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29 de abril de 2024

El Moskva, buque ruso derribado por Ucrania en el mar Negro

El Moskva, buque ruso derribado por Ucrania en el mar NegroAFP

208 días de guerra en Ucrania

La poderosa Flota rusa del Mar Negro queda reducida a «flotilla costera» lastrada por la guerra en Ucrania

Las capacidades de esta flota siguen degradándose a medida que se enquista la guerra y que las tropas rusas acumulan derrotas

Los problemas de la Flota rusa del mar Negro comenzaron mucho antes del mediático hundimiento del crucero lanzamisiles Moskva, en abril de 2022.
Sin embargo, fue la destrucción de la joya de la corona de la Flota del mar Negro, con dos misiles ucranianos Neptune lanzados desde las cercanías de Odesa, lo que puso en evidencia las debilidades de la Armada rusa.
La vulnerabilidad de la Flota rusa ya quedó desvelada en marzo de 2022, cuando misiles ucranianos hundieron el buque anfibio Saratov en el puerto ucraniano ocupado por Rusia de Berdyansk.
Otro hito importante fue el hundimiento del barco logístico con un cargamento de armas y un relevo de soldados dirigido a la isla de las Serpientes.
Además, Ucrania logró impactar en dos ocasiones en julio y en agosto en el cuartel general de la Flota del mar Negro en Sebastopol.
Los sorprendentes fracasos navales rusos frente a una armada ucraniana prácticamente inexistente fueron a la par del colapso del Ejército ruso en tierra.
Tras el hundimiento del Moskva fueron varias las embarcaciones rusas que Ucrania echó a pique, sobre todo patrulleras «Raptor», arma esencial para que Rusia pudiera realizar un bloqueo efectivo de las costas ucranianas.
Según The Moscow Times, Ucrania logró hundir al menos 10 embarcaciones rusas desde el inicio de la guerra.
El 30 de junio Ucrania asestó otro valioso, por simbólico, golpe a Rusia al expulsar a los ocupantes de la isla de las Serpientes, conquistada por los rusos al comienzo de la guerra.
Además, los ataques que Ucrania ha logrado ejecutar con éxito desde este verano contra objetivos rusos en Crimea, en especial la destrucción de varios aviones en un bombardeo sobre la base aérea de Saki, han sembrado de inseguridad al Ejército ruso, que ahora se siente vulnerable incluso en sus antes inexpugnables retaguardias.
El ataque sobre la base de Saki el 9 de agosto dejó inutilizada a más de la mitad de la aviación naval de combate de la Flota del mar Negro.
La pérdida de su capacidad aérea junto con la retirada a aguas interiores y a puertos seguros de gran parte de sus buques redujo la Flota del mar Negro a poco más que «una flotilla de defensa costera», según la describió un funcionario del ministerio de Defensa británico en declaraciones a Reuters.
Para evitar que sus barcos se expongan a los misiles Neptune y Harpoon, Rusia ha desplazado a su Flota a docenas de millas de la costa ucraniana, desde donde han realizado ataques contra objetivos ucranianos en tierra con ráfagas de misiles Kalibir disparados desde sus fragatas y submarinos.
También ha alejado de la base de Sebastopol a sus submarinos Clase Kilo por temor a los misiles Harpoon ucranianos.
Rusia también perdió a parte de su infantería de marina en el asedio y asalto de la ciudad portuaria de Mariúpol. Entre otros, murió su comandante, el coronel Alexei Sharov.
La política de purgas a la que tan aficionado es el Kremlin tampoco ayudó a frenar la erosión de las capacidades operativas de la Flota.
Ni siquiera el comandante de la Flota del mar Negro, el poderoso almirante Igor Osipov, se ha salvado de la «guillotina» de Putin y fue reemplazado por el vicealmirante Victor Sokolov en agosto.
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