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27 de abril de 2024

Inyección de muestra de orina en el saco linfático dorsal de rana

Inyección de muestra de orina en el saco linfático dorsal de rana

Picotazos de historia

La prueba de la rana: el test de embarazo del siglo pasado

Este nuevo método para detectar el embarazo resultó tener un índice de acierto del 95 %, aunque solo daba resultado cuando la mujer ya llevaba varias semanas de gestación

A principios de la década de los treinta del siglo pasado, unos científicos sudafricanos (Hillel Shapiro y Harry Zwarestein) junto con el británico Lancelot Hogben, descubrieron una curiosa reacción que se haría mundialmente famosa. Resulta que la orina de las mujeres embarazadas contiene una hormona denominada gonadotropina coriónica humana y que esta hormona hacía reaccionar a cierto de anuros (los sapos y las ranas, para entendernos). Así que, si se inyectaba orina que contuviera la hormona bajo la piel del animal, este empezaría a ovular en veinticuatro horas. Como estaban en Sudáfrica probaron con la fauna local y encontraron que la rana de uñas o Xenopus Laevis era la que mejor y más claramente reaccionaba a las pruebas. Este nuevo método para detectar el embarazo –todo un avance desde que en los tiempos de Galeno se introducía una cebolla en la vagina de la señora para saber si estaba en estado– resultó tener un índice de acierto del 95 % , aunque solo daba resultado cuando la mujer ya llevaba varias semanas de gestación. Aun así el descubrimiento tuvo un efecto tremendo a nivel mundial. Era un sistema barato, rápido y altamente fiable. Pronto todas las boticas empezaron a poblarse de estos bichejos y se popularizó «la prueba de la rana». Se desarrollaron variantes que permitían detectar el embarazo antes y en apenas tres horas. Y, si sobrevivía el animalito, podía ser reutilizado tras 40 días de recuperación.
Prueba de embarazo

Prueba de embarazo

La consecuencia no solo fue la posibilidad –rápida y barata– de tener la certeza del embarazo o no, además generó un negocio de cría y venta de ranas para proveer a tan inmenso mercado. El negocio –que duró hasta principios de la década de los setenta y continua en algunas zonas de Sudamérica, África y Extremo Oriente– provocó que, las descendientes de las ranitas utilizadas para la simpática prueba, se encuentren en los listados de especies invasivas (cuando no directamente plagas) de medio mundo.
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