El Rey Alfonso XIII (con una x en el brazo), junto a la Reina, a bordo del «Tonino», el balandro favorito de la Familia Real. Santander, verano 1914
Cómo Alfonso XIII convirtió a Santander en capital de la vela en España
Gracias a la vela, la ciudad de Santander se convirtió en uno de los destinos de más renombre para practicarla en Europa
El Santander de nuestros días, no sería el mismo sin la gran riqueza aportada por el comercio ultramarino con América, que Carlos III liberalizó a finales del XVIII. Pero al engrandecimiento y embellecimiento de la capital montañesa, también fue posible gracias a la práctica de un novedoso deporte náutico a finales del XIX: la vela, y de un rey comprometido con ella: Alfonso XIII.
En nuestra cultura naval, son muy tradicionales las regatas de traineras, ligeras embarcaciones de madera o fibra propulsadas a remo, practicadas en todo el norte de España. Estas regatas hunden sus raíces en los siglos medievales, pero, a finales del XIX, se vieron acompañadas por las novedosas regatas de veleros. La Corona de España, especialmente en las personas de Alfonso XII y Alfonso XIII, fue una de las impulsoras de la práctica de este deporte. Gracias a la vela, la ciudad de Santander se convirtió en uno de los destinos de más renombre para practicarla en Europa.
Desde los años finales del XIX, veleros procedentes de muchos puertos de España y el extranjero, se daban cita en la ciudad cántabra para tomar la salida en diferentes regatas. El Real Club de Regatas fue la institución que, gozando del apoyo de nuestros reyes, se afanaba en organizar estas competiciones, desde su fundación en 1870. Esta señera asociación, puede presumir de ser la segunda de su clase fundada en nuestro país para la práctica de la vela.
En 1893, la Monarquía le concedió el título de Real, permitiendo que pudieran incluir la corona en su grímpola –la bandera identificativa del club– y en el blasón, es decir, todos los símbolos, emblemas y distintivos que podía usar la entidad. Ese mismo año de 1893 también fue importante para la vela, porque se celebró la primera regata con trofeo de España, La Copuca, organizada por el Real Club de Regatas. Este evento contribuyó a afianzar a Santander como un excelente destino para las regatas.
Sede del Real Club de Regatas
Alfonso XII y Alfonso XIII apoyaron al deporte de varias formas que han dejado un notable rastro documental en el Archivo General de Palacio. La primera es la concesión del título de Real al Club de Regatas, pero la segunda es una no menos importante: el pago de los trofeos.
Los documentos del Archivo recogen que, desde 1884, la Casa Real pagó diferentes trofeos entregados al velero ganador. Por ejemplo, en 1885 se entregó una copa de bronce por valor de 650 pesetas, en 1895 una saboneta de oro que costó 365 pesetas o en 1909 una copa de plata de 350 pesetas. Este apoyo era muy agradecido por el Real Club de Regatas, cuyo presidente, Eusebio Ruiz, así escribía a la Real Casa el 9 de junio de 1913: «con el más profundo agradecimiento por las repetidas mercedes que de Vuestra Majestad recibe esta sociedad». No sólo eran diplomáticas palabras, sino un agradecimiento sincero.
Avanzando hacia 1927, en este año se produjo un cambio notable en las regatas de vela santanderinas, puesto que el Real Club de Regatas dejo de promoverlas, recayendo la responsabilidad en una nueva entidad: el Real Club Marítimo de Santander. Una de las primeras regatas que organizaron fue, en 1928, la Santander-Nueva York.
En la competición participaron veleros de diferentes procedencias con esloras comprendidas entre los 35 y los 55 pies, es decir, entre algo más de 10 metros y algo menos de 17. Naturalmente, el evento contó con el patrocinio de Alfonso XIII y fue algo más que un acontecimiento deportivo, puesto que permitió estrechar las relaciones entre España y los Estados Unidos. Esta regata ha quedado grabada en la memoria de los aficionados al mundo marítimo, puesto que en 2018 se celebró el 90º aniversario en Santander, contando con la participación de las autoridades locales.
Alfonso XIII en el yate 'Hispania'
Finalmente, Alfonso XIII, como gran apasionado de la vela, también apoyó a la disciplina comprando y manteniendo diferentes veleros a lo largo de su reinado, que enarbolaron nuestro pabellón nacional, que participaban en numerosas regatas. Uno de los veleros de más renombre, fue el yate real Hispania.
Este velero de la clase de 15 metros enarbolaba la contraseña del Real Sporting Club de Bilbao y actualmente se conserva por la Real Fundación Hispania. Pero don Alfonso también tuvo otras unidades adscritas al Real Club de Regatas de Santander, como el Queen X, un velero de la clase de 10 metros, que participó durante varios años en las regatas organizadas durante la Semana Naval de Bilbao en los primeros años del siglo XX.
Sin duda alguna, la vela es un deporte que bien podría recibir el apelativo de ‘real deporte’.