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Soldados ucranianos ante un vehículo militar blindado, rodeado por una jaula para protegerse de los ataques con drones, en una carretera cerca de Oleksandrivka

Soldados ucranianos ante un vehículo militar, rodeado por una jaula para protegerse de los drones, en OleksandrivkaAFP

El envío de misiles Tomahawk de Trump a Zelenski inquieta a Rusia y envalentona a Ucrania

El presidente ruso, Vladimir Putin, advirtió de que esta decisión provocará una escalada de tensiones en las relaciones entre Washington y Moscú

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha cambiado de manera radical durante los últimos meses su postura sobre la invasión rusa de Ucrania. De comprar en su totalidad el relato del autócrata ruso, Vladimir Putin, y abroncar públicamente al ucraniano, Volodimir Zelenski, en el Despacho Oval el pasado mes de febrero, a estar ahora dispuesto a suministrar armas de largo alcance a Kiev, como los misiles Tomahawk, que puedan ser utilizadas para atacar objetivos en el corazón de Rusia.

Durante su breve cara a cara el pasado mes de febrero, Trump le recriminó a Zelenski que no tenía «las cartas» para ganar esta guerra y le acusó de «jugar con la Tercera Guerra Mundial». De esas duras palabras han pasado ya ocho meses, y el republicano se ha dado cuenta de que Putin, a pesar de los halagos y las buenas palabras que siempre le dedica para complacer su ego, no tiene intención alguna de poner fin a su guerra contra el país vecino.

Por ello, Washington, y a través de compras conjuntas de los aliados de la OTAN, está rearmando a Ucrania para que pueda fortalecer su posición de cara a unas futuras negociaciones y, a su vez, forzar a Moscú a sentarse a la mesa. Así, Trump admitió que está considerando seriamente el envío de misiles Tomahawk, que Kiev tanto ansía. Este armamento posee un alcance de hasta 2.500 kilómetros, lo que colocaría a Moscú dentro del alcance del arsenal ucraniano. Al ser preguntado al respecto este lunes, el presidente de Estados Unidos aseguró que «en cierto modo había tomado una decisión». Para a continuación matizar: «Creo que quiero averiguar qué harán con ellos. Haré algunas preguntas. No busco intensificar esa guerra».

La sola posibilidad de que Washington autorice el envío de misiles Tomahawk a Kiev atemoriza al Kremlin, quien ya ha iniciado su campaña de amenazas para evitar que suceda.

El pasado lunes, el propio Putin advirtió de que el suministro de estos proyectiles, que describió como un arma «poderosa», tendrá consecuencias en las ya de por sí tensas relaciones entre Estados Unidos y Rusia. «Es un arma poderosa. Ya no es tan moderna pero es potente, y representa una amenaza. ¿Los Tomahawk pueden causarnos daños? Pueden. Pero nosotros desarrollaremos nuestros sistemas de defensa antiaérea. ¿Dañará esto nuestras relaciones [con Estados Unidos] en las que se perfiló la luz al final del túnel? Por supuesto que sí», insistió, según recoge la agencia de noticias rusa Tass, durante una intervención en un acto organizado en la ciudad rusa de Sochi.

Los ejércitos estadounidenses y aliados han utilizado Tomahawk en operaciones más de 2350 veces

Infografía sobre los misiles estadounidenses TomahawkKindelán

Por su parte, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, se mostró algo más comedido este martes durante su rueda de prensa diaria y señaló que esperan informaciones «más claras» sobre este posible envío de misiles Tomahawk al Ejército ucraniano. «Se trata de una escalada seria que, al mismo tiempo, no podrá cambiar la situación en el frente para el régimen de Kiev», dijo Peskov, recuperando el tono amenazante habitual en el círculo de Putin. En esta misma línea, se pronunció tan solo un día después, la portavoz de Exteriores de Rusia, María Zajárova, que alertó de «daños irreparables». «Seguimos de cerca la evolución de este asunto», sostuvo Zajárova.

Según recogen medios estadounidenses, citando fuentes de la Casa Blanca, Trump ya habría tomado la decisión y estaría a favor de suministrar este armamento a Zelenski, aunque en cantidades reducidas, para tratar de forzar al ruso a nuevas y serias negociaciones, tras el evidente fracaso de las rondas celebradas en Turquía. Tampoco sirvió de mucho el encuentro entre Trump y Putin el pasado mes de agosto en Alaska como ha dejado claro este miércoles el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Riabko. «Lamentablemente, debemos constatar que el fuerte impulso generado en Anchorage (Alaska) a favor de negociaciones se ha agotado», declaró Riabko, según recogió Tass. En caso de que Moscú se siga negando a sentarse en la mesa, el presidente estadounidense podría presionar enviando un mayor número de Tomahawk al país invadido.

Para Ucrania, estos proyectiles podrían suponer un punto de inflexión en su batalla contra el enemigo, más ahora que Rusia ha iniciado su ofensiva de invierno, atacando las principales eléctricas ucranianas y dejando a la población civil a merced del frío. La estrategia del Ejército de Zelenski ahora es infligir ese mismo daño a la sociedad rusa y apuntar contra los suministros y centrales de energía en Rusia. Los Tomahawk, el misil estadounidense de alta precisión, sería para Ucrania el as ganador en la ofensiva de invierno que tan solo acaba de empezar.

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