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18 de mayo de 2024

Fosas comunes en Chechenia, en el año 2000

Fosas comunes en Chechenia, en el año 2000Natalia Medvedeva

¿Qué sucedió en Chechenia en 1999? La guerra que predijo la actual estrategia de Putin en Ucrania

Los puntos en común entre la segunda guerra chechena y la actual en Ucrania establecen un paralelismo entre ambos conflictos armados

Con sus semejanzas y diferencias, existe un paralelismo entre la actual invasión a Ucrania por parte de Rusia y la segunda guerra de Chechenia de 1999.
Es cierto que la actual guerra ucraniana también tiene semejanzas con la guerra exprés de Georgia en 2008 y la operación militar en apoyo del régimen de Bashar al Asad en Siria. Sin embargo, el conflicto checheno y el ucraniano tienen una serie de puntos en común que establecen una relación directa entre ambos conflictos.
Primero, las diferencias: El conflicto checheno estuvo precedido por una intensa actividad terrorista contra objetivos militares y civiles por parte de los insurgentes chechenos. Por el contrario, Ucrania no ha cometido ningún ataque contra Rusia antes de la invasión. Chechenia buscaba su independencia de Rusia y la operación rusa buscaba evitarla. Ucrania ya es un Estado independiente y lo que pretende Rusia es anexionarse una parte de su territorio. Por último, Chechenia carecía del rotundo apoyo occidental que sí tiene Ucrania.
Ahora, las semejanzas, que van desde la estrategia de destrucción absoluta de los entramados urbanos por los bombardeos rusos, los ataques contra objetivos civiles o la obsesión de Vladimir Putin de vivir en un constante estado de emergencia para la supervivencia de la nación rusa.

Desintegración de Rusia

En su biografía sobre el mandatario ruso, y obra de referencia para comprender la Rusia de hoy, «Putin. El elegido de Rusia», el profesor de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Kent, Richard Sakwa, explica que lejos de suponer un revés para Putin, el atolladero checheno impulsó la carrera política del inquilino del Kremlin y de toda su camarilla política.
«Chechenia, más que convertirse en la lápida del poder ruso, sirvió a finales de 1999 como crisol para la restauración de ese mismo poder», explica en el libro. Esa afirmación podría ser un aviso para navegantes: Putin tiene la suficiente habilidad para convertir el «Vietnam ucraniano» en un éxito de su trayectoria política.
Sakwa refleja en la biografía los mismos argumentos de Putin esgrimidos para justificar la operación en Chechenia que emplea para justificar la invasión a Ucrania. Putin insistía entonces «que Chechenia era ‘donde se está decidiendo el futuro de Rusia’». «Putin veía la guerra de Chechenia como un intento de impedir la desintegración de Rusia».

Seguridad y soberanía

Algo semejante sucede ahora cuando el presidente ruso asegura que Ucrania es una pieza fundamental en la estrategia de occidente para destruir la nación rusa. Al igual que ahora, ya en 1999 «el pensamiento de Putin continuaba dividido entre dos preocupaciones: seguridad y soberanía».
En el año 2000, en un discurso pronunciado ante altos oficiales del ejército, Putin afirmó que Chechenia «nunca debería ser usado por nadie como una plataforma para atacar a la Federación Rusa». Una afirmación muy similar a la que esgrime casi a diario cuando dice que Ucrania debe ser un país neutral para evitar que la OTAN la use como base contra Rusia.
Una diferencia entre ambos conflictos, sin embargo, se refiere al casus belli. En el caso ucraniano, no es obvio el motivo por el que Rusia invade Ucrania. De hecho, son muchos los rusos, incluso entre los soldados que participan la invasión, que no terminan de entender las razones de la guerra, aunque luego muchos sigan ciegamente los dictámenes del autócrata ruso.
En el caso de Chechenia, «las dos invasiones chechenas del Daguestán en agosto de 1999 seguidas de la avalancha de bombas en edificios de apartamentos, junto con la toma continuada de rehenes y el derrumbamiento real del orden civil en Chechenia, proporcionaron a Rusia el casus belli para una nueva intervención militar en septiembre de 1999».

Uso desproporcionado de fuerza

Otro elemento común de ambos conflictos es el «uso desproporcionado de fuerza». La estrategia de política de tierra quemada se aprecia a simple vista al ver los resultados de los bombardeos rusos en Ucrania, con la práctica total destrucción de Mariúpoli o los serios daños causados en Kiev y en otras ciudades; y compararlo con la total destrucción de la capital de Chechenia, Grozni.
Las campañas chechenas, como ahora la ucraniana, «revelaron el espíritu esencialmente soviético de las fuerzas armadas rusas». Incluso, en la invasión ucraniana, algún tanque ruso ha ondeado la bandera roja con la hoz y el martillo de la antigua Unión Soviética.
En ambos casos, tanto en Chechenia como en Ucrania, el Kremlin definió la ocupación militar de Chechenia como «operación antiterrorista».
Otra característica común es el enquistamiento de un conflicto que, a priori, debería ser una operación relámpago. Moscú llegó a la conclusión en 2001 de que «era probable que el conflicto de Chechenia durase años» y que era probable que la guerra en Chechenia terminase siendo uno más de los muchos conflictos de baja intensidad en curso en el mundo.
Rebeldes chechenos, con armamento robado al Ejército ruso

Rebeldes chechenos, con armamento robado al Ejército rusoSvm-1977

En el caso ucraniano, algunos analistas ya empiezan a hablar de una guerra de meses, o incluso años, de duración. En Chechenia, «el conflicto envenenó la política rusa y amenazaba con impedir el futuro desarrollo de Rusia como democracia». Lo mismo sucede ahora por la invasión ucraniana, que ha favorecido un retroceso autoritario en Rusia.

Cansancio de la población civil

Más semejanzas: el cansancio por la guerra entre la población civil. «La terca resistencia de los insurgentes, las pruebas continuas de brutalidad y corrupción militar, los graves abusos de derechos humanos que sufrían los civiles chechenos, todo ello alimentó una creciente revulsión contra la continuación de la guerra».
La enérgica resistencia de la insurgencia chechena y del ejército ucraniano frente a los tanques rusos también son elementos en común.
Los insurgentes chechenos «explotaban bombas terroristas en Daguestán, abatían helicópteros militares rusos, ponían bombas en las comisarías, e incluso se atacó la sede del Gobierno en Grozni con camiones que llevaban bombas».
El libro de Sakwa detalla también una medida fallida del Kremlin para aplacar la insurgencia chechena y que podría servir de profecía para el caso ucraniano: «La política de Moscú de chechenizar la Administración local sólo hizo que aumentara la hostilidad y el resentimiento, las intrigas entre agentes locales y federales; pero contribuyó poco a reducir la anarquía predominante en la región. El conflicto adoptó la forma más amarga de todas: la guerra civil».
En Chechenia, «la manera en que se condujo la guerra contradecía no sólo las reglas generales que suelen regir las guerras, sino múltiples compromisos con los derechos humanos que Rusia había adquirido libremente».
«Aniquilado por la guerra de guerrillas, el ejército recurrió a actos brutales». «Al menos 1.314 civiles habían sido asesinados por las autoridades en 2002». En Ucrania, ante la frustración causada por la imposibilidad de alcanzar los objetivos militares rápidamente, las tropas invasoras rusas también han recurrido al ataque indiscriminado contra la población civil, provocando enormes bajas entre ciudadanos no implicados en el conflicto.
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