Dos hermanos enfrentándose en el dormitorio de sus padres
Cómo evitar que tus hijos peleen entre sí durante su infancia y adolescencia
Las riñas entre hermanos son una práctica habitual dada en todas las familias y un motivo de estrés para los padres que muchas veces no saben cómo actuar
Las peleas entre hermanos pequeños son comunes y a menudo forman parte de su desarrollo social y emocional. Aún así, estas disputas no dejan de ser preocupantes y responden a diversas causas, como la competencia por la atención de sus padres, celos o la defensa de lo que consideran su propiedad. ¿Quieres saber cómo solucionar estos conflictos? En este artículo contamos cómo mediar con equilibrio, según la psicóloga y consultora internacional en lactancia materna Claudia López Rodríguez.
Como contexto, las relaciones entre hermanos se convierten en la primera escuela de vida. Mediante este vínculo, los niños comienzan a modelar cómo interactuarán con los demás.
Aunque las peleas pueden ser incómodas, son oportunidades de aprendizaje sobre negociación, empatía y resolución de conflictos que sientan las bases de cómo lidiarán con las diferencias en la sociedadconsultora internacional en lactancia materna por la IBCLC
¿Intervenir o no?
Es la pregunta que se hace la inmensa totalidad de los adultos. En boca de la especialista: «Creo que madres y padres deben observar, estar presentes y, cuando sea necesario, intervenir para guiar a los niños y niñas en la resolución de conflictos». Además, añade que «intervenir no significa resolver el problema por ellos, sino ofrecer herramientas como la empatía y palabras para que puedan llegar a un acuerdo».
Estos acuerdos han de ser específicos y concretos para que sean entendidos por los pequeños. «Utilizar conceptos abstractos como un rato pueden ser difíciles de comprender. Es mejor decir: Tu hermano o hermana va a usar el juguete hasta que termine de comer».
5 cosas que no se deben hacer
Tal y como expone la página web de 'Biama Psicólogos' estas son cinco actuaciones a evitar por parte de los progenitores:
Etiquetar al niño que pega: Juzgar a los niños en cualquier sentido es generalizar sus conductas puntuales e incluso normales, de acuerdo a su edad. Decirle a un niño que es «malo» solo por pegar es un error, ya que una conducta puntual no define quién es. Si siempre lo tratamos como alguien problemático, acabará creyéndoselo y actuando en consonancia.Decicir por ellos: Cuando un adulto interviene para repartir turnos o decir quién tiene razón, está impidiendo que los niños aprendan a arreglar sus diferencias por sí solos, lo que crea resentimientos y dependencia del adulto. Es mejor guiarlos en este sentido.
Obligar a pedir perdón: Decir «perdón» sin entender por qué no sirve de nada. Lo importante es que el niño comprenda cómo sus actos afectan a otros. Solo así sentirá verdadero arrepentimiento. Obligar a pedir perdón puede hacer que el niño crea que basta una palabra para arreglar todo, sin reflexión.Castigar las discusiones: Quitarles cosas o imponer castigos no les enseña a resolver conflictos, solo genera miedo. Puede funcionar al momento, pero a largo plazo no promueve el aprendizaje. En lugar de castigar, debemos ayudarles a pensar y a manejar los conflictos de forma tranquila.Intervenir antes de tiempo: Bastantes adultos se adelantan a los problemas sin dar espacio a los niños para que aprendan a manejar la situación. Es mejor observar y permitirles interactuar, incluso equivocarse, para que desarrollen habilidades sociales y autonomía.