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17 de mayo de 2024

Chaim Rafalowski, director nacional de Gestión de Desastres del Maguen David Adom

Chaim Rafalowski, director nacional de Gestión de Desastres del Maguen David AdomPaula Argüelles

Chaim Rafalowski | Director nacional de Gestión de Desastres del Maguen David Adom

«Hamás buscaba cometer la mayor atrocidad posible. Hubo agresiones sexuales planeadas»

El ataque terrorista del pasado 7 de octubre contra Israel precipitó la guerra en la Franja de Gaza que ya va camino de cumplir los cuatro meses, pero, todavía hoy, la sociedad israelí intenta recuperarse de su particular 11-S

Chaim Rafalowski es director nacional de Gestión de Desastres del Maguen David Adom –equivalente a la Cruz Roja israelí– y ha viajado hasta Madrid para reunirse con los compañeros del Samur de la capital con motivo de un proyecto donde intercambian experiencia y conocimientos. Entre sus vivencias recientes destaca la respuesta del Maguen David Adom frente a los atentados terroristas perpetrados por Hamás, el pasado 7 de octubre, contra el Estado judío, donde miles de milicianos se infiltraron en el país hebreo y mataron a más de 1.200 israelíes, en su mayoría civiles, y se llevaron como rehenes a más de 240.
La Cruz Roja israelí estuvo ahí para atender a los supervivientes de la masacre y sigue prestando apoyo a la sociedad en su conjunto hasta día de hoy, más de tres meses después del particular 11-S de Israel. Como muchos israelíes, tiene una gran historia a sus espaldas. Rafalowski, chileno-israelí, llegó al Estado judío con tan solo seis años. De padre polaco y madre chilena, emigraron del país bajo el mandato de Salvador Allende. Anteriormente, su padre había tenido que salir corriendo de Polonia, en 1938, por la persecución a la que ya se estaba sometiendo a la población judía. Toda su familia por parte de padre, menos sus tíos, murieron en el Holocausto. Pero la tragedia del 7-O es algo a lo que nunca pensó que tendría que enfrentarse.
¿Qué funciones desarrolla el Maguen David Adom?
–Nuestra actividad, principalmente, consiste en prestar un servicio de ambulancias tanto básico como avanzado en todo el territorio israelí. Además, somos el banco de sangre del país.
¿Cómo se precipitaron los acontecimientos el pasado 7 de octubre?
–Todo empezó a las 6:30 de la mañana. Era un sábado festivo, ya que coincidía con el último día de fiesta de Sucot. Nos despertamos con las sirenas, que alertaban de un ataque de misiles por todo el territorio. Un ataque muy poco habitual. Poco después, empiezan a entrar llamadas de heridos por arma de fuego. Tenemos que movilizar hasta 1.450 ambulancias. En ese momento entendemos que hay una ofensiva terrestre contra territorio israelí desde la Franja de Gaza y se empiezan a acumular las llamadas.
Rápidamente vemos que hay comunidades que están conquistadas por terroristas de Hamás, por lo tanto, no tenemos acceso a los pacientes. Acabamos poniendo puestos de atención sanitaria en los cruces y en los caminos importantes para que las personas que venían con víctimas pudieran parar y recibir atención. En muchos casos, mientras atendíamos, los terroristas estaban disparando en las calles de al lado.
¿Por qué se tardó tanto en dar una respuesta a la emergencia?
–El gran desafío que tuvimos fue que si entrabamos en ciertas comunidades sabíamos que nos iban a disparar. Por ejemplo, en el kibutz Be'eri, una de nuestras paramédicas estuvo atendiendo a víctimas durante ocho horas. Los terroristas acabaron matándola a ella también.
Una vez que pudieron entrar, ¿qué fue lo que se encontraron?
–Una masacre. Una brutalidad intencionada.
Se esta hablando muy poco de las violaciones ¿qué cuentan los supervivientes, sobre todo, las mujeres?
–Los pacientes que nosotros vimos no pudieron hablar de violaciones. Estaban traumatizados y están empezando a hablar ahora. Pero por el tipo de heridas que vimos, estaba claro que las mujeres fueron brutalmente atacadas. Hubo una agresión sexual planeada. La idea era cometer la mayor atrocidad posible. Una forma de deshumanizar a las mujeres, a los niños… Primero las violaron, en presencia de otras personas, y luego las mataron, para que hubiera testigos.
¿Qué tipo de ayuda están recibiendo los supervivientes?
–Es difícil hablar de los supervivientes porque hay diez millones de israelíes que sobrevivieron. Cada uno de nosotros lleva una secuela importante de ese día. Las víctimas directas están siendo atendidas por psicólogos y trabajadores sociales. Incluso nuestros trabajadores, que recibieron las llamadas de socorro durante el 7-O están siendo tratados.

