El presidente Donald Trump junto con el gobernador de Texas, Greg Abbott, y miembros de la Guardia Nacional de Texas
La reforma electoral con la que Trump quiere cambiar el mapa político en Estados Unidos para su beneficio
Pese a que la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales del año pasado aún está cercana en el tiempo, el presidente ya piensa en el futuro. Concretamente, en las elecciones de medio mandato –donde se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado– que se celebrarán el próximo año y donde el Partido Republicano teme perder la mayoría que actualmente posee en ambas cámaras.
Preparando ya el terreno para dicho evento, ha sido sonada la polémica reciente ocurrida en Texas, donde el presidente ha apoyado una iniciativa del gobernador local, Greg Abbott, y sus aliados republicanos, con la que buscan cambiar el mapa electoral para que hasta cinco escaños pasen de manos demócratas a manos republicanas. Como en Estados Unidos son las legislaturas estatales quienes controlan los mapas de los distritos, hay una larga tradición —conocida como gerrymandering— de redibujar las fronteras para maximizar los escaños.
Los cambios propuestos por Abbott en Texas pretenden extraer zonas normalmente demócratas, en áreas urbanas como Houston o Dallas, y combinarlas de tal forma que dos titulares demócratas se enfrenten entre sí en las primarias o se vean obligados a competir en distritos donde los republicanos tienen ventaja. Una medida que, aunque polémica, es legal dentro de los límites que marca la Constitución estadounidense y una sentencia de la Corte Suprema en 2019 que dictaminó que los tribunales federales no pueden intervenir en casos de gerrymandering partidista. De esa manera, Abbott convocó una sesión especial hace unas semanas para aprobar estas nuevas fronteras, pero los demócratas la boicotearon y abandonaron el estado, evitando el quórum necesario. Tras eso, Abbott ordenó arrestarlos. Finalmente, este lunes regresaron, aunque todavía está por ver cuáles serán los siguientes pasos.
Sea como fuere, lo ocurrido en Texas es tan solo la primera muestra de lo que preparan los republicanos de cara al año que viene. De acuerdo con una información de The Washington Post, los republicanos también buscan ganar escaños en Misuri, Indiana, Ohio y Florida.
El propio vicepresidente del país, J.D. Vance, ha viajado en estos últimos días a Indiana donde se ha reunido con líderes estatales para redistribuir los escaños, aunque no se llegó a ningún avance concreto. El gobernador de Indiana, el también republicano Mike Braun, aseguró en una entrevista en Fox News –la cadena más afín a los republicanos– que «habría que revisar las mapas, pero hacerlo fuera de censo sería inusual». El propio Trump comparte ese «miedo» al plan, temeroso de una investigación demócrata si estos recuperaran el control de las Cámaras.
El Senado y la Cámara de Representantes son las cámaras de Estados Unidos
En este momento, la mayoría de los republicanos en la Cámara de Representantes es muy pequeña, 219 votos frente a 212, lo que ha provocado votaciones de infarto, como la de la Big, Beautiful Bill recientemente que requirió el voto de desempate del vicepresidente. Cualquier pequeño cambio podría ser muy significativo.
Los demócratas han criticado duramente el plan, aunque planean hacer lo mismo en estados como California, donde el gobernador Gavin Newsom es uno de los grandes némesis de Trump –y uno de los candidatos a ser el sucesor de Kamala Harris al frente del partido–. Una buena muestra de que en el mundo de la política la gente suele estar dispuesta a todo con tal de salirse con la suya, y que los demócratas, todavía en shock tras la renuncia de Biden y el batacazo electoral de Kamala, necesitan vencer esas elecciones por dos motivos: para dar un golpe de efecto que recupere la confianza de sus votantes de cara a las próximas presidenciales, y para limitar el poder en la segunda parte de mandato de un Trump que hasta el momento ha gobernado tal como ha querido –y como ejemplo, su reciente decisión de desplegar la Guardia Nacional en Washington en contra de lo que quería la alcaldesa de la ciudad, del partido demócrata–.