Jorge Gil Tadeo, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar
Jorge Gil, terapeuta familiar: «Si nuestros padres o hermanos critican a nuestra pareja, debemos defenderla»
Las riñas con la familia política, o con la de origen, pueden convertir la Navidad en un campo de minas para el matrimonio. El psicólogo clínico y psicoterapeuta familiar Jorge Gil Tadeo explica cómo gestionar estos conflictos sin romper la relación
A pesar de la mala fama que suelen tener las suegras, las nueras, los yernos o los cuñados, tratar de cuidar y mantener una buena relación con la familia política –y también con la familia de origen– es un elemento esencial para la estabilidad del matrimonio, porque «evita conflictos y un modo de cuidar también a la persona amada».
Así lo señala para El Debate Jorge Gil Tadeo, psicólogo clínico, psicoterapeuta familiar y de pareja, y presidente de la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar.
Sin embargo, cada hogar es un mundo y «no es lo mismo cuando la familia tiene pequeñas discrepancias, que si sufren grandes conflictos», matiza.
Dado que las Navidades, con sus reuniones familiares (muchas veces, a deshora e incluso regadas de excesos) pueden ser un terreno minado que derive en tensiones o peleas, Gil Tadeo da algunas pautas para que no se ensombrezca el sentido festivo de estos días.
– ¿Qué nos aporta a nuestra familia nuclear el que nosotros, y nuestro cónyuge, tengamos una buena relación con la familia política?
– Desde la terapia familiar sistémica sabemos que las relaciones familiares con nuestras familias de origen son importantes y condicionan las relaciones que construimos, bien de pareja, bien de amistad. Por tanto, mantener una buena relación con nuestras familias, tanto la familia de origen como la familia política, es un valor añadido a la propia relación, y la enriquece. Dicho de otra manera, el tener una buena relación con las familias políticas es una forma de evitar conflictos.
Además, si en la familia que hemos construido hay hijos, es mucho más importante cuidar esas relaciones con las familias de origen, ya que entran en juego el desarrollo de roles de abuelos, tíos y primos. Y esas relaciones son importantes y enriquecedoras en el mundo de los niños, porque les aportan un sentimiento de pertenencia y un mundo de afectos mucho más amplio.
– Ahora bien, cuando la relación con la familia política es tensa o, directamente, mala, ¿qué acuerdos debería establecer una pareja antes de ir a una reunión navideña?
– Los terapeutas familiares y de pareja que venimos trabajando desde hace más de 30 años en la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar (FEATF) sabemos que hay conflictos familiares que en estas fechas se ponen de manifiesto. Va a depender de la gravedad del conflicto y de la cronicidad para abordarlo de una manera u otra. Si simplemente hablamos de «un conflicto entre cuñados», podemos hablar con nuestra pareja y llegar a unos acuerdos que permitan una convivencia educada: qué temas evitar, dónde nos vamos a sentar, cuánto tiempo vamos a estar, etc. De forma que nuestro cónyuge nos cuide en ese tiempo, porque cada miembro ha de cuidar a su pareja con su familia de origen.
En una reunión navideña con la familia política, cada miembro de la pareja ha de cuidar al otro con su familia de origen.
Pero puede ocurrir que el nivel de conflictividad sea muy alto y lo sano quizás en este caso sea acordar no asistir, o limitar bien los tiempos. Porque «una retirada a tiempo es una victoria».
– Muchos matrimonios viven el «tirón» entre la familia de origen y la política. ¿Cómo se puede manejar ese conflicto de lealtades sin que uno de los dos se sienta traicionado?
– Todos venimos de una familia y construimos una nueva, y generalmente se generan tensiones entre ambas. Esto tiene que ver con lo que los terapeutas familiares llamamos procesos de emancipación: para crear una nueva familia debo emanciparme de la que vengo. Saber gestionar ese conflicto de lealtades es clave para el buen desarrollo de la nueva familia. El poder hablar previamente en pareja de dichos conflictos, de lo que nos molesta, nos daña e incluso no estamos dispuestos a permitir, ayuda a afrontar esos encuentros con las familias políticas, de manera que nuestra pareja sepa cómo manejarse, y ambos sepan qué pueden esperar el uno del otro en esos momentos. Que nuestra pareja sienta que la protegemos y que le damos un lugar primordial es algo muy importante.
