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03 de mayo de 2024

Soldado ruso muerto en Ucrania

El cuerpo de un soldado ruso muerto yace sobre la nieve el pasado mes de febrero durante los primeros días de la guerra en UcraniaAFP

208 días de guerra en Ucrania

Rusia mira de reojo la llegada del «general invierno», esta vez en contra de sus intereses

El cambio de estación en un momento de debilidad podría ser letal para las tropas rusas en Ucrania

Se acerca el invierno a Ucrania y las tropas rusas miran, con angustia e incertidumbre, al termómetro a la espera de que las temperaturas empiecen a descender.
El «general invierno» derrotó a las tropas de Napoleón en el siglo XIX y a las alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.
El frío, gran aliado de Rusia frente a los invasores a lo largo de la Historia, podría convertirse ahora, sin embargo, en un golpe letal que precipite definitivamente el colapso de sus tropas en Ucrania.
Ucrania ha asestado a Rusia una serie de audaces golpes durante el verano, con explosiones en Crimea y otros puntos de sus provincias ocupadas, y le propinó una dura derrota este mes de septiembre al expulsar a las tropas rusas de Járkov.
Si el bloqueo de los frentes se hubiera prolongado unas semanas más, la llegada de la estación fría, que en Ucrania suele ser especialmente dura con campos helados, temperaturas extremadamente bajas y copiosas nevadas, habría propiciado una pausa de varios meses en la guerra.
Una pausa que habría permitido a rusos y ucranianos reconfigurar sus tropas de cara a una reanudación de las hostilidades en primavera.
Sin embargo, la pérdida de la iniciativa por parte de Rusia, que ha pasado al bando ucraniano, otorga a los ucranianos una ventana de oportunidad que le permitiría contar con el invierno como un aliado poderoso para derrotar a los rusos en nuevos puntos de Ucrania.
La llegada del invierno previsiblemente detendrá por completo los avances rusos en Donetsk, el único punto en el que Rusia aún mantiene su ofensiva.
Además, el invierno hará prácticamente imposible el reabastecimiento de las tropas rusas en Jersón, donde Rusia ya tiene muy complicado el envío de suministros debido a la destrucción de las vías de comunicación por parte de la artillería ucraniana.
El invierno, asimismo, llega cuando Rusia padece serias dificultades para reponer a sus tropas en el frente.
La negativa del Kremlin a decretar una movilización general –que, por otra parte, sería muy impopular en Rusia– ha impedido a Moscú contar con suficiente personal para mantener el empuje de sus tropas.
Sus diezmados grupos de batallón táctico sobreviven con voluntarios poco formados y desmotivados.
Las nuevas unidades de reciente formación, como el publicitado 3er Cuerpo del Ejército, no responde como se esperaba en el campo de batalla, y el reclutamiento por parte del Grupo Wagner de nuevos mercenarios entre convictos de las prisiones rusas se ha mostrado un desastre en el combate.
Además, la caótica retirada en Jarkov ha hecho que gran material militar ruso haya acabado en manos ucranianas.
Rusia trata de suplir esas desventajas con bombardeos contra infraestructura civil ucraniana que, de momento, no ha logrado frenar a las tropas ucranianas.
Sólo la entrada en escena de los drones suicidas iraníes ha dado a los rusos un cierto respiro, pero Kiev ya anunció la llegada de ayuda estadounidense frente a esa nueva amenaza.
El inicio del invierno, en definitiva, no podría producirse en un peor momento para Rusia. Sus efectos favorecerán un vuelco definitivo en el transcurso de la guerra con un golpe final que se podría interpretar como una derrota irreparable para Rusia. Sólo la movilización general podría evitar ese escenario.
Sin embargo, ese escenario también es motivo de preocupación, pues una Rusia humillada y acorralada, sin opciones de victoria en una guerra convencional, podría tener la tentación de arrasar Ucrania con ataques nucleares.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió en una entrevista en CBS News, emitida este domingo, que el empleo de armas químicas o nucleares por parte de Rusia «cambiaría el curso de la guerra de una manera que no se ve desde la Segunda Guerra Mundial».
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