Fachada del Colegio de San Antón, en la calle Hortaleza de Madrid
Picotazos de historia
Victor Hugo estuvo internado en un colegio de Madrid
El escritor francés dejó unas memorias donde nos relata sus recuerdos infantiles de esa España, para él exótica y extraña, en medio de una guerra, pero que recuerda con afecto
En la primavera de 1811 Sofía Francisca Trebuchet partió de París, con sus tres hijos, para reunirse con su marido en Madrid. El viaje duró tres meses y fue bastante duro por la situación de guerra que existía en la península contra todo lo francés. Por cierto, el marido de Sofía era el general Joseph Leopold Hugo con quien había tenido a Abel, Eugenio y el pequeño Victor de apenas nueve años de edad. Victor Hugo dejó unas memorias donde nos relata sus recuerdos infantiles de esa España, para él exótica y extraña en medio de una guerra, pero que recuerda con afecto.
Llegados a Madrid se les comunicó que el general Hugo, a la sazón gobernador de Madrid, estaba ausente –durante el tiempo que estuvo se enfrentó 32 veces contra las partidas de El Empecinado (Juan Martín Díez, militar)– pero les había alojado en el palacio Masserano, sito entre las calles de la Reina y Clavel. Hoy desaparecido tras las obras de creación de la Gran Vía madrileña.
Placa conmemorativa de la breve residencia de Victor Hugo en 1811
Una vez establecidos se procedió a continuar con la instrucción de los pequeños, Abel que ya había cumplido doce años entraría al servicio de José I Bonaparte como paje de Corte. Eugenio y Victor fueron inscritos en el Colegio de Nobles de San Antón, en la calle de Hortaleza, en régimen de internado. El colegio había llegado a tener más de trescientos alumnos pero la guerra había vaciado Madrid, apenas había una veintena de alumnos. Tras los exámenes iniciales, y encontrando que su nivel de preparación era muy alto, los encuadraron en la clase superior.
En el colegio se encontraba un seminarista que era un misterio para ellos: estudiaba aparte y su recreo era a diferente hora para no encontrarse con el resto de los internos. Con el tiempo supieron que se trataba de un oficial del ejercito español, de apenas dieciséis años de edad, que había caído prisionero de los franceses en la toma de Badajoz. El propio José Bonaparte había ordenado que continuara sus estudios en el centro, pero manteniéndose aparte del resto de los alumnos y con prohibición de hablar con ellos. Fue este alumno el motivo de una disputa que nunca olvidó Victor Hugo.
Un día Eugenio Hugo, delante del resto de alumnos de su clase, se permitió hacer comentarios despectivos sobre el pobre oficialillo que vivía en San Antón, pero no convivía con ellos. Uno de los alumnos, de apellido Gil Delgado e hijo del conde de Berberana, no pudo aguantar las burlas sobre alguien que había sido capturado con las armas en la mano y que había participado en combate, y le abrió una brecha en la cara con unas tijeras al impertinente francés. Cuando entraron los profesores se encontraron que el hijo del gobernador francés de Madrid tenía una brecha en la cara. Eugenio mostró gran categoría: se reconoció único culpable de los sucedido. No debía haberse comportado como lo hizo y disculpó la actuación del condiscípulo que tan airadamente había respondido. Se dejó así, pero Victor Hugo nunca olvidó lo sucedido. Muchos años después, en su obra Lucrecia Borgia, desarrollará uno de su personajes más desagradables y antipáticos: Gubetta, conde de Barberana.