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25 de abril de 2024

Fiat C.R.32 durante la Guerra Civil Española. García-Morato pilotó este modelo de caza

Fiat C.R.32 durante la Guerra Civil Española. García-Morato pilotó este modelo de caza

Los ases de la aviación española

Los primeros ases españoles demostraron las ventajas del arma en la guerra de África frente a los rifeños y su valía contra los elementos, al realizar un par de expediciones de largo recorrido

La neutralidad española durante la Primera Guerra Mundial no proporcionó el aliciente que la aviación española hubiese tenido para acelerar el origen de sus ases. No obstante, sus pioneros demostraron las ventajas del arma en la guerra de África frente a los rifeños, y tras su final, su valía contra los elementos, al realizar un par de expediciones de largo recorrido, como fueron en 1926, el vuelo del Plus Ultra, comandado por el comandante Ramón Franco Bahamonde, qué desde Palos de la Frontera (Huelva), consiguió amerizar a primeros de febrero cerca de la ciudad de Buenos Aires.
El 5 de abril de 1926 tres aviones Breguet, de la Escuadrilla Elcano, salieron de Cuatro Vientos (Madrid) con destino a Manila, donde llegaron 39 días después, tras volar 17.000 kilómetros, comandados por el capitán Eduardo González-Gallarza. Sus vuelos fueron arriesgados, pero dieron la imagen de una España interesada por la modernidad en aquellos felices años veinte.
Sin embargo, la mayor experiencia de combate aéreo será entre hermanos. El estallido de la Guerra Civil dividirá hasta los entonces, compañeros de escuadrón. Unos dos centenares y medio sirvieron a la República, mientras un centenar y medio consiguieron pasar a la más rural zona nacional donde fueron el núcleo de su fuerza aérea, el resto, entorno a doscientos pilotos desaparecieron en las represiones de retaguardia, en su mayor parte por los republicanos por su condición militar y posible afinidad con los denominados rebeldes, como fue el caso del navarro Julio Ruíz de Alda, segundo jefe del vuelo del Plus Ultra, fusilado en Paracuellos, por su ideología falangista.

Ayuda extranjera

La necesidad de aparatos y tripulaciones para instrucción e incluso vuelo, tuvieron que venir del extranjero. Los republicanos compraron abundante material en Francia, Polonia y México y recibieron el apoyo del Cuerpo Aéreo soviético del coronel Yakob Smuschkevich, conocido como «general Douglas», dotado con aviones de bombardeo katiuska y natacha, y de caza, Poliarkov 1-15 «chato» y Poliarkov 1-16 «mosca» y de la escuadrilla voluntaria francesa del escritor marxista Andre Malroux. Por parte de los nacionales, recibieron la ayuda de la Legión Cóndor alemana y la Aviazione Legionaria italiana. De sus pilotos sobresaldrán los soviéticos Lev Shestakov con 39 victorias y Sergei I. Gritsevets con 30, mientras que los entre los extranjeros del bando nacional los destacados serán Mario Bonzano con 15 y Brunetto di Montegnacco con 14.
El principal de los alemanes será Werner Mölders con 14, posterior maestro de los principales ases alemanes, y el belga Rudolphe de Henricourt de Grunne con 10. Este último servirá en la fuerza aeronáutica belga y después en la RAF británica durante la Segunda Guerra Mundial, donde desaparecerá en combate. También se incorporarán quince portugueses, donde destacará José Caetano de Rocha Sepúlveda Vellos.

Los ases españoles

Entre los principales ases españoles estará el republicano José María Bravo Fernández-Hermosa, quien llegó a 23 victorias, en 160 combates aéreos con su Polilarpov I-16. Sin embargo, el mayor as de la historia de España será el comandante, Joaquín García Morato, en el bando nacional, quien con 40 victorias comprobadas y otras 13 probables en 56 combates aéreos, se convirtió al frente de su Fiat CR-32 en el máximo as de la historia de la aviación española, al que se le ha despojado a las calles de su nombre, del mismo modo que si estuviésemos bajo el control de un invasor extranjero.
Joaquín García Morato

Joaquín García Morato

El comandante Joaquín García Morato destacó en la batalla del Jarama, cuando la fuerza aérea italiana, siguiendo órdenes del comandante Tarsicio Fagnani, se negaba a cruzar las líneas del frente, dejando desprotegidos a los bombarderos, que se convertían en fácil presa de los cazas republicanos y soviéticos. No obstante, el 18 de febrero de 1937, el comandante Joaquín García Morato desobedeció la orden lanzándose junto a sus compañeros, Narciso Bermúdez de Castro y Julio Salvador y Díaz-Benjumea, y los pilotos italianos que le acompañaban contra más de 30 aviones republicanos. Por esta acción, el comandante Joaquín García Morato será recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando, máxima condecoración militar, a título individual y sus compañeros con la medalla militar. El laureado dejará un libro con sus hazañas Guerra en el aire donde cuente su vida militar hasta el mismo momento de su muerte, acabada la guerra en una exhibición acrobática.
El segundo as de España, fue del bando nacional, Julio Salvador y Díaz-Benjumea, con 24 victorias calificado por el propio García Morato como uno de los mejores pilotos en aquel momento. En tiempo de paz recibió el mando de la Escuela de Caza de donde saldrían los futuros cazadores españoles. Fue ministro del Aire teniendo responsabilidad en la adquisición del nuevo material aéreo procedente de los EE.UU. y Francia en el periodo de la España del desarrollo. Otro de los pilotos a señalar será Carlos de Haya y González de Urbieta, inventor del derivómetro, el variómetro o regla de cálculo de distancias y tiempos y el giróscopotareas. Durante la guerra se dedicó a llevar abastecimientos en aviones de carga o bombardeo a los sitios rodeados por los republicanos como el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, o el Alcázar de Toledo. Trasladado al cuerpo de cazas, como su cuñado García Morato, murió durante un combate aéreo en Teruel, en 1938.
Miembros de la Escuadrilla azul en Alemania, recibidos por el embajador español en Berlín, José Finat

Miembros de la Escuadrilla azul en Alemania, recibidos por el embajador español en Berlín, José Finat

Durante la Segunda Guerra Mundial, España se mantuvo neutral, pero devolvió la visita a la URSS aportando una división voluntaria de tierra y una escuadrilla del aire en el organigrama invasor alemán. En la Escuadrilla Azul se sucedieron cinco grupos que realizaron 6.000 misiones y causaron 164 bajas al enemigo, perdiendo a 19 pilotos. El máximo as español será Gonzalo Hevia Álvarez-Quiñones, con 12 victorias.
En 1954 cuando vuelva el barco Semiramis con los españoles procedentes del gulag estaliniano, entre ellos vendrá un piloto de la Escuadrilla Azul, pero acompañado de otros 15 pilotos españoles republicanos, que al no acceder a solicitar la nacionalidad soviética, fueron internados en el gulag, pudiendo ser repatriados a la muerte del tirano comunista, al mantener la nacionalidad española.
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