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26 de abril de 2024

La familia imperial rusa. De izquierda a derecha: Olga, María, Nicolás II, Alejandra, Anastasia, Alekséi y Tatiana

La familia imperial rusa. De izquierda a derecha: Olga, María, Nicolás II, Alejandra, Anastasia, Alekséi y Tatiana

Dinastías y poder

Los Romanov: la última familia imperial rusa destruida por la Revolución Comunista

Nicolás II abdicaba en febrero de 1917 y comenzaba el incierto destino de los Romanov. Retenidos, secuestrados, transportados a los Urales

Fueron asesinados en un sótano en Ekaterimburgo. La Revolución Comunista terminaba con la vida de los Zares y su familia en julio de 1918. Durante siglos habían sido una de las dinastías más poderosas y ricas del planeta: desde tiempos anteriores a Catalina la Grande, los Romanov gobernaron su Imperio como autócratas, aunque en su sangre se mezclasen los genes de todas las grandes dinastías europeas. La madre de Nicolás II, María Fiodorovna, nacida princesa danesa, se libró de la tragedia. Las cuatro Grandes Duquesas eran eliminadas por orden del Soviet de los Urales. La leyenda de Anastasia fue eso, sólo una leyenda. Pero, ¿qué ha quedado del Imperio de los Zares?

La Revolución rusa y el fin de los Zares

Grandes nombres adornan la genealogía de esta familia que reinó sobre territorio ruso desde el siglo XVII. Pedro «el Grande» creó San Petersburgo, Alejandro I pactó con Napoleón en Tilsit y Alejandro II liberó a los siervos antes de su asesinato en 1881. Las cosas siempre fueron complicadas sobre una nación vastísima que llegaba desde Polonia al puerto de Vladivostok en el Pacífico. Alejandro III, el «oso ruso», de corpulencia exagerada, legaba a su hijo en 1894 un Imperio autoritario, nacionalista y bastante diferente de las Monarquías liberales que imperaban en el viejo continente. Dicen que Nicolás II no quería ser Zar. Se casó con la princesa Alix de Hesse cuando todavía la corte estaba de luto: muchos vieron en esa ceremonia pruebas de mal fario. Ella aportaba la hemofilia, el llamado «mal de la sangre» aunque en el fondo lo que nunca le perdonaron los mujik rusos era su ascendencia alemana. Las rivalidades territoriales con el Kaiser Guillermo II superaban el parentesco que los unía con el Rey Jorge V de Inglaterra. El parecido fotográfico resultaba extraordinario.

Después de casi ochenta días de encierro, los bolcheviques fusilaban a la familia imperial

A Nicolás y a Alejandra les han atribuido una vida fastuosa, de huevos Fabergé y tiaras kokoshnik, aunque nunca fue así. Ellos querían una vida discreta, aborrecían los actos públicos y en su vida familiar, vestían austeramente, sin oropel. Pero la humillación por la derrota en la guerra ruso-japonesa de 1905, el domingo sangriento y el motín del acorazado Potemkin adelantaban un epílogo dramático. La creación de la Duma no palió el descontento ante las medidas reformistas del gobierno y las derrotas militares en el frente oriental durante la Primera Guerra Mundial hicieron el resto. Aunque para calentar, aún más, el paisaje atronador todavía tuvo que aparecer en escena un monje fanático, un sanador con extraños atributos, un starets como se decía en la época: Rasputin. De ahí a que Lenin organizase desde Zúrich el asalto al poder quedaba un telediario: Stalin atracaba bancos y Trotsky preparaba el camino para la Revolución.
Transferencia de la familia Romanov al Consejo de los Urales. Artista V. N. Pchelin . 1927

Transferencia de la familia Romanov al Consejo de los Urales. Artista V. N. Pchelin . 1927

Los Zares alternaban sus estancias entre Gatchina, Spala, el Palacio de Invierno y Tsarskoye Seló. Tuvieron cuatro hijas, las Grades Duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia. Y el heredero, Alexei, maldecido con la hemofilia. Pero el pueblo no lo podía saber. Para la arcaica sociedad rusa era difícil comprender que el zarévich, el hijo de babushka, el «padrecito», no fuese a llegar a la edad adulta. Aquello enloqueció a Alejandra. Pero nada podía parar ya la furia revolucionaria: Nicolás II abdicaba en febrero de 1917 y comenzaba el incierto destino de los Romanov. Retenidos, secuestrados, transportados a los Urales.

El destino de los Romanov

Dicen que su familia danesa trató de ayudarlos, que desde España Alfonso XIII movió hilos diplomáticos para sacarlos del país y que su primo, el Rey de Inglaterra, intercedió ante el Gobierno Lloyd George para facilitar el rescate. Nada fue posible. En la casa Ipatiev, después de casi ochenta días de encierro, los bolcheviques fusilaban a la familia imperial. A Miguel Romanov, hermano menor del Zar y deportado en Perm, lo habían matado pocos días antes un grupo de chekistas. La Gran Duquesa Isabel, hermana de la zarina y viuda del Gran Duque Sergio, que se había convertido en religiosa, fue fusilada en una mina de Alapáyevsk con tres de sus sobrinos, en ese mismo verano de 1918.
La Familia Imperial en el castillo de Osborne (4 de agosto de 1909)

La familia imperial en el castillo de Osborne (4 de agosto de 1909)

Fueron pocos los Romanov que sobrevivieron a la orden de exterminio y posterior Guerra Civil. La madre del Zar pudo hacerlo por encontrarse en Crimea. Salió de Rusia en abril de 1919, por el Mar Negro hacia Londres. A su hermana, la Reina Alejandra de Reino Unido, le costó convencerla de que no podía seguir ahí. Luego se estableció en Copenhague, su tierra natal. Las dos hermanas de Nicolás II consiguieron salvarse. En Crimea –donde también se encontraban– fueron puestas bajo arresto domiciliario y condenadas a muerte. Pero el avance de las fuerzas alemanas y la posterior toma de control por parte de la Entente de los puertos del Mar Negro, hizo que pudiesen escapar. La Gran Duquesa Xenia fue evacuada en un buque de guerra británico y se quedó a vivir en Inglaterra hasta su muerte en 1960. La Gran Duquesa Olga quiso quedarse en territorio controlado por los rusos blancos hasta que terminó en un campo de refugiados de Estambul y Belgrado. Vivió en Dinamarca, aunque con la ocupación en la Segunda Guerra Mundial, se mudó a Canadá. Ambas Romanov tienen descendencia.

Fueron pocos los Romanov que sobrevivieron a la orden de exterminio y posterior Guerra Civil

En Madrid reside la Gran Duquesa María, nieta del Gran Duque Cirilo, primo de Nicolás II, que se convirtió –pese a disputas dinásticas– en Jefe de la Casa Imperial de Rusia. Las diferentes ramas de los descendientes varones del último Zar, crearon en 1979 la «Asociación de la Familia Romanov» y rechazan las reclamaciones de Jorge Romanov, actual pretendiente al trono ruso y que tiene muy difícil, su regreso.
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