
Retratado por Andrea de Bonaiuto, 1365
Picotazos de historia
Cuando el Papa Inocencio VI logró la paz y fue extorsionado por ello
Con la entrada en vigor de la paz, los distintos soberanos y sus aliados no tenían necesidad de mantener tropas. De la noche a la mañana grandes contingentes de soldados se encontraron sin trabajo y sin señor a quien servir
Inocencio VI (1282 – 1362) fue Papa del año 1352 al 1362. Fue el quinto Papa de Aviñón y fue elegido por unanimidad ya que era una persona prudente, fiable y –esto fue el factor determinante ya que al no ponerse de acuerdo el cónclave se buscó un Papa de transición– anciana. Todos estuvieron muy equivocados en este punto.
El 8 de mayo de 1360 Inocencio VI vio concluida una de sus más anheladas aspiraciones: un tratado de paz que pusiera fin a las luchas entre los ingleses y los franceses. El Tratado de Bretigny, pues ese es el nombre con el que es conocido, puso fin a la primera parte del conflicto que se llamaría Guerra de los Cien Años. Las clausulas del tratado fueron duras. Francia había sufrido dos grandes derrotas en Crecy (1346) y Poitiers (1356). En esta última batalla habían sido hechos prisioneros el propio Rey Juan II «el Bueno» y su hijo Felipe, duque de Borgoña, junto con gran cantidad de nobles y caballeros por los cuales se pagó rescate.

La Batalla de Crecy
El tratado de paz estipuló en tres millones de escudos el rescate del Rey, además se cedía a Inglaterra la Aquitania, el Ponthieu, el condado de Guines, Montreuil-sur-Mer y otros territorios. Por su parte, el Rey de Inglaterra Eduardo III de Plantagenet, renunciaba a sus pretensiones a la Corona de Francia.
La Paz o Tratado de Bretigny tuvo una duración efectiva de nueve años. Años vitales para la recuperación social y económica de una Francia contundentemente vapuleada y menguada por los ejércitos ingleses. Con la entrada en vigor de la paz, los distintos soberanos y sus aliados no tenían necesidad de mantener tropas. De la noche a la mañana grandes contingentes de soldados se encontraron sin trabajo y sin señor a quien servir.Estos parados –armados y muy peligrosos– formaron compañías, eligieron líderes y nombraron oficiales –exactamente igual que cincuenta años antes habían hecho los almogávares con Roger de Flor– y se prepararon para saquear y extorsionar a su paso, como medio para sobrevivir. Froissart en su Crónica señala que una gran horda de mercenarios, en torno a sesenta mil, avanzaba a lo largo del río Ródano después de haber saqueado Borgoña. Los mercenarios iban con la intención de «visitar al Papa y hacerse con algo de dinero». Es muy justo ya que ha sido él quien les ha dejado sin trabajo ni medio de vida.
En diciembre toman la población de Port Saint Esprit, a unos treinta kilómetros de Aviñón, cortando la comunicación con el norte. En una semana la ciudad fue sitiada. Para complicar más las cosas a principios del año 1361 la peste negra, que ya había arrasado la ciudad en 1348, reaparece con toda virulencia. Para principios de verano se calcula en 19.000 las muertes, incluidos nueve cardenales.

John Hawkwood en la batalla de Poitiers, obra de Eugene Delacroix
Para entonces Inocencio VI está a punto de cumplir ochenta años y debió juzgar que todo esto era ya demasiado. El hecho es que se reunió con los líderes de las compañías. Nunca se han conocido los detalles, ni clausulas, ni si quiera la cantidad que pagó Inocencio VI pero los mercenarios levantaron los campamentos alrededor de Aviñón y se dirigieron hacia la península italiana, donde algunos de ellos alcanzarían fama y fortuna.
El más notorio y afortunado sería el inglés Sir John Hawkwood («Giovanni Acuto») general de los ejércitos de la República de Florencia. Así se iniciaría la era de los condottieros – el nombre viene de «condotta»: contrato – en Italia. Por su parte el Papa Inocencio VI aprendió , para su desgracia, que hasta las buenas acciones tienen malas consecuencias.