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25 de abril de 2024

Grabado que muestra una representación de Comedia del arte, con Arlequín, Scaramouche, el Capitán y Mezzetino

Grabado que muestra una representación de Comedia del arte, con Arlequín, Scaramouche, el Capitán y Mezzetino

Picotazos de historia

Los antiguos criticaban más y mejor que nosotros

Las mojigangas hicieron de los reyes unos criados de cocina y al Conde Duque de Olivares un simple portero. Nadie se salvaba de las burlas y críticas en estas piezas teatrales

La mojiganga puede ser una pieza teatral burlesca o un desfile festivo formado por personajes o cuadrillas con disfraces ridículos. Típicos en cualquier festividad en España, permitían hacer burla y critica. Eran un acuerdo tácito entre autoridad y actuantes con aceptación de las consecuencias: multa, azotes y destierro. El rey Felipe IV era muy amigo de estas diversiones y animaba a su corte a participar. Fue famosa cierta Saturnalia que se organizó en carnavales de 1638 donde hicieron del rey y la reina unos criados de las cocinas, el Almirante de Castilla correteaba de aquí para allá vestido de mujer y el Conde Duque de Olivares hacía de portero de la casa. Pero quiero explicarles las mojigangas que se organizaron el año anterior.
El martes de carnaval de 1637, con motivo de la elección de Fernando de Habsburgo como Rey de los Romanos, el Ayuntamiento de Madrid permitió un desfile de mojigangas organizado por diferentes cuadrillas de la Villa. Alzaron gradas y asistieron los reyes con la corte. Empezaron y la primera cuadrilla mostraba individuos vestidos con pieles y un letrero: «Sisas, alcabalas y papel sellado me tienen desollado». Le seguía un grupo de pollinos acompañados con un gran cartel: «todos estos señores valen para corregidores», lo que provocó murmullos y malas caras en la sección del Ayuntamiento. Detrás unos individuos portando cruces de ordenes militares en el pecho y el cartel decía: «todo esto se vende» (miradas de odio e insultos por lo bajo desde el consejo de ordenes militares). Que una cuadrilla representara a unos borrachos gritando «De este agua no beberé»( frase bíblica ) se juzgó como excesivo y se penó con una multa. El cardenal Arzobispo de Toledo había disfrutado, con gran regocijo, del ingenio de las cuadrillas hasta que vio aparecer ante si una representación del cardenal Richelieu: una mula vestida de rojo. Saltó entonces de su asiento soltando espumarajos de rabia e indignación. El rey muriéndose de risa, pero disimulando dio por terminado el desfile de mojigangas.
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