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24 de abril de 2024

Una mujer posa en Teherán sin el velo islámico a modo de protesta contra el régimen de los ayatolás

Una mujer posa en Teherán sin el velo islámico a modo de protesta contra el régimen de los ayatolásEFE

República Islámica

Flagelaciones, descargas eléctricas y agresiones sexuales: el horror de los menores en las cárceles de Irán

El régimen de los ayatolás ha encontrado su talón de Aquiles entre las generaciones más jóvenes que no tienen miedo a plantarles cara, con el fatal desenlace de una mayor represión y brutalidad

La represión de las protestas en Irán ha mostrado la cara más brutal del régimen de los ayatolás. Un nuevo informe de Amnistía Internacional denuncia que incluso los menores han sido víctimas de torturas y agresiones sexuales en las cárceles por parte de la Guardia Revolucionaria , así como otros cuerpos de seguridad iraníes. La organización ha podido obtener los testimonios de las víctimas y sus familias, además de centenares de declaraciones de los testigos.
El informe de Amnistía es devastador y revela que las autoridades iraníes usaron «las violaciones y otros actos de violencia sexual, como descargas eléctricas en los genitales, tocamientos y amenazas de violación, como arma contra las personas menores detenidas para quebrantar su espíritu, humillarlas y castigarlas y obtener confesiones forzadas».
Irán ha vivido una fuerte oleada de protestas, protagonizada, en su gran mayoría, por gente joven y mujeres. Las revueltas se desataron por la muerta de Mahsa Amini, tres días después de ser detenida por la Policía de la Mora por llevar, supuestamente, mal puesto el hiyab –velo islámico–. Este incidente prendió la llama de la desobediencia civil y miles de iraníes salieron a las calles al grito de «mujer, vida, libertad». Las manifestaciones, que se revolvieron contra el régimen, se extendieron cuatro meses.
El régimen de los ayatolás ha encontrado en la población adolescente su talón de Aquiles y no ha dudado en focalizar toda su violencia contra ellos. Amnistía Internacional denuncia que en el momento de la detención, en el marco de las protestas, era una práctica habitual de las autoridades iraníes «golpear a los menores en el momento del arresto», así como en los vehículos durante el traslado y en los centros de detención. Según el testimonio de varias víctimas, las formas de tortura eran múltiples, entre ellas la asfixia, flagelaciones o «colgarles de los brazos o de pañoletas envueltas alrededor del cuello».
Una de las declaraciones de los jóvenes, recogida por la organización, describe cómo les obligaron a «hacer ruidos de gallina durante media hora, el tiempo necesario para 'poner un huevo'. Nos obligaron a hacer flexiones durante una hora. Yo era el único niño. En otro centro de detención, nos pusieron a 30 personas en una celda para cinco». Pero además de lo físico, también han recurrido a torturas psicológicas como amenazas de muerte contra ellos o su familia.
Un decálogo del horror que ha dejado secuelas ya de por vida a todos aquellos jóvenes que han pasado por las cárceles iraníes. «Tiene pesadillas y no quiere ir a ninguna parte. Ni siquiera puede leer sus libros de texto», ha relatado la madre de una de las víctimas. En palabras de Diana Eltahawy, directora regional adjunta del Programa Regional para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional, «esta violencia contra los niños pone de manifiesto una estrategia deliberada para aplastar el espíritu vibrante de la juventud del país e impedir que exija libertad y derechos humanos».

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