Picotazos de historia
En junio de 1233, el Papa Gregorio IX, envió una epístola decretal, conocida como Vox in Rama (esto es: voz en Rama. Rama era el nombre de una ciudad de Israel perteneciente a la tribu de Benjamín. Viene de una cita bíblica: Jeremías 31, 15), al Emperador Federico II Stupor Mundi; Enrique IV, Rey de Alemania, y a diferentes arzobispos y obispos de la zona de Alemania. La decretal vino en respuesta a las investigaciones y juicios que Konrad von Marburg, primer inquisidor pontificio en Alemania, estaba llevando a cabo contra la herejía y el luciferismo. Pero a Konrad se le fue la mano. Con fama de injusto, fanático y paranoico sería asesinado, se sospecha, por el conde de Sayn, a quien había acusado de participar en orgías satánicas.
El hecho es que la mencionada decretal tuvo dos consecuencias. La primera es que inauguró la paranoia de la brujería y la adoración al maligno. Hasta ese momento la magia, hecha con fines benéficos, era ejercida por los hechiceros y algo aceptado, incluso bien visto, como podemos ver en las Partidas de Alfonso X el Sabio. El segundo punto es muy menor, la decretal hace una exposición detallada, casi demasiado, de los actos que se realizan durante las orgías satánicas y sus rituales. Y en ella se menciona con mucha frecuencia la presencia de uno o varios gatos, (también se menciona a los sapos, pero son menos comunes) especialmente si son negros.
La circulación de la decretal y las pista de los elementos necesarios y/o identificativos de los herejes luciferinos y brujas, dio lugar a una mala fama, absolutamente injustificada y absurda, contra los gatos. Mucho más si eran negros. No es verdad que por culpa de ello bajara la población felina y la peste negra pudiera escabechar a gusto. No, pero si es cierto que habrá que esperar hasta finales del siglo XVII y, especialmente, en el siglo XVIII para que los encontremos como animales de compañía aceptados y queridos. Antes eran útiles y permitidos en las casas, y ciudades pero mirados con recelo.
Comentarios