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02 de mayo de 2024

Hearst es escoltado por los alguaciles a un juzgado de Los Ángeles para una vista previa al juicio por el tiroteo en Mel's Sporting Goods en mayo de 1976.

Hearst es escoltado por los alguaciles a un juzgado de Los Ángeles para una vista previa al juicio por el tiroteo en Mel's Sporting Goods en mayo de 1976.

¿Qué fue de Patricia Hearst, la heredera millonaria que terminó atracando bancos tras ser secuestrada?

A 50 años del secuestro de la nieta del magnate de medios más poderoso de Estados Unidos, recordamos la historia de Patty Hearst, uno de los primeros casos del síndrome de Estocolmo

Se cumplen 50 años del secuestro de Patricia (Patty) Campbell Hearst, nieta del magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst. Su rapto acapararía las portadas de todos los periódicos de la época y la atención del mundo entero: la joven Patty pasaría de estar cautiva a ser miembro del mismo grupo que le había mantenido presa durante casi dos meses. Este fue el primer caso célebre e infame del llamado síndrome de Estocolmo.
El 4 de febrero de 1974, a unos días de cumplir los 20 años, la joven Hearst fue secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación (SLA por sus siglas en inglés), la primera organización terrorista de extrema izquierda surgida en Estados Unidos que pretendía destruir el sistema mediante asesinatos, robos de bancos y secuestros. Con el rapto de Patty pensaron que podrían atraer la suficiente atención pública como para exigir la libertad de dos de sus miembros fundadores que estaban en la cárcel desde 1970, así como hacer que la familia Hearst financiase un programa de repartición de alimentos a los pobres de California.
Dicho reparto se efectúo poco después, pero terminó siendo un desastre: provocó diversas peleas por las bolsas de alimentos y saqueos cometidos por aquellos que no las habían recibido. Los secuestradores exigieron entonces que los Hearts gastaran otros cuatro millones más y la familia se negó.
Fue entonces cuando las negociaciones, que se estaban realizando a través de grabaciones de audio que enviaban a los medios con la orden de ser reproducidas para evitar que Patty muriese, se suspendieron. El siguiente audio que recibieron los medios contenía la voz desesperada de la joven que pedía a su familia que cumplieran con lo que pedían, de lo contrario ella moriría.

Un giro inesperado

Justo cuando la investigación parecía no avanzar, a falta de información sobre su paradero y la identidad de los secuestradores –los dos supuestos miembros del SLA, cuya liberación exigían, aseguraban que no los conocían–, se publica un nuevo audio a tan solo un día de cumplirse los dos meses del secuestro. En él se podía escuchar a Patricia Hearst con una voz mucho más firme y serena que la anterior en el que anunciaba que se había incorporado al grupo de guerrilla urbana. Ahora respondería por el nombre de Tiana, el mismo que había utilizado la argentino-alemana Tamara Bunke en la guerrilla de Ernesto «Che» Guevara en Bolivia. Terminaba el audio sentenciando en español: «Patria o muerte. Venceremos».
Días después se producía el atraco a una sucursal del Banco Hibernia en San Francisco: se llevaron 20.000 dólares y dos clientes resultaron heridos. Las cámaras de seguridad del establecimiento mostraban a Patricia Hearst con fusil en mano durante el robo.
Patty Hearst durante el atraco protagonizado por el SLA en el banco Hibernia

Patty Hearst durante el atraco protagonizado por el SLA en el banco Hibernia

De esta forma, la joven millonaria secuestrada se convertía en uno de los criminales más buscados de Estados Unidos. Su fotografía junto al cartel de «se busca» se empezó a difundir por todos los medios. El 16 de mayo, otro grupo de la SLA volvería a actuar. En esta ocasión asaltarían una casa de deportes. El grupo lo componían Patty y el mismo matrimonio que la secuestró meses atrás; sin embargo la operación salió mal y mientras intentaban huir se enzarzaron con la policía en un tiroteo al llegar a la casa que funcionaba como sede central y en la que vivían los miembros. Aquel día murieron seis integrantes del SLA tras haberse incendiado la casa.
Durante un tiempo se pensó que Hearst se encontraba entre los fallecidos, pero no fue así: logró escapar y junto a otros compañeros permanecieron prófugos casi un año y medio. En aquel espacio de tiempo siguieron realizando otros robos hasta que finalmente, en septiembre de 1975, la policía detuvo a Hearst.

Condenada a 35 años de prisión

El juicio comenzó en marzo de 1976. Hearst contó que estuvo maniatada y encerrada en un armario durante 57 días y que solo salía de su encierro para comer. Explicó también que fue sometida a abusos sexuales y maltrato físico. En aquellos dos meses los miembros de la SLA fueron progresivamente adoctrinando y lavándole el cerebro hasta que el cautiverio y las vejaciones acabaron por transformarla.
Antes de ser detenida, en otra grabación enviada a la prensa, admitió amar a uno de sus captores: «El más gentil y hermoso hombre que alguna vez conocí. Nunca ni Cujo (así lo llamaba) ni yo habíamos amado de una manera tan verdadera e intensa como esa. Nuestro amor también fue un compromiso de lucha de nuestro pueblo».
La foto de la ficha policial de Hearst en 1975

La foto de la ficha policial de Hearst en 1975

Sus abogados alegaron un «lavado de cerebro» para reducir su condena. Aquello era un claro caso de lo que más tarde se denominaría síndrome de Estocolmo, una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su secuestrador. Pero aún no existía jurisprudencia al respecto.
Aquella alegación no pudo evitar que Patricia Campbell Hearst recibiera una sentencia de 35 años por el robo al Banco Hibernia. Finalmente, cumpliría 22 meses de prisión, pues el presidente Jimmy Carter redujo su sentencia.

Actriz, esposa y madre

El 1 de febrero de 1979 era puesta en libertad. Se enamoró del guardaespaldas que su familia contrató al poco de salir de la cárcel. Se casaron en abril de ese mismo año y juntos tuvieron dos hijos. Dedicó el resto de su vida a trabajar en instituciones benéficas, publicó sus memorias y se convirtió en una especie de actriz participando en varias películas como Cry baby (1990), Serial Mom (1994) y Pecker (1998). En la actualidad, con sus 69 años, lleva una vida alejada de la opinión pública, tratando que se olviden esos días en los que era «la criminal más buscada de los Estados Unidos».
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