
Casimiro III de Polonia
Picotazos de historia
El escándalo que provocó Casimiro III de Polonia en la Corte de su hermana
El joven Casimiro, que tendría diecinueve años, se fijó en una joven bellísima que era una de las damas de compañía de la reina Isabel
La historia de Polonia es compleja y sangrienta. La desintegración del reino debido a los continuos repartos y particiones entre los miembros de la dinastía de los Piastas (linaje que rigió Polonia hasta 1370 y cuyos orígenes se sitúan en un personaje legendario del siglo IX llamado Piast), las luchas contra la orden de los caballeros teutónicos que amenazaban en noroeste del reino, donde buscaban expansionarse y consolidarse, y los húngaros por el sur, darán lugar a una ensaladilla de nombres de pequeños ducados y batallas que marearían a cualquiera.
A finales del siglo XIII, principios del XIV, empezó a destacar un individuo. Este acabará consolidando una buena parte de los territorios y será coronado como rey de Polonia con el nombre de Ladislao o Vladislao, pero en Polonia todos los conocen por Lokietek, que significa «pequeño codo o codito».

Vladislao I de Polonia
Durante mucho tiempo se creyó que el mote venía debido al pequeño tamaño del personaje, un equivalente polaco a Pipino «el Breve». Hoy está confirmado que el apodo tiene relación por lo menguado de su herencia y sus posesiones y que la persona media más que la media. Pero «el Codito» resultó ser una persona de recursos, hábil, intrigante y mejor diplomático. La mejor prueba de ello es que desde el año 1267 en que su padre le entregó en patrimonio el pequeño ducado de Brest y el principado de Dobrzyn, hasta el año 1320, que sería coronado como rey de Polonia, no paró de sumar, absorber y heredar territorios de familia y parientes.
Los polacos están muy orgullosos de Ladislao I Codito pero mucho más de su hijo y sucesor: Casimiro III el Grande. Lamentablemente, Casimiro no dejaría descendencia, por lo que la dinastía se acabaría con él, solo sobreviviendo en líneas menores, alejadas de la corona de Polonia.
Casimiro III (1310 – 1370) había tenido dos hermanos mayores pero tuvieron la mala suerte de enfermar y fallecieron, dejándole como heredero a los dos años de edad. Durante los primeros años de su vida fue un mero peón en manos de su padre, quien organizó matrimonios con vistas a alianzas y ventajas militares y económicas. Estos proyectos de alianzas fracasarían. En 1329, Ladislao decide que es momento que el muchacho empiece a ser instruido en el arte del gobierno y la política y, al año siguiente, lo envía en su primera misión diplomática.
Casimiro partió hacia la ciudad húngara de Visergard donde estaba la corte de real y su hermana Isabel. La hermana de Casimiro había hecho un magnífico matrimonio casándose con Carlos Roberto de Anjou, rey de Hungría que reinaba con el nombre de Carlos I y que pertenecía a la poderosa rama angevina de los reyes de Francia.
El joven príncipe polaco, el simpático cuñado, fue recibido con alegría y su estancia en la corte se caracterizó por el buen humor, la cercanía, la cortesía y el cariño entre hermanos. El viaje fue un triunfo diplomático para Casimiro, ya que consiguió que su cuñado Carlos confirmara los acuerdos y alianzas con Ladislao, especialmente los que hacían referencia a la orden teutónica. Con todo, Casimiro prefirió abandonar la corte de una manera precipitada y las consecuencias de su estancia se recuerdan en la historia polaca. ¿Qué pasó?

Feliciano Zách y su hija Clara. Obra de Viktor Madarász (1858)
Parece que durante el tiempo que estuvo en Visergard el joven Casimiro, que tendría diecinueve años, se fijó en una joven bellísima que era una de las damas de compañía de la reina Isabel. Esta joven, de unos dieciséis años y deslumbrante belleza, se llamaba Clara y era hija de un importante noble húngaro llamado Feliciano Zach. Los dos jóvenes, tal vez con la simpatía cómplice de la propia reina, se enamoraron. Lo que tuvo las consecuencias lógicas: Clara quedó embarazada.
La verdad es que la reacción de Casimiro no fue muy digna, incluso impropia de alguien que ha pasado a la historia con el apelativo de «el Grande». El joven príncipe se escudó en una obligación de acudir junto a su padre, quien se aprestaba a combatir contra la Orden Teutónica. Salió pintando de la ciudad.
Tras la marcha de Casimiro era solo cuestión de tiempo de que se hiciera público el estado interesante de Clara. Sucedió y al padre le sentó fatal. Se cree que fue un enviado, un espía de la orden teutónica con ganas de crear problemas y con orden de debilitar la alianza con Polonia, quien convenció al furioso padre de que el estado de su hija era debido a una violación.
El 17 de abril de 1330, un furioso Feliciano Zach se presentó en la corte, acompañado por un hijo suyo y su séquito. Dentro, se encaminaron e irrumpieron dentro de los aposentos reales. Ya en la cámara real desenvainaron sus armas y atacaron a la real pareja que estaban con sus dos hijos, el príncipe Andrea y el príncipe Luis. El furioso noble atacó a la reina, a quien hacía responsable de la violación de su hija.
La reina perdió cuatro dedos de su mano derecha. Intervino el rey Carlos para protegerla, resultando herido, aunque no de gravedad. A los gritos de socorro acudieron, raudos, guardias y cortesanos que se lanzaron sobre los atacantes y dieron buena cuenta de ellos. Feliciano Zach fue muerto mientras hacía un último esfuerzo para herir a los hijos de los reyes, que habían sido horrorizados testigos de lo sucedido.

Historia de Clara Zách
Pasado el peligro, la reina Isabel respondió con la rabia de una madre que ha visto como sus hijos pequeños habían sido atacados. Los cuerpos de los Zach, padre e hijo, fueron despedazados y exhibidos en la picota de diferentes ciudades del reino. Toda la familia, primos, deudos, criados, fueron expropiados de cuanto poseían y arrojados a los caminos, pudiendo matarlos quien quisiera para robarles. Los supervivientes buscaron refugio en Transilvania y en el Rus de Kiev. La pobre Clara, víctima de todo, fue terriblemente desfigurada y mutilada y de este modo exhibida de ciudad en ciudad hasta que murió a consecuencia del shock y el sufrimiento acumulado. Se ignora la fecha de su muerte.
Por supuesto, la Orden Teutónica se encargó de dar publicidad a los trágicos hechos, exagerando el escándalo y cargando la responsabilidad y las tintas sobre la familia real polaca. Pero es lógico, estaban en guerra y lo que debilitaba a su enemigo era bueno para ellos.