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Conchita Spinola (c), esposa del torero fallecido, Miguel Baéz Litri en la capilla ardiente del torero, instalada el pasado 5 de mayo  en el Salón de Plenos del ayuntamiento de Huelva

Conchita Spinola (c), esposa del torero fallecido, Miguel Baéz Litri en la capilla ardiente del torero, instalada el pasado 20 de mayo en el Salón de Plenos del ayuntamiento de HuelvaEFE

Conchita Spinola, la viuda de El Litri, ha muerto de amor

Conchita Spinola, viuda del torero Miguel Baez Litri, ha fallecido hoy, lunes seis de junio, mientras dormía en su domicilio de Madrid

Eran las cinco de la tarde, a esa hora en la que el albero brilla con los toreros de oro y grana, cuando a Conchita Spinola le comienzan a doler los dos brazos. «Eso son los nervios de todo lo que llevas acumulado» se dice así misma. Hace dos semanas que enterraba al amor de su vida, Miguel Baez Litri. Rota de dolor y con la emoción de sentir toda Huelva conmocionada, despidiendo a su hijo predilecto. Conchita había pasado los últimos años cuidando del maestro con tal amor y entrega, que no quería, pudiendo permitírselo, que ningún enfermero se ocupase de él, hasta semanas antes de su muerte, cuando ella ya no podía físicamente con esa tarea.

Días antes de fallecer su marido, había casado por segunda vez a su hijo, Miguel Baez con Casilda Ibarra. Ambos compartieron su última alegría juntos. Horas después, el maestro moría y con él se ha ido poco a poco Conchita.

¿Se puede morir de amor? Sí, se puede. Conchita ha muerto de amor. «Es una sensación extraña, oyes cómo te llama», es lo que su hermana mayor, Mayte, conoce muy bien porque ella también se quedó viuda e intuye que Miguel llamaba a su hermana que era «su gran amor». Las últimas veinticuatro horas en este mundo de Spinola, han sido las de la despedida más bonita y dulce que nadie de su desconsolada familia pudiera imaginar. El domingo pasaba un día de campo en El Plantío de Madrid, en una casa preciosa que había sido de su hermana Mayte. «Incluso repitió arroz con bogavante, ella que nunca quería comer y así estaba de delgadísima. Nunca tenía hambre y ayer hasta repitió, algo inaudito y no paraba de agradecerlo todo. Estaba feliz». Luego, hasta se encaprichó de una horchata en la calle Alcalá y allí que se fueron las dos hermanas, a por la horchata «qué rica está y qué buen día he pasado», se lo recordaba a Mayte cuando se despedían y algo inusual, con esto del covid, «nos dimos dos besos de despedida que es algo que llevábamos mucho sin darnos». La hija, Rocío Baez, se quedaba a pasar la noche con su madre, pero antes de acostarse, llamó al médico para que se acercase el lunes por la mañana a ver a Conchita por ese dolor en los brazos. El galeno llegaba a la hora prevista y pasó a reconocerla. Sólo pudo confirmar su muerte mientras dormía por un infarto al corazón. Un dolor que le había avisado disfrazado de cansancio y nervios, mientras disfrutaba de la despedida a su familia. Esta mañana, Miguel Baez y Casilda Ibarra, le han pedido a Mayte Spinola que ejerza de abuela de los hijos que vendrán y que Conchita cuidará desde el cielo.

María Concepción Spínola, reposa en el tanatorio de San Isidro, donde el martes 7 se oficiará una misa y luego partirán hacia el panteón de la familia en Azuaga, Badajoz.

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