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14 de mayo de 2024

José Ortega Cano

José Ortega Cano concedió una entrevista a Ana Rosa Quintana en su vuelta a la televisión

Gente

Ortega Cano alardea de su virilidad

De la fuerza de los mares de Rocío Jurado a la fuerza del semen de Ortega Cano. En qué momento de la historia se cayó a la marmita del absurdo

A Ortega Cano le llaman maestro y él le dice a Ana Rosa Quintana que le dio permiso a su mujer para cortarse el pelo. Se lo dio el año pasado no en 1800. También es un hombre que tiene 38 cornadas en el cuerpo, le han dado tres veces la extremaunción y ha pasado una temporada en la cárcel por causarle la muerte a un hombre en un accidente de tráfico en el que él iba borracho. Ese trueque mental en el que vive le hace querer conquistar a su mujer con la fuerza de su semen. Rocío Jurado invocaba a la fuerza de los mares y él a la del semen.
Ana María Aldón se ha enterado por la televisión de la viril fortaleza de los espermatozoides de su marido porque en casa hacen vidas silenciosas y separadas. Gracias al subidón que le ha dado a Ortega Cano sentarse en un plató de Telecinco que ha sufrido de incontinencia verbal. Tenía el hombre ganas de hablar y no porque se lo hubiera negado nadie, que él se desplaza rodeado de cámaras. Pero Ortega con las de la calle prefiere no interactuar. Se entiende que al pasar tanto días en silencio, se haya explayado con Ana Rosa de hombre machote a periodista.
Los Ortega-Aldón-Carrasco están tan acostumbrados a vivir en un plató de televisión que se hablan por las cámaras. Ana Rosa, cuál es mi cámara que voy a decirle una cosita a mi mujer: «Mi semen es de fuerza, vamos a por la niña». Risas, alboroto, aplausos y vuelta al ruedo. Vuelve el maestro por la puerta grande a su culebrón del absurdo. A él le ha hecho una gracia infinita poner en valor su semen de fuerza que, como la harina de repostería da consistencia a los bollos. Ahora tienen que entrar a poner banderillas los hijos de todas las partes. El listón lo ha dejado muy alto el maestro, pero Ana María Aldón se reserva la faena final con el estoque de gala entrando a matar.
Se augura un culebrón interminable.
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