Felipe González, durante una ceremonia de entrega de medallas
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Así se come en uno de los restaurantes favoritos de Felipe González, donde se reunió con su 'vieja guardia'
Su prestigio se ha construido a base de fidelidad a una cocina honesta, de temporada y sin artificios
En el dinámico mapa culinario de Madrid, hay restaurantes que trascienden su papel como simples espacios para comer y se convierten en auténticos puntos de encuentro político, cultural y social. Este es el caso de La Manduca de Azagra, un establecimiento ubicado en la calle Sagasta que ha sabido conjugar tradición, discreción y excelencia gastronómica. No es casualidad que el expresidente del Gobierno, Felipe González, lo haya convertido en uno de sus lugares predilectos para celebrar reuniones con viejos compañeros de gabinete o amigos de confianza.
Fue en 2003 cuando Juan Miguel dejó su pueblo natal en Navarra, Azagra, para mudarse con su mujer, Anabel Arriezu, a Madrid. Junto a su prima, Raquel Sánchez, e Idoia, hija del matrimonio, al frente de las cocinas, crearon un espacio de referencia en la capital. «Trajeron con ellos sus extraordinarias verduras, pero en su equipaje venía también un recio y refinado sentido de la hospitalidad», explican desde el propio restaurante.
Tiene sus raíces, por tanto, bien plantadas en la huerta navarra, de donde proviene su nombre y buena parte de sus productos. La Manduca de Azagra no es un restaurante de moda al uso: su prestigio se ha construido a base de fidelidad a una cocina honesta, de temporada y sin artificios, centrada en el producto. Aquí no hay espumas ni trampantojos; hay alcachofas confitadas, pochas, espárragos blancos recién llegados de la zona y pimientos del cristal asados con mimo, conformando una carta con una buena relación calidad precio.
Uno de los aspectos que mejor definen al restaurante es su apuesta por lo esencial. El espacio, diseñado por el arquitecto navarro Francisco Mangado, combina líneas sobrias con una iluminación cálida y discreta. La distribución de las mesas, pensada para favorecer la conversación sin interrupciones, refuerza esa sensación de intimidad tan valorada por su clientela habitual.
Las alcachofas confitadas es uno de sus platos de cabecera
«El Restaurante concilia la profesional cordialidad de una familia navarra con una emotividad culinaria de unos platos regionales llenos de matices», reconocen sus dueños en su página web. Frecuentado por las gentes más variadas del mundo del arte, la cultura, el periodismo, el deporte, el cine y la empresa, La Manduca de Azagra es en Madrid un foco de relación donde la comida es tan importante como la conversación.
Esa clientela, precisamente, dice mucho del lugar. Si hay una figura que ha convertido La Manduca de Azagra en un espacio casi propio, ese es Felipe González. En diciembre de 2022, en un contexto político convulso, el expresidente reunió allí a más de 40 exministros socialistas.
Nombres como Carlos Solchaga, José Barrionuevo, José Luis Corcuera, Rosa Conde, Narcís Sierra, Javier Solana o el histórico Alfonso Guerra le acompañaron para celebrar una cena informal a base de merluza al horno, alcachofas de temporada y una cuidada selección de postres para poner el broche. «Nada pretencioso y todo muy humilde», dijo Juan Miguel en su día. Los comensales incluso eligieron como bebida el tradicional vino de la casa.
Lubina salvaje al horno
El encuentro aparentemente secreto terminó siendo la comidilla de la prensa, que se presentó a las puertas del número 14 de la calle Sagasta en una noche de lluvia. Incluso el propio Felipe González se lo tomó con humor, diciendo a uno de los reporteros: «¡Nos habéis pillado!».
El perfil bajo que mantiene el restaurante no es casual. No se deja llevar por campañas publicitarias ni busca figurar en rankings, pero mantiene una agenda de reservas constante. La clave de su éxito radica en la coherencia: temporada tras temporada, sus platos mantienen el mismo nivel de calidad, con una materia prima que viaja directamente desde Navarra y un servicio profesional y cercano.