Nunca pensamos que tendríamos que enfrentarnos a algo asíChaim RafalowskiDirector nacional de Gestión de Desastres del Maguen David Adom

Una de nuestras compañeras recibió una llamada. Un niño de nueve años, que le decía: «Estoy con mi hermana de seis años. Mataron a mi madre, a mi padre y a mi otra hermana, ¿qué hago?». Entonces mi compañera le da instrucciones de que vaya al refugio más cercano, pero el niño es tan pequeño que dice que no es capaz de abrir la puerta, porque pesa demasiado. Nunca pensamos que tendríamos que enfrentarnos a algo así.
¿En qué condiciones llegaron los rehenes que fueron liberados durante el alto el fuego del pasado mes de noviembre?
–Todos los rehenes que salieron de Gaza, por protocolo, llegan a unidades especiales en los hospitales. Ahí se encuentran con sus familiares en un ámbito muy controlado. Obviamente se les hace una evaluación médica y psicológica. Además, hay que recordar que todos los que fueron secuestrados tienen familiares, amigos o conocidos que siguen cautivos. Esto aún no ha terminado.
¿Cree que la Cruz Roja Internacional podría haber hecho más por los secuestrados?
–El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está bajo mandato de los tratados de Ginebra y, por ello, tiene el derecho de visitar a personas cautivas en un conflicto. A su favor, tengo que decir que lo está intentado, pero Hamás le niega el acceso. Pero, al mismo tiempo, tiene la obligación de visitar a las personas afectadas en Israel. Más de 200.000 personas tuvieron que abandonar sus hogares por este conflicto y no los ha visitado, aunque tendría la obligación bajo el Derecho Humanitario Internacional. Lamentablemente en sus publicaciones no abordan este sufrimiento, únicamente lo que ocurre en Gaza. Es muy poco imparcial.
¿Qué opina de que varios países hayan suspendido la ayuda financiera a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) tras las sospechas de que varios de sus trabajadores participaron en el ataque del 7-O?
–Nosotros como Cruz Roja no tenemos nada que ver con Naciones Unidas a nivel operativo, pero considero que es importante que los humanitarios sean neutrales e imparciales.
¿Mantienen una estrecha cooperación con la Media Luna Roja Palestina?
–Dentro de lo posible nosotros los apoyamos. Aunque, en ocasiones, el emblema de la Media Luna Roja palestina se utiliza de manera errónea en Cisjordania. Si uno ve una ambulancia cualquiera piensa que es una ambulancia de la organización, pero muchas veces se utiliza para transportar combatientes o explosivos.
En la Franja de Gaza, la situación es diferente porque no hay ningún tipo de coordinación. Antes del conflicto trasladábamos a pacientes críticos de la Franja a hospitales israelíes, especialmente bebés neonatos que estaban en condiciones críticas y no pueden ser atendidos en los hospitales de Gaza.
¿A qué tipo de secuelas se enfrentan los soldados que vuelven de Gaza?
–Han vivido una situación muy intensa y eso te cambia la forma de ver la vida. Estamos trabajando con ellos y con sus familiares para explicarles que la vuelta a la rutina lleva tiempo.
Rafalowski, vestido con su uniforme blanco con detalles en rojo, se despide de El Debate, pero sin dejar de destacar que el Maguen David Adom funciona gracias a sus voluntarios. Él lleva desde los 15 años en la organización, de padres médicos, estudió Psicología y Ciencias Políticas, pero sabía que su vocación era ayudar a los demás. «El 7 de octubre todos salimos. Todos respondimos y seguimos haciéndolo hasta el día de hoy», sentencia a modo de conclusión.
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