Sonia Vázquez, autora de «Madres: las armas de siete mujeres para el combate diario»
Sonia Vázquez, autora de 'Madres': «La idea de que ser madre te corta la vida es totalmente falsa»
Sonia Vázquez (Valencia, 1977), madre de cinco hijos e influencer desde su cuenta @7_encasa, acaba de publicar Madres: siete testimonios reales que devuelven prestigio a la maternidad, desmontan miedos y reivindican la entrega a la familia.
«Saber que existen mujeres reales con tus mismos miedos te quita la soledad». Con esa convicción, Sonia Vázquez (Valencia, 1977), madre de cinco hijos, influencer con casi 20.000 seguidores en su cuenta de @7_encasa y autora de Madres (ed. Custodian Books), reivindica una maternidad tan anclada en el realismo como cargada de fe y firmeza. De hecho, el subtítulo difícilmente puede ser más expresivo: «Las armas de siete mujeres para el combate diario».
Lejos de los tópicos del «empoderamiento feminista» que posterga a los hijos y minusvalora a la familia, los testimonios recogidos en Madres muestran la urgencia de volver a poner la maternidad como un eje esencial de la sociedad. Eso sí, una maternidad vivida sin complejos, desde la complementariedad con el padre, y como fuente valores hoy tan contraculturales como la entrega, el perdón, la gratuidad y la apertura a la vida.
– En Madres aparecen testimonios de mujeres en circunstancias muy variadas. ¿Por qué quiso plasmar estas experiencias maternas en un libro?
– Porque hay muchas cosas de la maternidad que ya no se cuentan. A mí me habría gustado saber que otras madres habían pasado por situaciones como las mías. Y escuchar o leer un testimonio real ayuda mucho, porque hace que no te sientas sola.
– ¿Por ejemplo? ¿Qué no se suele contar de la maternidad?
– Que todas las madres hemos tenido miedos y nos hemos sentido solas. Que cuando ocurre algo imprevisto en el embarazo eres vulnerable y muy susceptible a lo que digan los médicos, incluso si contradice lo que siempre pensaste.
Pero también que esos miedos se pueden vivir de formas distintas: desde lo drástico –«todo es horrible: este embarazo, este parto, este diagnóstico»– hasta el otro extremo –«todo es maravilloso, todo es un regalo y yo voy a ser feliz siempre pase lo que pase»–. También la trampa de creer que las cosas les pasan a otros, pero no a ti. Y luego vas a una ecografía y te dicen que tu bebé no viene bien o que tiene síndrome de Down; o pierdes un hijo y el matrimonio se rompe porque pensabas que estabas a salvo.
Saber que existen mujeres reales, como las del libro, que han pasado por estas experiencias y las han superado, te ayuda a luchar por ti, por tu hijo y por tu matrimonio, y a tener las ideas claras.
– Hoy la maternidad está poco valorada; los datos de natalidad lo confirman. En el libro, usted misma dice que parece que «ya no se lleva». ¿Por qué tantas mujeres han dejado de contemplarla, o la retrasan hasta tener, como mucho, un hijo?
– Porque nos han vendido que la maternidad no es buena. Con un discurso de falsa igualdad se sugiere que para «ser alguien» hay que postergar a los hijos: termina la carrera, haz un máster, encuentra trabajo, asciende, «sé más que un hombre». Eso retrasa la maternidad. Pero la vida pasa, y cuando llegas a ese puesto tienes 40 años. No digo que estudiar o trabajar sea malo –al contrario–, pero digo que sí se puede compaginar. En mi caso estudié siendo madre, con embarazos de por medio. No es igual para todas, pero la idea de que ser madre, o ser madre joven, te corta la vida es totalmente falsa; al contrario, la ensancha.
Hoy también pesa mucho la creencia de que «con dos hijos ya es imposible». Pero nosotras queremos dar testimonio de una maternidad real y que con 5, 3 o 12 hijos la vida puede ser maravillosa. Las familias numerosas existimos y no somos «bichos raros». Y queremos mostrar que se puede.
Hoy pesa mucho la creencia de que «con dos hijos ya es imposible». Pero queremos dar testimonio de una maternidad real, y de que con 5, 3 o 12 hijos la vida puede ser maravillosa.
– También habla del aspecto económico...
