Nayib Bukele: ¿dictador?
Según los argumentos de los que lo critican como dictador, España transita también bajo una dictadura, y Pedro Sánchez sería un dictador desde el primer día de su mandato
Nayib Bukele, presidente de El Salvador
Nayib Bukele, presidente de El Salvador desde 2019, ha sido una figura sumamente controvertida tanto a nivel nacional como internacional. El surgimiento del debate en torno a si puede ser considerado o no un dictador es producto de una serie de acciones políticas, reformas institucionales y dinámicas sociales que han marcado su mandato. Debo confesar que aplaudo todavía el modo que usó para eliminar la delincuencia de su país, tanto, que según él mismo es ahora el más seguro del mundo. Al mismo tiempo, algo nunca me acabó de cuadrar: primero, sus opiniones sobre Cuba, falsas todas, pero no me voy a detener en ello, y luego, su forma desproporcionada de medirse con el mundo, a nivel personal.
Bukele llegó al poder como un líder carismático y ajeno a los partidos tradicionales del país. Su discurso contra la corrupción y la promesa de un Gobierno eficiente le ganaron un amplio respaldo popular. Sin embargo, conforme avanzó su gobierno, crecieron las preocupaciones acerca de la concentración de poder y las decisiones que alteraron el equilibrio institucional.
Los argumentos de quienes lo consideran dictador son los siguientes: Concentración de poder: Diversos sectores han señalado que Bukele ha consolidado el control sobre las principales instituciones del Estado, incluyendo el Legislativo, el Judicial y las fuerzas de seguridad. Destitución de magistrados: En mayo de 2021, la Asamblea Legislativa, dominada por el partido oficialista, destituyó a magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general, lo que fue considerado por críticos como un golpe al sistema de pesos y contrapesos. Estado de excepción: A raíz de la lucha contra las pandillas, el gobierno instauró repetidas veces el régimen de excepción, restringiendo derechos y libertades, lo que generó cuestionamientos sobre la vigencia de las garantías constitucionales. Restricción de prensa y disidencia: Organizaciones defensoras de derechos humanos han documentado intimidación y presión sobre medios de comunicación independientes y voces críticas. Bien, según estos mismos argumentos, España transita también bajo una dictadura, y Pedro Sánchez sería un dictador desde el primer día de su mandato.
Los argumentos de quienes rechazan el calificativo de dictador son los siguientes: Respaldo popular: Bukele mantiene altos niveles de aprobación y apoyo social; muchas personas consideran que sus acciones han traído estabilidad y reducción de la violencia. Elecciones libres: Hasta la fecha, Bukele ha accedido al poder a través de procesos electorales reconocidos como legítimos por observadores internacionales. Lucha contra el crimen: Personas defensoras de sus políticas ven los estados de excepción y medidas de seguridad como respuestas necesarias a crisis históricas de violencia. Sin embargo, recientemente el presidente salvadoreño ha expresado su voluntad de alargar la duración presidencial y de continuar en el poder siempre que se le necesite, según sus intenciones públicas.
También es verdad que no es el único que lo ha hecho en el mundo democrático: En Francia se está estudiando la idea de volver a alargar los mandatos presidenciales a siete años, como lo eran antes de que Jacques Chirac los redujera a cinco, en junio del 2000. Y del mismo modo, Macron ha dado una señal al manifestar en un discurso reciente a la juventud que la fuerza electoral joven lo esperará en el 2035, su mandato termina en el 2027, entonces, ¿por qué debieran esperarlo en el 2035 tras dos mandatos consecutivos? No lejos de estas afirmaciones también hemos oído las de Pedro Sánchez, quien manifestó que, pese a todos los frentes judiciales abiertos que presentan sus allegados, pretende seguir hasta 2027, y «mucho más», tal como él mismo afirmó.
El debate sobre si Nayib Bukele es un dictador se mantiene abierto y depende en gran medida de las perspectivas sobre democracia, Estado de derecho y derechos humanos. Mientras parte de la ciudadanía y observadores internacionales alertan sobre tendencias autoritarias, otras personas resaltan los resultados en materia de seguridad y orden público. El análisis de su gobierno requiere considerar el contexto, los fundamentos legales y el impacto real de sus políticas en la institucionalidad democrática de El Salvador.
Lo que verdaderamente inquieta es que la opinión de la izquierda y de sus voceros, prensa ensobrada y demás, es la de no analizar, la de no ver los otros casos aquí citados, o no querer verlos; y todavía peor, lo de no admitir que mientras las dictaduras y tiranías de izquierda todavía fascinan al punto de callar frente al horror, no tardan nada en acusar desproporcionadamente a quienes todavía desde una supuesta derecha no las han ejecutado, sólo las anuncian. Por supuesto, estoy de acuerdo de que en el anuncio reside la sorpresa futura; pero es que las dictaduras de izquierda actúan en el presente, y se sigue prefiriendo, oh, perspectiva insólita, dirigir la mirada a lo casi imposible por provenir de la derecha, antes que denunciar lo actual y presente.
Entonces, ¿es dictador Bukele sin haber realizado sus anunciados anhelos? ¿Son dictadores Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, que cumplen actualmente sus proyectos individuales desde el máximo poder y continuidad? Lo de si los dictadores de izquierda lo son o no, ni siquiera lo pregunto. Es obvio, ¿o aún no?