Largo Caballero se dirige a las Juventudes Socalistas, en un acto de 1934
14 de abril
«Iremos a una guerra civil»: la amenaza de Largo Caballero a los siete meses de empezar la Segunda República
El presidente del PSOE y ministro de Trabajo a comienzos de los años 30 ya contemplaba un escenario bélico al poco de iniciar el cambio de régimen
Se cumplen 94 años de la proclamación de la Segunda República, un periodo idealizado por unos y denostado por otros. Fue el 14 de abril de 1931 cuando, aprovechando los resultados de unas elecciones municipales celebradas dos días antes, se inició un cambio de régimen que en los años siguientes se caracterizó por la inestabilidad y los experimentos revolucionarios.
La amenaza de un enfrentamiento civil estuvo presente durante casi todo el periodo, como se desprende de una entrevista que Francisco Largo Caballero concedió al diario Ahora en noviembre de 1931. Apenas habían pasado siete meses desde la proclamación de la Segunda República (se habían celebrado incluso unas elecciones generales) pero el que fuera presidente del PSOE y ministro de Trabajo ya contemplaba un escenario bélico.
No hemos hecho más que comenzar la revolución. Hay que continuarla
En conversación con Manuel Chaves Nogales, uno de los periodistas con más nombre de la época, Largo Caballero aludía a los vetos cruzados entre partidos y a que solo contemplaba un Gobierno presidido «por uno de los jefes de las fracciones republicanas». Ante las divisiones que generó el resultado electoral, el también secretario general de la UGT proponía un «gobierno de concentración» para aprobar todas las reformas y leyes que implicaba el cambio de régimen de Monarquía a República.
«Es la única solución (...). En esto deben estar conformes todos, republicanos y socialistas. No ha terminado la misión de estas Cortes con la aprobación del Código fundamental. No hemos hecho más que comenzar la revolución. Hay que continuarla», decía Largo Caballero.
Pensamiento totalitario
Y añadía: «Terminada la labor de las Constituyentes, y convocadas normalmente unas elecciones generales, yo soy decididamente partidario de que el Partido Socialista y la UGT vayan a lucha absolutamente desligados de las demás fuerzas políticas (...). El porvenir es nuestro. Mi criterio es que ya entonces los socialistas no deben gobernar más que con absoluta libertad de acción, sin contacto con ningún otro elemento y con el designio de imponer sus ideales sin trabas de ninguna clase».
Esta declaración, que suena de por sí totalitaria, se queda incluso pequeña con otra pronunciada poco antes en esa misma entrevista, donde Largo Caballero contempla como probable una guerra entre españoles.
«Ahora bien; en el caso de que una fracción republicana se quisiese encargar del poder para gobernar con criterio de partido, disolviendo las Cortes antes de que éstas cumplan su mandato, nos consideraríamos relevados de nuestros compromisos. Ese intento sólo sería la señal para que el Partido Socialista y la Unión General de Trabajadores [las dos organizaciones que encabezaba Largo Caballero] lo considerasen como una provocación y se lanzasen incluso a un nuevo movimiento revolucionario. No puedo aceptar tal posibilidad, que sería un reto al partido y que nos obligaría a ir a una guerra civil», concluía, confirmando que ni los principales promotores de la II República confiaban mucho en el camino que acababan de iniciar.