La primera dama Brigitte Macron, embarca para llegar al Fuerte de Bregancon, al sur de Francia
El plan de vacaciones de Brigitte Macron al sur de Francia, sin su marido
La primera dama ha sido vista en las inmediaciones de Fort Brégançon, donde el presidente y su esposa pasan cada verano tres semanas en estas fechas
Al igual que la mayoría de los políticos, el presidente francés Emmanuel Macron ya se encuentra disfrutando de unos días de descanso después de un año que ha sido especialmente complicado. Según han confirmado medios franceses, el matrimonio formado por Emmanuel y Brigitte Macron llegó hace unos días a histórica fortaleza medieval de Fort Brégançon, ubicada en Bormes-les-Mimosas, en plena Costa Azul.
Desde 1968, esta espectacular propiedad es la residencia oficial del presidente francés durante las vacaciones estivales y el matrimonio Macron suele acudir cada verano desde 2017, habitualmente para pasar allí las últimas tres semanas de agosto. Es una zona que ofrece privacidad y un entorno idílico y privilegiado, perfecto para desconectar de la rutina y recargar las pilas.
Tras asistir el pasado 25 de julio al funeral de la sobrina de la primera dama, Christine Hacquin, en la iglesia de Saint-Pierre en Précy-sur-Oise, Macron y su esposa se han instalado en la fortaleza junto a las dos hijas de Brigitte, Laurence y Tiphaine y sus nietos. Una de las hijas de Brigitte, Laurence, ha compartido en sus redes sociales —que mantiene privadas—, una fotografía en un tren junto a sus hijos de camino a reunirse con su madre para disfrutar de las vacaciones de verano.
Brigitte Macron
Aunque medios franceses han confirmado la presencia del presidente francés, por el momento Macron no se ha dejado ver en la zona. Este periódico ha tenido acceso a unas imágenes en las que se ve a la primera dama disfrutando de un relajado paseo de camino hacia el embarcadero cercano a la fortaleza, antes de subir a una lancha. Vestida con un pantalón corto y una camisa blanca, Brigitte Macron va acompañada por tres personas que portan una serie de bolsas entre las que se vislumbran unas aletas y otros elementos. Además, lleva una gorra sobre la cabeza. A la mujer del presidente le gusta bucear, así que no es raro que aproveche su estancia en la zona para practicar esta afición.
Ni rastro de su marido en un momento en el que la situación de la pareja ha sido objeto de numerosos titulares, sobre todo, después de que fueran pillados por las cámaras en el aeropuerto de Vietnam en medio de una supuesta pelea que acrecentó los rumores de crisis entre la pareja. No obstante, se sabe que la agenda del mandatario incluso en vacaciones sigue siendo rígida.
Lo cierto es que los últimos tiempos no han sido nada fáciles para la primera dama, que ha tenido que afrontar la muerte de su hermana, Anne-Marie Trogneux a los 92 años y, solamente 16 días después, la de su sobrina Christine tras una larga enfermedad. Dos pérdidas que han afectado a la esposa de Emmanuel Macron que, a pesar de todo, ha continuado con su agenda y ha seguido acompañando al presidente en sus compromisos institucionales.
A pesar de que todavía no se ha visto a Emmanuel Macron y de que este es un año un tanto atípico por las complicadas circunstancias que ha vivido recientemente la primera dama, lo cierto es que las estancias en Fort Brégançon suelen ser bastante relajadas para los Macron. El presidente francés no desconecta del todo de la actividad oficial y suele mantener conversaciones telefónicas o videollamadas por la mañana, para continuar pendiente del ritmo del país.
Sin embargo, aprovecha su estancia en la playa para relajar un poco las costumbres y suele hacer más deporte del habitual, como boxeo o paseos por la zona. Las reuniones de la tarde se mantienen igualmente, tal como reveló Pierrick Geais en el libro L’Elysée à la plage, en el que mantiene que Macron es muy disciplinado con sus horarios, pero siempre tiene tiempo para darse un baño en el mar con su familia. De hecho, a Brigitte le gusta mucho hacer esnórquel, mientras que Macron disfruta de paseos en bicicleta y de supervisar los menús, algo que no puede hacer cuando están en París.