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Todo lo que cuenta Harry Spare en el libro bomba enviado a Windsor
Los Sussex superan la ficción y no consiguen ninguna reacción pública de la Familia Real. El mutismo les destroza y el resto del mundo se debate entre Harry Potter y Harry Spare
Sea casualidad o intencionalidad, los Sussex han hecho coincidir la salida de la demoledora biografía del Príncipe Harry con el aniversario de su renuncia a seguir siendo miembros activos al servicio de su Graciosa Majestad. Hace dos años el comunicado con su renuncia causó revuelo, pero Spare (en español El Repuesto)tiene la intención dinamitadora de ser un Brexit en toda regla.
Lo que empezó como «un espacio necesario para sus nuevos proyectos» entre los que se encontraban vivir entre Inglaterra y Estados Unidos y crear una entidad caritativa, ha resultado ser una máquina de generar dinero a costa de contar su «penosa vida» en palacio. La Royal Family no ha comentado nada, su lema es el silencio aunque Harry asegure que filtran todo lo que les apetece a la prensa y más si se trata de dejarles a ellos mal.
Como es la biografía del Príncipe, además de seguir contando lo más grande sobre su familia, también se debe a su propio público y de ahí que revele cosas íntimas como que perdió la virginidad en un campo inglés, cuando tenía 17 años. La experiencia ni fue glamurosa, ni principesca, lo hizo deprisa y corriendo con una mujer mayor a la que le gustaban los caballos robustos y a él lo trató como un semental.
A esa edad también probó la cocaína y fumaba tranquilamente marihuana en su exclusivo internado de Eton, ese en el que los alumnos asisten a clase con frac, pero también en casa: después de cenar salía a los jardines del palacio de Kensington a colocarse un rato con María, aquí no incluye a su hermano. También adereza el relato con detalles de salseo, confiesa haber estado enamorado de Courtney Cox y que entre el tequila bebido a modo de agua y otras sustancias estaba confundido.
Curiosamente, cuando todos creíamos que ambos se apoyaban el uno al otro y se cuidaban, Harry nos descubre que era todo lo contrario. Además de la gran pelea que tuvieron en la cocina, donde le rompieron el bebedero al perro, porque él quería casarse con Meghan en contra de la opinión de su hermano, resulta que nos enteramos que Guillermo es competitivo con respecto a Harry.
Y que de aquel gravísimo incidente del disfraz de nazi para una fiesta de disfraces, que el hijo del Rey Carlos considera el error más grave de su vida, también tuvieron la culpa Kate y William que le animaron a ponérselo. Y por cierto, resulta que los ahora Príncipes de Gales eran unos fans apasionados de Suits, la serie en la que trabajaba Meghan, y Harry creyó que tendría que protegerla de esos dos duques de Cambridge tipo hooligans que querrían tocarla como si fuera un totem repartidor de autógrafos. Lamentablemente, pasaron de fans a detractores y se lo hicieron pasar muy mal a Meghan en varias ocasiones, tanto que hasta la pobre actriz tuvo que llorar, y no eran lágrimas de atrezzo.
Aunque los palacios tuviesen muros gruesos les llegaban todos los rumores. Por ejemplo, el de las infidelidades maternas. Harry, al ser sospechosamente pelirrojo como el comandante James Hewitt, amante de su madre Diana, se rumoreaba insistentemente que era el resultado de un adulterio principesco. Algo que, al hoy Rey Carlos, le hacía mucha gracia y de vez en cuando bromeaba con eso. Como es natural a Harry no le parecía gracioso, sino sádico y más por ser su propio padre quien se mofaba.
Gracias a la sinceridad del Príncipe disidente, ahora sabemos que hemos vivido engañados todo este tiempo pensando que los hijos de Diana, querían y aceptaban a Camilla, pues resulta que no, que fue «como recibir una inyección» y encima, como mala madrastra, convirtió la habitación del pelirrojo en un vestidor, como si no hubiera otras decenas de habitaciones para ese cometido.
Hemos descubierto en esta biografía, que ya está diseccionada al haberse publicado en España antes de tiempo, que Harry ha sido un alma cándida a la que Meghan ha rescatado de una pérfida familia en la que él vivió divinamente durante 36 años y que ahora ambos viven de ella, con su título de príncipe y de duques, pero desde Montecito, California.
Y allí se encuentra ahora, a cuatro meses de la coronación paterna, esperando recibir disculpas después de haberse despachado a gusto en todas las entrevistas, el serial de televisión y el libro biográfico, en el que acusa a todos y les hace responsables del aborto de Meghan, de los pensamientos suicidas de su esposa, de racismo, de ser filtradores de cotilleos a la prensa, de no ser cariñosos con él, además de considerar vetusta la Institución y sus costumbres.
Harry y Meghan esperan en Montecito, con sus gallinas y su huerto feliz, que todos le pidan disculpas. Y mientras tanto, bucean en sus archivos por si algo se les ha escapado y les da para otra serie, libro o película.
Lo mejor de todo es que son ellos desde dentro quiénes lo cuentan y el resto del mundo, incluida su Mancomunidad de Naciones que se desbarata, asistimos maravillados al espectáculo, paralelo a The Crown, y como dicen en las películas; el show debe continuar.