar la atención, o si ocurre porque el bebé no puede conseguir algo que desea). Y, en otras ocasiones, lo más conveniente es pasar a otra tarea; distraerlo con una actividad nueva.
¿Y después?
Una vez acabada, felicitar al pequeño dándole un abrazo cuando recupere el control es importante. Por ejemplo, decirle: «Me gusta cómo has logrado calmarte».
Los niños pueden sentirse especialmente vulnerables después de tener una rabieta, porque saben que se han portado mal.
Si el hijo tiene madurez suficiente como para conversar sobre el problema, ayudarle a pensar de qué otras maneras podría haber expresado su frustración, siempre desde el cariño es una buena alternativa, tal y como sugiere 'Kids Health'.