Chile, Donald Trump y el nuevo orden geopolítico mundial
Estamos asistiendo al término del (des) orden mundial tras la Segunda Guerra Mundial

El presidente de Chile, Gabriel Boric, durante una ceremonia en la Expo Osaka
El ejercicio del poder ejecutivo y gubernativo del presidente Donald Trump está provocando diversas reacciones, las que se pueden ver reflejadas en los titulares de los diarios, programas de televisión y, como no podía ser de otro modo, en las redes ¿sociales?
Sin embargo, tales reacciones, no tienen fundamento; pues, si uno siguió la campaña presidencial de Estados Unidos y las posturas del presidente electo, no deberían extrañar las decisiones que ha ido tomando.
Más aún, si se tiene en cuenta la llamada Agenda 47 que, en 16 páginas, está resumido lo que podría denominarse su programa de Gobierno.
En la llamada Agenda 47, podemos hallar lo siguiente:
- El propósito fundamental del Gobierno.
- Las primeras veinte promesas que aseguró cumplir en un plazo breve de tiempo y que ha ido cumpliendo.
- La tabla de nueve contenidos de las ideas y políticas matrices del Gobierno, detalladas en medidas concretas.
En sentido amplio, MAGA, (Hagamos América Grande Otra Vez) se especifica en una frase que nos resulta familiar: un regreso al sentido común.
Regreso al sentido común porque se ha perdido. Tal pérdida, ha implicado el extravío del sentido de la civilización cristiana y que el Gobierno del, por y para el pueblo, ya no es tal.
Regreso al sentido común porque se ha perdido
La economía; la soberanía; la inmigración; recuperar el sueño americano y hacerlo asequible para las familias, jóvenes, para todos. La protección de los trabajadores y agricultores, del comercio injusto; la protección a las personas mayores, la educación en las artes liberales, la familia, la libertad religiosa y el regresar a la paz, a través de la fuerza, constituyen algunas de las políticas más relevantes de la nueva Administración.
Se trata, en el fondo, de que el Partido Republicano vuelva a sus raíces: El Partido de la Industria, la Manufactura, la Infraestructura y los trabajadores. Llevar a cabo tal propósito, lo estamos viendo, implicará un nuevo orden mundial.
El viejo orden, a mi entender, tuvo un origen técnico fáctico, incluyendo el respeto a los llamados «derechos humanos». Tal orden, fruto de una repartija del mundo, (acuerdo de Yalta), que no respetó el origen, la historia, la cultura y la religión de medio mundo, tras la cortina de hierro.
No podemos olvidar que millones de personas estuvieron encarcelados en sus propios países, en naciones convertidas en cárceles.
Un orden con vocación universal, con organismos asociados a dicha vocación, pero que sin embargo, estaba quebrado, escindido, en su origen.
Estamos asistiendo, me parece, al término del (des) orden mundial tras la Segunda Guerra Mundial.
La expresión política de tal (des) orden, estuvo caracterizado por el llamado Estado de bienestar (aunque haya tenido antecedentes previos), y la socialdemocracia, que silenciosamente fueron ahogando y encadenando la libertad en todas las dimensiones de la misma y que la llamada ideología woke, epítome del tal (des) orden, lejos de ser un despertar, ha sido el intento de un sueño afiebrado e inhumano, pero por lo que parece, afortunadamente, terminal.
La Inteligencia Artificial
En paralelo al nacimiento de un ¿nuevo orden mundial?, está fraguándose la cuarta revolución industrial: la de la Inteligencia Artificial. Que significará, si lo entiendo bien; aunque parezca paradójico, la revalorización de los oficios manuales, lo kraft, lo artesanal, que lleva el sello indeleble de lo original, en lo que cada uno de nosotros consistimos, en cuanto seres creados, únicos, irrepetible de insustituibles.
Chile, no puede estar ajeno a este nuevo orden mundial, que lo tenemos en las narices. El nuevo Gobierno, a partir del 11 de marzo del 2026, esperamos que sea correspondiente a este nuevo orden y traiga de regreso, el sentido común.
La ley y orden, la justicia, la verdad y la belleza, los espacios de esperanza, las solidaridades primarias, la amistad cívica, la hospitalidad, el patriotismo, la austeridad y la generosidad, el trabajo bien hecho, ciudades libres, la honestidad y el honor, la paz, en suma, como decía el maestro Rafael Alvira.