Anabel Pantoja se casa este viernes marcada por la tragedia y las ausencias

No ha debido de ser nada fácil tomar la determinación de mantener su boda con Omar Sánchez tras el triste fallecimiento de su abuela doña Ana a los 90 años. Pero, como la propia Anabel Pantoja ha confesado en su cuenta de Instagram horas antes de su gran día, no hay vuelta atrás: se viste de blanco. Ni las críticas por seguir adelante en estos momentos tan delicados para la familia ni la ausencia de última hora de su primo Kiko Rivera en la ceremonia por motivos más que evidentes, van a frenar que la isla de La Graciosa festeje este viernes una boda que si ya daba de qué hablar, ahora más.

Pocos entenderán su decisión. Enterrar a una abuela y casarse en menos de 48 horas no es lo que esperaba. Iba a ser una boda de ensueño en la playa con un convite en Casa Enriqueta, pero el destino muchas veces se antoja caprichoso. Y con su enlace parece haberse cebado. Como muchas parejas, la colaboradora de televisión ya tuvo que cancelar su «sí, quiero» con motivo del coronavirus. Y cuando fijó fecha para un nuevo intento, los problemas se sucedieron uno tras otro.

Las rencillas familiares provocadas a raíz de que Kiko Rivera hiciera público que su madre le había engañado toda su vida con la herencia de Paquirri, fueron un duro golpe. Todo comenzó cuando, en un cumpleaños de la tonadillera, el Dj encontró supuestamente en una de las habitaciones de Cantora objetos pertenecientes al fallecido torero. Lo preocupante es que se supone que estos habían sido robados hace años, según la versión ofrecida por Pantoja. Desde entonces, hace ya trece meses, madre e hijo no se habían vuelto a ver las caras hasta este miércoles, cuando Rivera decidió dejar de lado los problemas para abrazar a su madre tras la muerte de doña Ana. Ante el enfrentamiento, cada miembro de la familia se vio obligado a elegir bando.

El lugar escogido para la celebración también fue motivo de polémica. Un grupo de ecologistas se opuso a que la boda tuviera lugar en La Graciosa, considerado paraje natural. De hecho llegaron a afirmar que le arruinarían su «sí, quiero», asegurando que se presentarían en la playa. Está por ver si cumplen tal amenaza. Un lugar que tampoco es apropiado para que acceda su padre, Bernardo Pantoja Martín, en silla de ruedas. Al menos ese fue el pretexto que ofreció la televisiva para disculpar su ausencia en la boda. Más tarde se descubrió que estaba negociando una jugosa exclusiva como condición para acudir.

Nimiedades al lado de la tragedia que tiene que afrontar estos días la familia con la muerte de doña Ana, la matriarca. ¿Le estará diciendo el destino que no es el momento de celebrar su boda con Omar Sánchez? ¿Tiene sentido seguir con una celebración en tales circunstancias? La parte positiva, por decirlo de alguna manera, es que el fallecimiento ha propiciado un reencuentro entre Kiko Rivera e Isabel Pantoja, que podría suponer el fin de la guerra entre madre e hijo o, al menos, un acercamiento que hace unos días se antojaba impensable.