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16 de junio de 2024

Giuseppe Tringali

Los principios del buen gobierno son universales

Son trasversales a todo y no hacen diferencias entre lo privado y lo público, entre empresas e instituciones. A todos se les requiere unas buenas prácticas y el efecto de no seguirlas es la pérdida de credibilidad y de reputación

Actualizada 18:31

La Gobernanza, como dice Wikipedia, «es la forma en que las reglas, normas y acciones se estructuran, sostienen, regulan y rinden cuentas». Instituciones públicas o privadas, por ejemplo un Gobierno o una empresa, deben tener una Gobernanza y aplicarla no solo en la forma sino sobre todo en su sustancia.

Las leyes que inspiran el Gobierno Corporativo, las prácticas del Buen Gobierno y su código, en los últimos años han enriquecido el valor que representa la Empresa en la Sociedad.

El Buen Gobierno Corporativo hoy es una guía a la gestión empresarial que ya no tiene en cuenta exclusivamente las reglas del negocio sino también el impacto que el negocio tiene a nivel social, ambiental, económico y fiscal y esto presupone una visión de largo plazo y una sostenibilidad del negocio mismo .

Lo gestores de las empresas ya no responden solo a los accionistas, responden a todos los stack-holders, a empleados, proveedores, clientes, consumidores…

Esta nueva visión de la gestión del negocio es un gran avance y hace crecer la relevancia y la centralidad del mundo empresarial en la Sociedad.

Obviamente, como decía al inicio, el cumplimiento formal de la normativa no es suficiente, son los actos concretos que determinan la relevancia de la cual hablaba: la credibilidad y la reputación de la empresa.

Los resultados del Gobierno Corporativo dependen de muchos factores, y entre los principales están:

- El tipo de liderazgo de quien preside la empresa.

- La calidad y diversidad del board.

- La capacidad del board de involucrar a toda la empresa alineando cultura y retribución a los objetivos de Buen Gobierno.

- La capacidad de atraer y mantener talentos.

Tener una filosofía empresarial, un propósito y un código ético compartidos entre todas las personas que operan en la empresa es muy importante.

En mi opinión, para conseguir este resultado es necesaria una interacción mayor entre el board y los equipos para que todos ellos se sientan parte relevante del proyecto. Tiene que estar claro que, en definitiva, los equipos son los principales actores de la empresa.

La actuación real de un buen gobierno corporativo supone una labor constante de supervisión y la adopción de técnicas de medición que comprueben el impacto real de la actividad sobre todos los stack-holders y el entorno.

El board no tiene que sustituir a los ejecutivos, tiene que aprobar la estrategia y los presupuestos, individualizar procesos de control en la gestión administrativa y financiera, promover la aplicación de los principios ESG y estudiar su impacto, aplicar la política de retribución y nombramiento y preparar los relativos planes de sucesión.

También tiene que hacer un atento análisis de los riesgos y preparar las relativas acciones para prevenir o resolver las posibles incidencias.

Existen líderes que, más allá de la ley y de la forma, creen en el buen gobierno corporativo, y los que cumplen por obligación. La diferencia es que las empresas de los primeros tienen un riesgo de reputación muy bajo y los segundos muy alto.

Además, no existen solo la leyes, las regulaciones y las recomendaciones. El board debe tener en cuenta también la ley soft de los inversores institucionales o retail que pueden pretender más de lo que las normas prevén.

Por este motivo el board debe mantener una interlocución continua con estos Inversores que, en las Juntas Generales, con sus votos directo o través los Proxi Advisor, pueden incidir en las decisiones del mismo Consejo de Administración.

Otro elemento clave del Buen Gobierno Corporativo es la transparencia y, en este sentido, uno de los temas más delicados es la gestión de los conflictos de interés que es la mayor causa de problemas, desconfianzas y litigios.

Como la transparencia, la Comunicación también es una herramienta decisiva sea dentro de la empresa, que fuera debe ser muy clara, relevante, coherente y creíble .

La comunicación debe promover una interacción constante, directa e indirecta, a través de las herramientas digitales, no solo con los accionistas sino con todos los otros stacks-holders.

La transparencia y la comunicación deben ser reales y, para que sean creíbles, no pueden limitarse a la forma sino que tienen que ser respaldadas por los actos empresariales y por el comportamiento de sus componentes empezando por el board, los consejeros, los directivos y cada una de las personas que trabajan en la empresa.

Hoy, en la era de la comunicación digital, el riesgo de reputación es muy alto, la responsabilidad y la conciencia de que se puede infligir a la empresa un perjuicio tiene que ser condiviso entre todo el personal, ninguno excluido.

En este complejo entorno normativo a veces redundante y de tantas tareas, el rol del Secretario del Consejo es determinante y, en una diversidad cognitiva del Consejo de Administración, puede serlo también la presencia de algunos juristas.

Un Jurista que aprende el lenguaje del negocio, con su sensibilidad y experiencia legal, puede contribuir a las tomas de importantes y delicadas decisiones haciendo compatible las exigencias de negocio con el respeto de las normas.

Concluyendo, quiero volver a una de las claves –diría decisiva– del buen Gobierno, que es el tipo de liderazgo del Presidente del Consejo de Administración.

¿Por qué insisto sobre la importancia de la tipología de liderazgo? Porque no es suficiente tener un board excelente en su diversidad experiencial y cognitiva si la dinámica del Consejo, más allá del funcionamiento de las importantísimas Comisiones, no permite la máxima participación de los consejeros en las discusiones sensibles y estratégicas. Lo mismo vale en la gestión del talento y de su diversidad.

No es suficiente tener talentos y normas si el diseño y la funcionalidad de la estructura organizativa y retributiva no favorece, no estimula capacidad, potencial y, al contrario, genera frustración.

Acabando mi reflexión, todas las empresas, cotizadas, no cotizadas y familiares, están haciendo muchos esfuerzos para que la gestión empresarial mejore.

Es un hecho muy positivo que en el mundo empresarial que cada día aumente la convicción de la importancia de un buen Gobierno Corporativo.

También los Inversores eligen, cada día más, invertir en empresas que adoptan un buen Gobierno Corporativo .

Negocio, ética y sostenibilidad económica, social, ambiental y fiscal irán siempre más de la mano.

Estos principios de buen Gobierno son trasversales a todo y no hacen diferencias entre lo privado y lo público, entre empresas e instituciones. A todos se les requiere unas buenas prácticas y el efecto de no seguirlas es la pérdida de credibilidad y de reputación, con las relativas consecuencias.

Los principios del buen gobierno son universales .

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