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18 de mayo de 2024

La gente participa en una protesta en las calles de la ciudad yemení de Hudeida, en el mar Rojo

La gente participa en una protesta en las calles de la ciudad yemení de Hudeida, en el mar RojoAFP

Egipto se desespera por lograr la paz en Gaza tras los ataques de los hutíes en el mar Rojo

La inestabilidad causada por los rebeldes yemeníes en estas aguas ha provocado que el tráfico marítimo disminuya por el Canal de Suez, lo que afecta directamente a las arcas públicas del Estado egipcio

Cada vez que el polvorín de la Franja de Gaza estalla, Egipto se ve irremediablemente arrastrado a un conflicto. Desde el pasado 7 de octubre, cuando Hamás lanzó el ataque por tierra, mar y aire, contra Israel, que acabó con la vida de 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, y la toma de 240 rehenes, El Cairo se ha visto nuevamente envuelto en la enésima guerra entre Hamás y el Estado judío.
La expansión del conflicto al mar Rojo, donde los rebeldes hutíes de Yemen atacan de manera indiscriminada a los buques que transitan por estas aguas, está afectando directamente a la ya de por sí malherida economía egipcia. La inestabilidad en el estrecho de Bab el-Mandeb, por donde se calcula que pasa el 12 % del mercado internacional, ha provocado que grandes compañías navieras desvíen su ruta, bordeando África por el cabo de Buena Esperanza, evitando el Canal de Suez. En una entrevista en la televisión egipcia, el presidente de la Autoridad del Canal de Suez, Osama Rabie, confesó que el tráfico ya ha disminuido un 30 % en las últimas semanas. Esta caída supone un duro golpe para las arcas públicas del Estado egipcio.
Egipto ha intentado erigirse como un mediador en la guerra, al ser el único país árabe que comparte una frontera terrestre con Gaza y, a su vez, mantiene relaciones diplomáticas con Israel. Pero, a pesar de esta privilegiada situación, Qatar ha tomado la delantera. Este pequeño país de la península Arábiga se ha convertido en protagonista indiscutible de las negociaciones para implementar un alto el fuego en la Franja entre Israel y Hamás. Delegaciones israelíes han viajado a Doha en múltiples ocasiones estos últimos tres meses. La capital qatarí, además, acoge las oficinas de Hamás y a sus principales líderes como Ismail Haniyeh.
Qatar triangula, con un espectacular equilibrismo, la comunicación entre Israel, Estados Unidos y el grupo islamista palestino. De hecho, el país del Golfo Pérsico consiguió, con apoyo de Egipto, que Israel y Hamás acordaran un intercambio de medicamentos para los civiles en la Franja, así como para los rehenes israelíes. El Gobierno qatarí fue el encargado de colgarse la medalla, este miércoles, al anunciar el acuerdo entre el Estado judío y la milicia islamista palestina. El pasado mes de noviembre, fue también Qatar quien medió para que se implantara el alto el fuego, que duró una semana, en el que se liberaron a más de 120 cautivos israelíes a cambio de la excarcelación de 210 palestinos.
Egipto, y con el recrudecimiento y la expansión de la guerra en Gaza a otros territorios de la región, ha visto la necesidad de dar un paso adelante y acelerar unas nuevas conversaciones para implantar un cese de hostilidades, que apacigüé a los rebeldes hutíes, que durante el último alto el fuego se abstuvieron de realizar ataques en el mar Rojo. El país norteafricano no solo se enfrenta a una caída de sus ingresos por la reducción de los cruces marítimos por el Canal de Suez, sino que el turismo también ha sufrido un duro golpe por la inestabilidad que experimenta en sus fronteras.
La expulsión forzosa de miles de gazatíes, incluso cientos de miles, hacia el desierto del Sinaí también preocupa sobremanera al régimen de Abdelfatah El-Sisi, que se ha negado acoger a los gazatíes en Egipto. El presidente egipcio denuncia que se trata de una estrategia de Israel para acabar de una vez por todas con la posibilidad de un Estado palestino y reocupar la Franja de Gaza. El Gobierno de Benjamin Netanyahu prefiere usar el eufemismo «emigración voluntaria». Una idea que ha sido fervientemente espoleada por el ala más ultranacionalista del Ejecutivo de coalición israelí, con el ministro de Seguridad Pública, Itamar Ben Gvir, a la cabeza.
Con este escenario, Egipto sabe que su única salvación es conseguir un nuevo alto el fuego, preferiblemente permanente. Pero no se trata de una tarea fácil, la enésima propuesta, esta vez sí impulsada desde El Cairo, pero también con la colaboración de Doha, acabó en saco roto. Esta planteaba la deportación de los líderes de Hamás y la liberación de todos los rehenes capturados –se calcula que aún hay 132– por la milicia islamista palestina a cambio de la retirada de las tropas israelíes de Gaza. Sin embargo, Israel rechazó la propuesta por imponer la condición de retirarse por completo del enclave.
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