– Es que nos han hecho creer que un hijo «vale muchísimo dinero». Hay muchísimos reportajes sobre lo caro que es tener hijos. Pero es que un hijo vale lo que tú priorices: si confundes necesidades con caprichos, el coste se dispara. Hay que dar lo necesario y discernir lo importante para ese hijo. Hoy se tiene uno o dos, y se pretende dar todo. Pero no siempre es lo que el niño necesita para ser feliz. Y muchas veces olvidamos lo esencial: la fe, el compartir la vida, la experiencia de tener hermanos y de crecer en familia.
– En el libro habla de los auténticos «poderes» que otorga la maternidad, que no son los de las «superwoman» de las redes. ¿Cuáles son?
– El primero, asumir que no llegamos a todo y que no pasa nada. El día tiene 24 horas. No siempre puedes estar en cada partido o leer un cuento cada noche, porque no podemos llegar a todo. Pero a lo que sí podemos llegar, lo que es realmente importante, es que no nos agobie tanto la vida como para poder llegar con amor a lo que lleguemos.
Otro «superpoder» es el perdón y la gratitud. En familias numerosas pedimos perdón muchas veces: «Hijo, lo siento por no haberte leído hoy el cuento; por no haber repasado la lección». Y damos gracias. Nuestros hijos aprenden muchísimo de ver a sus padres reconocer sus límites y agradecer. Cuando crecen –incluso algunos ya casados– constatan que eso fue lo que más les marcó. Y, por supuesto, la transmisión de la fe.
– Ahora que dice esto, una de las ideas más contraculturales del libro es que propone el ejemplo de la Virgen María frente al «empoderamiento» tolerado por el sistema. ¿Por qué incluirlo y qué enseña a la maternidad el ejemplo de María?
– Verás, ese «empoderamiento» suele anular lo femenino de ser madre, cuando la maternidad es profundamente femenina. Además, para ser madre hace falta un padre: maternidad y paternidad van juntas. El sistema nos repite: «no dependas de un hombre, viaja, supérate; si luego te apetece ser madre, hay clínicas». Así se convierte al hijo en un derecho y se le priva del derecho a tener padre y madre.
Mirar a María recuerda que ser madre es un don: «Dios mismo eligió una madre». La maternidad física, psicológica o espiritual se vive con fe y esperanza: el hijo no es un derecho ni un capricho; es un regalo. Si no llega, existen caminos como la adopción. Hombre y mujer son distintos y complementarios, con la misma dignidad. Y cuando esto se entiende, se vive con paz.
La maternidad física, psicológica o espiritual se vive con fe y esperanza: el hijo no es un derecho ni un capricho; es un regalo.
– Usted tiene cinco hijos, trabaja fuera de casa y padece una enfermedad crónica. ¿Es incompatible formar una familia numerosa con la vida de hoy?
– Para nada. Lo primero es no creerse superwoman y priorizar. Lo importante para un hijo son su padre y su madre, recibir amor, crecer en familia, tener apoyo y contar con hermanos. En mi caso tengo negocio propio: ventaja para ajustar horarios cuando un hijo enferma; desventaja, que a veces me quedo más. Otras madres decidirán no trabajar una temporada y también es válido. Yo he tenido etapas sin trabajar porque mis hijos me necesitaban, y rechacé un gran puesto por estar con ellos. Después estudié y volví a trabajar cuando se pudo. La clave es discernir en cada tiempo. También he pasado años enferma. Ahí ves lo importante que es el apoyo entre hermanos y cómo mayores y pequeños se ayudan. No todo en la vida es evitar el sufrimiento: también hay que enseñar a vivirlo y a sostenerse unos a otros.
– Aunque en el libro escriban diferentes madres, también se habla mucho del papel del padre...
Es que la familia es una empresa común: papá y mamá deciden juntos, con Dios como jefe. A veces dejará uno su trabajo, otras el otro. Lo esencial es el matrimonio: si papá y mamá están bien, los hijos están bien.
– ¿Hay algo que compartan todas las madres del libro, un factor común?
– Todas viven la maternidad desde la fe. Viven la maternidad con la mirada en el Cielo, porque eso sostiene el día a día, en sufrimientos y alegrías, y da sentido a todo lo que se vive con los hijos.