– ¿Y de qué forma puede una persona apoyar a su cónyuge cuando la tensión viene, precisamente, de sus propios padres o hermanos?
– Ante críticas, cuestionamientos o descalificaciones de nuestros propios padres o hermanos que hacen a nuestro cónyuge, es fundamental que lo defendamos y le demos el valor ante ellos que tiene en nuestro corazón. Que sepa nuestra familia de origen que es la persona que hemos elegido, que amamos y que vamos a cuidar.
El silencio, o el ponerse del lado de la familia de origen ante críticas o descalificaciones a nuestra pareja, es algo que genera lo que llamamos «heridas de apego». Y esto hace que nuestra pareja no se sienta suficientemente querida y cuidada por nuestra parte, quedando dañada así la relación.
– En una reunión navideña con la familia política, ¿qué límites saludables se pueden marcar si aparecen faltas de respeto, invasiones de intimidad o críticas a la pareja, sin llegar a un enfrentamiento abierto? ¿O es mejor dejarlo correr y «que nos resbale»?
– En una comida navideña con la familia política donde pueda haber esas críticas a la pareja o invasiones a la intimidad, debe ser el miembro de esa familia quien corte, y quien encauce dichos comentarios si son dañinos e intolerables. Como siempre, esto es una cuestión de grados, y quizás un pequeño comentario inadecuado se pueda dejar pasar con un gesto cómplice hacia nuestra pareja. Pero si dichos comentarios exceden lo tolerable, ahí debemos actuar para proteger a nuestro cónyuge. «Dejar correr» puede ser una respuesta inteligente en ciertos momentos, pero en otros es una actitud evitadora que, muy probablemente, traerá consecuencias más adelante.
Por eso, una vez más, siempre es bueno hablarlo antes.
– En caso de que haya niños, ¿cómo se les puede proteger del clima de tensión con la familia política, sin hablar mal de nadie, ni meterles en los conflictos de los adultos?
– Siempre podemos poner el foco en las cosas buenas que hay en ese espacio. Todos tenemos luces y sombras, y dependerá de dónde miremos para ver una u otra. También va a depender de la edad de nuestros hijos, pero en general el criterio es que no debemos involucrar a los niños en los conflictos de los mayores. El juego, el humor, o temas no conflictivos son herramientas que podemos usar para afrontar esos encuentros complicados cuando hay niños.
La cena de Navidad no es el mejor momento para cambiar patrones familiares que vienen repitiéndose toda la vida. Si queremos eso, debemos buscar otros momentos más adecuados, probablemente pasadas estas fechas.
– Para una pareja que lleva años sufriendo estas dinámicas, ¿es realista pensar que algo puede cambiar en las próximas Navidades? ¿Por dónde se empieza a cambiar un patrón que parece «de toda la vida»?
– No es realista, ni sano, pensar que dinámicas insanas que vienen repitiéndose a lo largo de la vida vayan a cambiar de la noche a la mañana, y menos en una cena de Navidad. Estas fechas cargadas de emotividad muchas veces propician lo contrario cuando hay graves conflictos. Por tanto, debemos afrontar estas fechas con la mayor prudencia y expectativas ajustadas. No es el momento para cambiar patrones que vienen repitiéndose toda la vida. Si queremos eso, debemos buscar otros momentos más adecuados, probablemente pasadas estas fechas. Y ahí es bueno saber que la terapia familiar y de pareja puede ayudar a resolver esos patrones de relaciones insanas que vienen dañando a los miembros de la familia quizás por décadas.
– ¿Hay algo que sea importante no pasar por alto?
El ponerse en el lugar de la otra persona, y tomar conciencia de lo que pueda estar viviendo en este momento: quizás dolor por alguna pérdida familiar nueva o antigua, quizás conflictos laborales, económicos o de vivienda... Eso nos va a ayudar a afrontar lo que está por venir. No significa que con eso permitamos todo, pero sí que podamos entender y ponderar mejor los actos de los demás.