
Irán tiene un fuerte arsenal de misiles balísticos
Así son los misiles con los que Irán dice poder atacar hasta a 4.000 kilómetros de distancia
Ala par que Estados Unidos y la República Islámica de Irán negocian un acuerdo nuclear, de manera indirecta con Omán como intermediario, el país dirigido por el ayatolá Alí Jamenei ha vuelto a encender las alarmas. Esta vez, no con un ataque directo, sino con un video cuidadosamente producido por la televisión estatal. En él se ve lo que llaman una nueva «ciudad de misiles» subterránea: una red de túneles inmensos, misiles balísticos listos para ser lanzados, drones Shahed almacenados bajo tierra y oficiales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) guiando cámaras por las profundidades.
La puesta en escena no deja lugar a dudas. El general Amir Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial del CGRI, aparece caminando por los túneles, flanqueado por proyectiles, mientras explica que estas instalaciones no solo almacenan armamento, sino que también funcionan como fábricas de misiles, mientras amenaza con que «si hoy empezáramos a revelar una ciudad de misiles por semana, no terminaríamos en dos años».

Así son los misiles balísticos de Irán

Así son los misiles balísticos de Irán
Entre las armas que se muestran están los misiles balísticos Sejjil, con un alcance que supera los 2.000 kilómetros; los Emad, que Irán ya ha utilizado contra Israel; los Haj Qasem, con capacidad para alcanzar objetivos a 1.400 kilómetros; y los más recientes drones Shahed 136B, que Teherán asegura que pueden volar hasta 4.000 kilómetros. Es una afirmación no comprobada, pero que pone en la mira una zona mucho más amplia: desde Israel y Arabia Saudí hasta bases militares de Estados Unidos en el océano Índico.
Y ahí entra en juego Diego García, una pequeña isla británica bajo control militar estadounidense. Desde principios de los años 70, sirve como base estratégica para aviones de combate y bombarderos pesados. Hace solo unos días, Estados Unidos envió allí aviones B-2, los más avanzados de su arsenal aéreo, con capacidad para transportar armamento nuclear. Irán no tardó en responder: amenazó por primera vez con atacar la isla si era agredido desde allí.No es una amenaza cualquiera. Hasta ahora, Irán se había centrado en objetivos más cercanos, dentro del rango clásico de sus misiles (unos 2.000 kilómetros). Pero al mencionar Diego García, que está a casi 3.800 kilómetros de distancia, está diciendo que sus capacidades pueden ir más allá.
Y es en ese contexto que aparece ahora esta «ciudad de misiles». No como una amenaza nueva, sino como una extensión de esa estrategia de presión. Mientras la Administración Trump amenaza con más sanciones y advierte que será «un mal día para Irán» si no se avanza en un acuerdo nuclear, Teherán refuerza la narrativa de que está preparado para resistir.
Irán sabe que no puede igualar el poder militar convencional de Estados Unidos o Israel. Por eso, apuesta a una estrategia que combina armamento de largo alcance, guerra cibernética, milicias aliadas en la región (como Hezbolá, los hutíes en Yemen o milicias chiitas en Irak) y ahora, estas «ciudades de misiles».

La planta nuclear en Bushehr, Irán
Al mismo tiempo, el régimen iraní enfrenta desafíos internos. La presión económica es fuerte, el descontento social ha crecido y las protestas se han intensificado en los últimos años. Mostrar fuerza militar también es una manera de fortalecer la narrativa interna del Gobierno.
Mientras tanto, el ajedrez geopolítico sigue su curso. Estados Unidos mantiene dos portaaviones cerca de Oriente Medio. Israel, por su parte, no descarta una escalada con Irán. Y dentro del propio país persa, el Gobierno busca mostrar fuerza para calmar a una población golpeada por la inflación, las sanciones y la tensión interna. En ese escenario, las ciudades subterráneas son un símbolo. De resistencia, de disuasión, de supervivencia. O tal vez, de algo más antiguo: de querer ser temido.