El historiador Lloyd Llewellyn-Jones
Entrevista al historiador Lloyd Llewellyn-Jones
«La verdadera Cleopatra no tiene nada que ver con Elizabeth Taylor»
El historiador historiador Lloyd Llewellyn-Jones es autor de ‘Las Cleopatras, las reinas olvidadas de Egipto’, y conversa con El Debate sobre la Cleopatra real
Cleopatra no hubo una, sino siete. La historia de Cleopatra no es la que nos han contado en las películas.
El historiador galés Lloyd Llewellyn-Jones, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Cardiff y especista en la Persia aqueménida y el mundo griego, rescata del olvido las vidas reales de las siete Cleopatras que gobernaron Egipto durante más siglo y medio.
Conversamos con el autor de Las Cleopatras, las reinas olvidadas de Egipto (Ático de los Libros), para descubrir que hubo realmente detrás de los mitos de esta gran dinastía femenina llena de intrigas, violencia y prosperidad.
–Antes de nada, para ubicar al lector. ¿Qué fue el Egipto ptolemaico?
–Los Ptolomeos eran macedonios y heredaron Egipto tras la muerte de Alejandro Magno. Ptolomeo I ya había sido gobernador durante unos diez años antes de proclamarse rey. Es la dinastía más larga de la historia de Egipto, ya que gobernaron durante 300 años.
Los clasicistas no suelen ocuparse de esta etapa porque los griegos se egiptizaron; y los egiptólogos tampoco suelen tratarla porque los egipcios se helenizaron. Así que a menudo ha quedado entre dos campos de estudio.
Cubierta de 'Las Cleopatras, las reinas olvidadas de Egipto'
Su ciudad principal era Alejandría, fundada por el propio Alejandro Magno y fue una dinastía griega de cabo a rabo. El idioma oficial era el griego. Llegaron miles de griegos, la población egipcia local quedó en desventaja. Conviene pensar en el Egipto de este periodo como un territorio colonizado.
–Uno de los mayores descubrimientos del siglo XXI será –si se encuentra– la tumba de Alejandro Magno. ¿Qué papel jugó su legado en las vidas de la dinastía ptolemaica?
–Fue para ellos un enorme impulso propagandístico. Cuando Alejandro murió en Babilonia, su cuerpo iba a ser llevado de vuelta a Macedonia, pero Ptolomeo interrumpió el cortejo fúnebre, secuestró el cuerpo y se lo llevó a Alejandría. Y allí permaneció durante varios siglos.
Desde entonces, cuando morían los Ptolomeos también eran enterrados junto al cuerpo del macedonio. El nombre, por ejemplo, Cleopatra, es un compuesto griego. Kléos significa gloria, y patrós es el nominativo, «del padre» o «de la patria».
Así que Cleopatra significa «la gloria de los antepasados (o la patria)». ¿Qué patria tenían estas personas? ¿Egipto? Sí, por supuesto. Pero también Macedonia. Nunca olvidaron sus orígenes.
–La imagen que tenemos procede de Hollywood, con Cleopatra VII y Julio César. ¿Por qué ha sido tan famosa?
–Supongo que se ha hecho famosa porque es como una pantalla en blanco y proyectamos nuestro propio yo en ella.
En el Renacimiento se representaba como una mujer europea rubia que echaba perlas en el vino, o una especie de cortesana veneciana. Ya en los años sesenta con Elizabeth Taylor, esa Cleopatra es una especie de modelo de la época.
La razón por la que escribí el libro fue, en parte, porque quiero presentar estas otras Cleopatras al mundo. Pero también quiero mostrar la imagen histórica de Cleopatra VII, que nada tiene que ver con la imagen creada por Hollywood.
–Cleopatra fue la última de una dinastía de seis. ¿Cómo llegó la primera Cleopatra al poder y por qué es tan importante y desconocida?
–Procedía de la dinastía de habla griega de los seléucidas en Siria. Se casó con Ptolomeo V porque él no tenía una hermana con la que casarse. Practicaban el incesto. Fue algo incómodo para ella.
Era una princesa extranjera que llegaba a este lugar nuevo, pero se ganó el cariño de la corte egipcia y de los alejandrinos. Se convirtió en la Princesa Diana de los ptolemaicos y fue querida como «la princesa del pueblo».
Pero, y esto es interesante, cuando quedó viuda, en su testamento estipuló que su hijo mayor, Ptolomeo VI, se casara con su hermana, Cleopatra II. Así que, aunque ella había sido una novia extranjera, nunca pensó en traer sangre nueva, sino que perpetuó el incesto para garantizar la dinastía.
–Lo de casarse entre primos y hermanos es algo habitual en las dinastías a lo largo de la historia, pero creo que los ptolemaicos lo llevaron al extremo.
–A otro nivel, por completo. Es un tema que recorre el libro de principio a fin. No se puede evitar. Todas las sociedades ven el incesto como un tabú. Pero para los ptolemaicos era una herramienta religiosa porque los dioses se casaban entre sí, hermanos y hermanas.
Si piensas en la mitología egipcia antigua estaban Isis y Osiris, que eran hermano y hermana, y se casaron. E incluso entre los griegos: Zeus y Hera, hermano y hermana, marido y mujer. Así que los ptolemaicos pensaron: ‘‘vale, somos dioses vivos y, para mostrar nuestra divinidad, también viviremos como los dioses y nos casaremos con nuestros hermanos y hermanas”.
