Regreso de la Victoria a Sevilla. Elías Salaverría
De Tidore a Sanlúcar: la arriesgada ruta de Elcano para dar la primera vuelta al mundo
La Primera Vuelta al Mundo que empezó en Sevilla podría haber terminado en Galicia, pero Elcano quiso regresar al puerto de partida como muestra de honor y valía
«Saberá tu alta majestad cómo somos llegado diez y ocho hombres solamente con una de las cinco naos que tu alta majestad envió en descubrimiento de la Especiería», escribió el capitán Juan Sebastián Elcano a su rey el 6 de septiembre de 1522 desde Sanlúcar de Barrameda.
Después de tres años de navegación y 85.700 kilómetros, solo 18 hombres de los 250 que partieron en la expedición de Magallanes llegaron a Sevilla. Lo hicieron a bordo de la nao Victoria. Liderados por Elcano, habían sido los primeros en circunnavegar la totalidad de la Tierra, aunque estuvieron a punto de no conseguirlo a pocas semanas de llegar a España.
El objetivo inicial de aquella empresa formada por cinco naves era encontrar una nueva ruta hacia el oeste para llegar a las islas de las Especias. El primer desafío fue descubrir la existencia de un paso que conectase el océano Atlántico y el Pacífico. Tras varios intentos y deserciones, lograron su objetivo.
Una vez llegaron al Pacífico, solo quedaban tres naves, después del naufragio de la Santiago y la deserción de la nao San Antonio, que regresó a España. La Trinidad, la Concepción y la Victoria continuaron hacia el oeste por la inmensidad del océano. Fueron unas singladuras eternas, en las que murieron de inanición o escorbuto muchos marineros. Al final, alcanzaron su destino: las islas Molucas, donde entablaron relación con las tribus indígenas locales.
Es en ese contexto en el que se produce la famosa batalla de Mactán, de 1521, o el gran error de Magallanes, que le costó la vida. Una vez recogieron las especias necesarias, tuvieron que abandonar y quemar la nao Concepción, porque estaba muy dañada. Solo quedaban dos de las cinco naos, pero el destino de ambas sería diferente.
«Morir antes que ir en manos de portugueses»
La Trinidad intentó regresar a España por el Pacífico, deshaciendo la ruta. Elcano, ya al mando de la Victoria, optó por volver navegando hacia poniente, como demuestra el siguiente testimonio: «Volvieron por donde él dijo para evitar los vientos monzones y que pudiesen ser apresados por una escuadra portuguesa. Decidió lanzarse hacia el Índico sur, un océano inexplorado y desconocido», dijo el grumete Martín de Ayamonte durante su interrogatorio ante los portugueses, tras ser apresado cuando desertó en Tidore a bordo de una pequeña embarcación.
Tras navegar el Índico y el peligroso cabo de Buena Esperanza, intentaron reabastecerse cerca de las costas de Guinea, pero fracasaron. Las muertes a bordo se acumularon por la falta de alimento y agua potable. El problema era que aquellas costas eran portuguesas, y si atracaban en algún puerto luso podían descubrir que venían de las islas de las Especias y apresarlos.
Tras votarlo entre los supervivientes, decidieron arriesgarse y parar en Cabo Verde para adquirir alimentos y agua. En torno al mes de julio de 1522, la Victoria llegó a las costas de la isla de Santiago, frente al puerto de Río Grande —como lo llamó Fernando Albo, actual puerto comercial de Praia—. Desde la Victoria salió un batel (bote) con 13 hombres, que tras pasar unas horas en tierra firme «conseguimos dos toneles de arroz», narra Pigafetta en su crónica. Cuando la barca regresó al puerto, los portugueses detuvieron a los tripulantes, porque los lusos se habían dado cuenta de que el clavo que habían utilizado para pagar los alimentos solo podía venir de las Molucas.
Elcano prefería «morir antes que ir en manos de portugueses» y, para evitar acabar como sus compañeros, ordenó cortar las cadenas del ancla y salió a toda la vela que pudieron dar de aquellas aguas.
La ruta más rápida para la Victoria habría sido por las islas Canarias, pero la navegación a vela desde allí suponía alejarse de la costa africana y seguir el rodeo conocido como volta do mar largo. Y así lo hicieron, llegando a la altura del archipiélago de las Azores, que atravesaron con rapidez gracias a vientos favorables.
En pleno agosto, el anticiclón de las Azores les dejó sin viento y la nao quedó inmóvil. Nuevos vientos hicieron avanzar a la Victoria hacia el norte, tanto que podrían haber decidido llegar a algún puerto de tierras gallegas. Pero Elcano estaba decidido a terminar aquella primera vuelta al mundo donde había empezado: Sevilla.
Quince días más tarde, exhaustos, con un barco que hacía aguas y el aparejo destrozado, los dieciocho tripulantes, «flacos como jamás hombres estuvieron», según describió Elcano, arribaron a Sanlúcar de Barrameda siendo «los primeros que la vuelta me distéis».