El fenómeno de los «perrhijos» se ha convertido en el símbolo de una época
El «baby boom» de los «perrhijos»: la venta de productos para mascotas crece un 500 % y la de bebés retrocede
Mientras la demanda de chupetes, cunas o biberones está en retroceso, la de comederos o transportines se ha multiplicado en los últimos cinco años.
En España, nacen menos niños que nunca y se adoptan más perros que en ningún otro momento de la historia. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2024 nacieron apenas 322.075 bebés, la cifra más baja desde que existen registros.
Es un descenso del 24 % en la última década, o lo que es lo mismo, un cuarto de la población que se ha quedado por el camino. Una tendencia que refleja el invierno demográfico que ya alarma a economistas y sociólogos.
Las causas son múltiples. Pero, a la postre, el vacío en el corazón no es tan fácil de obviar, y por eso los psicólogos advierten de una «desviación afectiva» que humaniza a a los animales y hace depositar en las mascotas las esperanzas y cariños que antes se depositaban en los hijos o en los nietos.
Más perros que niños
Sólo en el caso de los perros –mucho más fáciles de censar como animales de compañía que los gatos, que en muchas ocasiones van y vienen de las casas–, la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (Anfaac) estima que en España viven más de 9,3 millones de canes registrados, frente a los 8,7 millones de hace tan sólo cinco años.
Únicamente en la Comunidad de Madrid, el número de mascotas censadas supera ya las 530.000, lo que significa que hay una por cada siete habitantes. El número de niños menores de 3 años, por el contrario, es de 208.780.
Menos de la mitad.
La paradoja se hace visible en los hábitos cotidianos: carritos de paseo, no para bebés sino para cachorros, abrigos para perros, zonas de pipi-can en lugar de columpios o cumpleaños con pastel canino. El nuevo «baby boom» no está en las maternidades, sino en las tiendas de mascotas.
Un auge sin precedentes en el consumo
El fenómeno de los llamados «perrhijos» tiene su reflejo en los datos de consumo. Según el comparador idealo.es, la demanda de productos para mascotas se ha disparado en los últimos cinco años.
Los datos son llamativos: las camas para perros se han incrementado en un 130 %; los transportines caninos, en un 89 %; la venta de juguetes para perros ha subido un 115 %. Y los comederos para perros y gatos se han disparado hasta llegar a un 500 % más que hace sólo cinco años. Incluso los cortapelos para mascotas han subido un 89 % en ventas.
En cambio, el mercado de productos para bebés y recién nacidos –cochecitos, tronas, biberones, chupetes, cunas...– muestra un estancamiento o incluso una ligera caída respecto al mismo período.
El fenómeno de una época
Factores como la soledad, la incertidumbre económica, el miedo al compromiso, la precariedad laboral y salarial, la crisis de la vivienda, el apogeo del divorcio y del aborto, y el retraso de la maternidad han llevado a muchos adultos jóvenes a encontrar en las mascotas una forma de compañía y afecto estable. De hecho, el término «perrhijo», antes anecdótico, se ha convertido en un símbolo de esta época.
En las redes sociales –ese catalizador de tendencias, siempre a medio camino entre el escaparate de la realidad y la ingeniería social para modelarla– abundan los perfiles de «dog moms» y «dog dads». Usuarios que muestran rutinas prácticamente parentales con sus animales domésticos: rutinas de baño, tiempo de paseo, alimentación premium, veterinario personalizado, seguros médicos y hasta consejos para pasar «tiempo de calidad» con la mascota.
Y, entre tanto, España tiene una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa: apenas 1,16 hijos por mujer, muy lejos del 2,1 necesario para el reemplazo generacional.
El «baby boom» existe, sí. Pero ya no suena a llanto de recién nacido, sino al tintineo de collares y correas.