La única excepción fue Cleopatra I. No tenemos cuerpos, pero podemos decir que se desarrollaron ciertos rasgos familiares. Uno de ellos fue la obesidad. Eran todos mórbidamente obesos. Incluso Cleopatra VII, la famosa Cleopatra, también era gorda. También creo que algunos de ellos muestran signos de ser sociópatas.
–En el libro aparecen siete Cleopatras y 15 gobernantes. ¿A qué se debe esa diferencia de cifras?
–Estas mujeres llegan al poder porque sus hombres –los reyes– son débiles. No tienen interés en gobernar, solo les gustan los adornos de la realeza y el lujo, y no están dispuestos a hacer el trabajo duro.
De repente emergen estas mujeres que no solo están deseosas de hacerlo, sino que también tienen el talento para hacerlo. Eran políticas brillantes, con dotes diplomáticas increíbles para mantener a Roma alejada de Egipto.
Creo que tenéis un gran ejemplo en la historia de España con Isabel la Católica, que dominó la corte. Lo realmente interesante de las siete Cleopatras es que crearon una dinastía de mujeres, que duró 150 años. Es decir, la mitad de todo el periodo ptolemaico.
–Cleopatra II tiene una historia impactante ¿Qué le sucedió?
–Cleopatra II se había casado con su hermano mayor y, tras un matrimonio exitoso, el marido murió. Así que tuvo que casarse con su hermano menor, Ptolomeo VIII, que quería más hijos, pero no pudieron tenerlos.
Así que eligió a su sobrina e hijastra, la hija de Cleopatra II: Cleopatra III. Entonces tenemos esta situación increíble en la que hay un rey en el trono y dos reinas: una madre y una hija. Eso no favorece precisamente la convivencia familiar. Madre e hija se enemistan por completo.
Llegó un momento en el que Ptolomeo y Cleopatra III, la esposa joven, asesinan al hijo que Ptolomeo tuvo con Cleopatra II. No solo lo asesinan, sino que despedazan su cuerpo y se lo envían a la madre el día de su cumpleaños como regalo. Eso es pura crueldad.
Leí muchos libros de psicología para intentar comprenderlo. Mi intención en el libro es tratar de ver la lógica de cómo estas mujeres ejercían su poder.
–De la vida de Cleopatra III podría hacerse una película. ¿Cómo fue su reinado?
–Sería una gran película. Probablemente sea la más poderosa de todas las Cleopatras, incluso más que la última Cleopatra. Y la más corrupta. Pero no podía tolerar la incompetencia a su alrededor. Detestaba a su marido y a sus hijos. Simplemente pensaba que ella podía gobernar mejor que todos ellos. Y lo hizo, durante 33 años, lo cual dice bastante de ella. Pero el pueblo la detestaba y al final murió estrangulada por uno de sus hijos.
–Sin querer seguir un orden, Cleopatra IV luchó contra su hermana y tuvo una muerte trágica. ¿Cómo sucedió?
–Cleopatra III tuvo tres hijas y las envió a Siria. Las dos mayores, Cleopatra IV y Cleopatra Trifena, se casaron con reyes que rivalizaban el trono. En vez de buscar una solución pacífica por ser hermanas, lucharon entre ellas.
En un momento de la guerra, las tropas de Cleopatra Trifena acorralaron a Cleopatra IV en el templo de Apolo en Dafne, en la actual Turquía, y Cleopatra IV entró en el templo y se agarró con las manos a la estatua de Apolo. Tenía asilo: era un lugar sagrado y, por tanto, no podía ser sacada de allí.
Pero su hermana ordenó a sus soldados que le cortaran las manos y luego la arrastraron fuera y la mataron. La ejecución en el recinto sagrado del templo no solo fue asesinato, sino también un sacrilegio.
–¿Hubo momentos de gloria y paz?
–Mientras la familia real se hacía pedazos, Egipto estaba muy bien gobernado y era próspero económicamente. Es realmente notable que toda la violencia en la familia no se filtrara al resto de la sociedad.
–De Cleopatra Sira a Cleopatra VII (la famosa). ¿De todas ellas cuál le ha fascinado más a la hora de conocer su historia?
–Sin duda Cleopatra V. Fue la primera de las reinas ptolemaicas –de hecho, la primera reina en toda la historia de Egipto– en gobernar sin un hombre a su lado. Así que, tras la muerte de su marido y la muerte de su padre, era solo ella, sentada independientemente en el trono. Por desgracia, su gobierno en solitario duró solo once meses, después se casó y todo se torció. Fue asesinada la noche de su boda.
–Para terminar, y volviendo al siglo XXI. Nuestra cultura como europeos bebe de la antigüedad clásica y el cristianismo. ¿Cree que la sociedad ha olvidado esa «cultura clásica» que forma parte de nuestra esencia?
–No, no creo que la hayamos olvidado en absoluto. Nos fijamos demasiado en Grecia y Roma y olvidamos Egipto, Persia o Mesopotamia. Deberíamos pensar en una antigüedad global.
Cuanto más podamos comprender la historia desde un enfoque global, mejor podremos comprendernos entre nosotros en el futuro.
Por eso, el próximo libro que voy a publicar es Babilonia. Creo que la Babilonia antigua es el origen de muchas cosas: donde surge por primera vez la escritura, la ley. Y creo que realmente quiero que el público, el lector general, entienda lo importante que ha sido Oriente Medio para la historia.
No es solo el escenario de lo que concebimos como terrorismo, genocidio o fundamentalismo, hay una historia profunda allí de la que formamos parte y que también necesitamos reconocer.