
Vladimir Putin, Donald Trump y Xi Jinping
La contienda con China está detrás de la petición de Trump a Ucrania de minerales de tierras raras
A simple vista, la exigencia de Trump a Ucrania pareciera un cobro de la ayuda estadounidense en Defensa, pero hay mucho más que eso
La vorágine de noticias lanzadas por Donald Trump abruma a todos y muchas veces impide ver lo que realmente pasa ante nuestros ojos: el inicio de una nueva guerra fría entre Estados Unidos y China por la hegemonía mundial.
Si hay dudas todavía, tras ver la reciente 'reconquista' estadounidense del Canal de Panamá y el freno de los precursores chinos para la fabricación de fentanilo en México, debemos fijarnos con atención la última jugada del presidente Donald Trump en Ucrania, algo que a simple vista no parece tener relación con China.
La exigencia de Trump a Ucrania, de permitir la explotación minera de tierras raras, va más allá de recuperar la ayuda en Defensa de más de 300.000 millones de dólares proporcionada por Estados Unidos a Kiev. Se trata, sobre todo, de superar un déficit peligrosamente desfavorable de Estados Unidos frente a China en cuanto a materias primas esenciales para las industrias como defensa, alta tecnología y aeroespacial, entre otras.
El régimen comunista de Pekín controla la producción del 90 % a nivel mundial de este tipo de materias primas críticas
China, por ahora es el mayor productor de minerales de tierras raras, seguido de Rusia y Noruega de manera que el régimen comunista de Pekín controla la producción del 90 % de este tipo de materias primas, una ventaja inaceptable para el nuevo Gobierno estadounidense.
China ha alcanzado el dominio global en estos minerales críticos gracias a inversiones estratégicas a largo plazo, políticas industriales y ventajas como costes laborales más bajos y regulación ambiental más permisiva. Este control se extiende desde la minería hasta el refinado y al 92 % de la manufactura mundial de imanes manufacturados con elementos de tierras raras.
Por otra parte, Ucrania, Australia y Sudáfrica son actores importantes y alternativos en el suministro de estas materias primas críticas. Especialmente Ucrania, deudor de facto de EE.UU., tiene un inmenso potencial como proveedor para industrias de alto perfil. Con vastas reservas de minerales, Ucrania puede contribuir significativamente a la cadena de suministro de Estados Unidos y empezar a cerrar la brecha con su principal rival geopolítico.
Antes de intervenir como mediador o amigable componedor entre Rusia y Ucrania, Trump quiere «garantías» de explotación sobre las tierras raras de Ucrania que cuenta con yacimientos confirmados de berilio, crucial para la energía nuclear y las industrias aeroespacial, militar, acústica y electrónica, así como de uranio, esencial para los sectores nuclear y militar. El circonio y la apatita son vitales para la producción nuclear y médica.

El presidente de los EE.UU., Donald Trump (Iz), con el presidente de China, Xi Jinping en una imagen de archivo
«Estamos tratando de encontrar un acuerdo con Ucrania por el que nos garanticen sus tierras raras y otras cosas a cambio de lo que les estamos dando», declaró este lunes el presidente estadounidense a periodistas en el despacho oval de la Casa Blanca.
Lo que no reveló el presidente es el alcance estratégico de esta posible transacción. Además de cobre, cobalto, níquel y neón, encontramos en territorio ucraniano el 'oro blanco': enormes reservas de litio, un material clave para la transición ecológica que se ha propuesto la Unión Europea.
En 2030 la Unión Europea requerirá 18 veces más litio y cinco veces más cobalto que en la actualidadPrimer Ministro ucraniano
Ucrania concentra la producción de Neón, un material clave en la creación de los chips de los móviles, de los coches y una larga lista de objetos que utilizamos en nuestro día a día. Dos empresas ucranianas producían antes de la guerra alrededor de la mitad del neón del mundo y Estados Unidos importaba el 90 % de este material desde las fábricas ucranianas.
Tras la invasión rusa, Ucrania se vio obligada a paralizar su producción y, actualmente, su fábrica más grande ha tenido que cerrar, ya que se encuentra en la ciudad de Mariúpol, totalmente devastada por los bombardeos rusos.
Con el eventual fin de la guerra en Ucrania, mediante una negociación facilitada o forzada por Washington, estas fábricas podrían reconstruirse o volver a operar y así Estados Unidos se garantizaría el suministro estratégico de estos materiales que hoy día controla en su mayoría China.