La izquierda chilena anticipa su derrota en las presidenciales
Gabriel Boric ya no piensa en Chile, más bien delinea su futuro, para regresar en 4 años más. Lo más probable es que al fin de su mandato, inicie giras internacionales para transmitir sus «éxitos» como gobernante
Jeannette Jara, candidata presidencial de Chile por el Partido Comunista
Cuando falta algo más de un mes para las elecciones presidenciales en Chile, la izquierda chilena y también el gobierno de Gabriel Boric, ya anticipan su derrota electoral. Aunque es probable que la candidata comunista Jeannette Jara, pase a la segunda vuelta, todo anticipa que el futuro presidente de Chile será José Antonio Kast.
El centro político chileno se ha debilitado, tras un deterioro brutal de la seguridad interna. Al chileno medio le interesa hoy vivir sin temor, que se impida la inmigración ilegal y que el país tenga crecimiento económico. Todas las propuestas de minorías vociferantes han pasado a segundo plano. Feminismo, cambio climático, memoria histórica, derechos humanos, multiculturalidad, plurinacionalidad y lenguaje inclusivo, son materias que no lideran las preocupaciones del ciudadano común.
A las tres urgencias ya detalladas, se agregan la educación y la salud, que bajo el gobierno de los jóvenes progresistas, se han deteriorado a niveles nunca antes observados.
Boric ha intervenido derechamente en la campaña presidencial, al utilizar la cadena nacional de televisión, para atacar el programa económico de José Antonio Kast, quien propone una reducción del gasto fiscal de unos 5.100 millones de euros en un plazo de 18 meses. Boric utilizó un espacio reservado para exponer lo que será el nuevo presupuesto de la nación, para inmiscuirse en materias ajenas al propósito de lo que debía ser su mensaje presidencial.
Por su parte, dentro de la coalición oficialista han surgido rupturas que afectan el desarrollo de la campaña de la candidata oficialista. La única interrogante actual en el proceso eleccionario que se avecina, es si a Chile lo gobernará la derecha o la centro derecha. En ambos casos, se espera una coalición para llevar adelante proyectos que sean aprobados en el Congreso de la Nación.
Boric ya no piensa en Chile, más bien delinea su futuro, para regresar en 4 años más. Lo más probable es que al fin de su mandato, inicie giras internacionales para transmitir sus «éxitos» como gobernante. La lista de anfitriones será larga, toda vez que ha sido una constante la poca comprensión internacional de lo que sucedió en el pasado y de lo que sucede en el presente en Chile.
Es probable que Boric visite universidades, centros de estudio y sea recibido por sus socios de correrías, como Lula, Petro y la mexicana sucesora de López Obrador. No se deben descartar eventuales homenajes de Pedro Sánchez a quien Boric admira profundamente.
La izquierda chilena, ya consciente de que perderá el poder, prepara su arremetida para regresar. En los 5 meses que les queda en el gobierno, intentarán dejar clavadas banderas extremas, para dificultar más las cosas a quien les sucederá.
El nuevo presupuesto aumenta recursos para «cultura y memoria» y reduce a nada los fondos de libre disposición del Gobierno. Fondos regionales sufren reducciones y se restringen recursos para las Fuerzas Armadas. Se aproxima el fin de Boric en el poder.
Los objetivos del nuevo Gobierno de derecha están claros: Proteger fronteras, atacar el crimen y el narcotráfico, reducir plazos de aprobación a proyectos de inversión, reasignar recursos desde la educación universitaria hacia la educación preescolar y de ciclos iniciales, recomponer las relaciones diplomáticas con Argentina y Estados Unidos y reducir el tamaño del Estado. Esto último es clave para recuperar la eficiencia del sector público, hoy repleto de amigos y «compañeros de lucha».
El entorno empresarial se muestra optimista, al olfatear que quienes llegarán al poder proponen menos Estado y más libertad para emprender. Chile tiene muchos profesionales con talento, ansiosos de que los dejen trabajar y no les sigan aumentando los impuestos, para después malgastarlos desde el Gobierno central.
Quienes dejarán el gobierno, son burócratas con pocas opciones laborales. En consecuencia «su negocio» consistirá en incordiar y esperar volver a gobernar. La tarea del nuevo Gobierno será entregar el poder a alguien de su coalición, para evitar la alternancia que paraliza cada 4 años el crecimiento de Chile.