Antonio Banderas, en el aeropuerto de Valladolid
Primicia
Antonio Banderas y su familia, en el aeropuerto de Valladolid tras la gran boda
El actor malagueño y su hermano Javier han sido fotografiados con maletas y portatrajes
El brindis de Antonio Banderas en la boda de su hija, en un pequeño pueblo de Valladolid, con las hermanas Obama como invitadas
Tras un fin de semana de ensueño, Antonio Banderas y su familia han tomado, este domingo, un vuelo desde el aeropuerto de Valladolid de regreso a casa. En las imágenes, a la que ha tenido acceso El Debate, se puede ver al actor malagueño subiendo al avión. También aparece su hermano Javier, con un portatrajes de la mano, y otros familiares.
Stella del Carmen, de 29 años, se ha casado este sábado con el economista Alex Gruszynski, de 28, en el hotel de cinco estrellas Abadía Retuerta LeDomaine, un antiguo monasterio del siglo XII situado en Sardón de Duero (Valladolid), ante unos 250 invitados con numerosos rostros conocidos de Hollywood.
Francisco Javier Banderas
Stella del Carmen y Alex Gruszynski se conocen desde que tenían cuatro años y estudiaron juntos en el mismo colegio. Han protagonizado una boda blindada, en la que no se vio a ningún invitado acceder. Ni Melanie Griffith, quien acudió acompañada de Jesse Johnson, hermanastro de Dakota, y Alexander Bauer, fruto del romance de Melanie con Stephen Bauer. Otra de las grandes presencias del enlace fue la de la cuñada de Stella, Adaline Gruszynski.
Además, según informa la revista ¡Hola!, las hijas del expresidente de Estados Unidos Barack Obama, Malia y Sasha, también han asistido al enlace, así como la mujer de Sting, Trudie Styler.
La familia Banderas-Griffith ha ocupado la práctica totalidad de las treinta habitaciones de que dispone este complejo de máxima exclusividad, por lo que el resto de invitados se ha tenido que alojar en establecimientos de la zona como al antiguo monasterio de Santa María, a pocos kilómetros en Valbuena de Duero, donde este pasado viernes ya se celebró una preboda en esta estación termal.
Más de un centenar de trabajadores entre chóferes, camareros, asistentes e instaladores han tenido que firmar contratos de confidencialidad.