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5 de julio de 1933, Rosa Urraca rodeada de margaritas en Guernica donde celebró un mitin

10 de abril de 1933, las margaritas de Tortosa ofrecen un ramo de flores a María Rosa y ella la ofrece al a Virgen de la Cinta, patrona de la ciudadAntonio Manuel Moral Roncal

La misteriosa desaparición de la líder carlista en vísperas de la Guerra Civil

María Rosa Urraca Pastor fue ocultada en el pueblecito burgalés de Arcos de Llana durante un mes y medio, incomunicada y aislada en la casa de un médico rural

A las cuatro de la tarde del viernes 24 de abril de 1936, la propagandista carlista María Rosa Urraca Pastor (1900-1984) se presentó en el Hospital Clínico de Madrid para recibir un tratamiento. España vivía bajo la zozobra de las últimas elecciones de febrero, donde había logrado una discutida mayoría el Frente Popular de izquierdas. La tensión y violencia política subía cada día al calor de la política gubernamental.

Nada más llegar al centro sanitario, María Rosa se asombró de que fuera obligada a ser cacheada por una matrona, aunque fue advertida de que era la costumbre con todas las pacientes. Al encontrarse una pistola de pequeño calibre entre sus objetos personales, se avisó a la comisaría de policía más próxima, siendo detenida y acompañada por el agente Eduardo Meredic Llanes. De nada le valió señalar que había sido amenazada de muerte por elementos de izquierdas. Otro policía –que permaneció en el Hospital– avisó a sus superiores del hecho, los cuales, al poco tiempo, se extrañaron de que todavía no se hubiera presentado el agente con su detenida. Las horas avanzaron y se confirmó la desaparición misteriosa de la pareja. Varios policías acudieron a la pensión donde se alojaba, encontrando su documentación pero sin rastro de su paradero. No fue hasta el domingo cuando los periódicos amanecieron con la noticia de la evaporación de la líder carlista.

Ella siempre creyó que su detención había sido un montaje de partidarios del Frente Popular para encarcelarla por su innegable protagonismo político

Años más tarde, la detenida explicaría su fuga, que contó con la ayuda del policía encargado de su custodia y de otro veterano político tradicionalista, el conde de Rodezno, el cual le acompañó durante unas horas. Le facilitó un refugio –una casa en el Parque Urbano Metropolitano– y, a los dos meses, su huida de la capital. Tal vez tuvieron miedo a que fuera detenida indefinidamente, ya que el líder falangista José Antonio Primo de Rivera había ingresado en prisión el 14 de marzo, permaneciendo encarcelado hasta su fusilamiento. La policía la buscó en varios domicilios, pero no pudo encontrarla. María Rosa fue ocultada en el pueblecito burgalés de Arcos de Llana durante un mes y medio, incomunicada y aislada en la casa de un médico rural. El asesinato del político monárquico José Calvo Sotelo el 13 de julio y los intentos de varios izquierdistas esa noche para matar a otros líderes derechistas convencieron todavía más a sus protectores sobre la conveniencia de mantenerla escondida. Ella siempre creyó que su detención había sido un montaje de partidarios del Frente Popular para encarcelarla por su innegable protagonismo político.

13 de enero de 1936, los líderes carlistas Olazábal, Gaitán de Ayala, Urraca Pastor y otros en Sestao donde se celebró un gran mitin tradicionalista

13 de enero de 1936, los líderes carlistas Olazábal, Gaitán de Ayala, Urraca Pastor y otros en Sestao donde se celebró un gran mitin tradicionalistaAntonio Manuel Moral Roncal

Efectivamente, Rosa Urraca, maestra e inspectora nacional de trabajo, había desarrollado su vocación propagandística en Acción Católica de la Mujer. A la llegada de la Segunda República, ingresó en la sección femenina del carlismo, «las margaritas». Esta dirigente católica pronto destacó en la vida política por su enorme capacidad de trabajo y su labor como propagandista, llegando a realizar 50 mítines en cuatro meses, durante el año 1932. Su manifiesto antirrepublicanismo y su importancia como oradora motivaron que las izquierdas la tuvieran en su diana política. Indalecio Prieto, en un artículo publicado en El Liberal, anunció que «los cavernícolas ya han encontrado su miss». Las multas gubernativas a asistentes a sus mítines, por motivos de altercado público ocasionado por las luchas entre sus detractores y sus defensores –con algún tiro por medio y numerosas pedradas– fueron continuas durante el quinquenio republicano.

Su manifiesto antirrepublicanismo y su importancia como oradora motivaron que las izquierdas la tuvieran en su diana política

Los insultos en la prensa, tildándola de carcunda y retrógrada, también abundaron, pese a lo cual su irrefutable éxito como oradora y propagandista del carlismo fue alabado dentro de la Comunión Tradicionalista. El jefe nacional, Manuel Fal Conde, la catapultó a la jefatura de las margaritas, encomendándole la captación de mujeres católicas, pero también su formación como féminas tradicionalistas. Su objetivo era que imitaran su ejemplo como monárquicas y fervientes propagandistas. María Rosa continuó su infatigable periplo político por España, participando en las inauguraciones de Secciones Femeninas de los Círculos Tradicionalistas en el último bienio republicano.

El día 19 de julio de 1936, tras escuchar las primeras noticias sobre el alzamiento militar, Urraca Pastro salió de su escondite en Arcos de Llana y se dirigió a Burgos. En la ciudad castellana bullían las boinas rojas y circulaban noticias sobre la llegada de Fal Conde o del general Sanjurjo, aunque finalmente quien aterrizó en Gamonal fue el general Mola. Pronto se organizaron fuerzas para desplazarse a Madrid, a la zona de Somosierra, y María Rosas –pareja con otra margarita– acompañó voluntariamente los soldados que partieron desde el cuartel de San Gil: el primer batallón de San Marcial, artillería del 11 ligero, el escuadrón de cazadores de España y los requetés burgaleses. En el frente madrileño desarrolló su labor de enfermera durante una serie de meses, atendiendo a los heridos de una guerra entre hermanos.

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