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¿De verdad está Rusia lista para la guerra?

La campaña de Putin para doblegar a Europa se juega, sobre todo, en el dominio de la información

Un artista pinta un cuadro de Putin durante la visita del mandatario a la India

Un artista pinta un cuadro de Putin durante la visita del mandatario a la IndiaAFP

Aunque algunos lo finjan, sobre todo en el sector más rusoplanista de la Administración de Donald Trump, a nadie puede sorprender que Putin haya vuelto a arrojar un vaso de agua fría sobre las esperanzas de paz que, seguramente, comparten la mayoría de los rusos y los ucranianos. Personalmente, me da pereza relatar la enésima versión de la misma tragedia: el magnate norteamericano presiona a Zelenski hasta que se pliega a aceptar sus condiciones, cada vez más próximas a los que Steve Witkoff cree que son los objetivos del Kremlin… pero termina chocando con el muro del dictador.

Por más que lo intento, no encuentro formas nuevas de explicar al lector que Putin quiere lo que quiere. Afortunadamente, él mismo me ayuda en esta tarea, enojosa por repetida. El hombre acaba de declarar a India Today que, si no se le entregan por las buenas, liberará por la fuerza no solo el Donbás, sino también la Novorossiya. ¿Y qué es eso de la Nueva Rusia? Se trata de un término no muy bien definido que el dictador rescató de los libros de historia en 2014, y que abarca las tierras arrebatadas por el imperio ruso a los turcos en el siglo XVIII. Como mínimo –en algunos mapas llega bastante más lejos– incluye las regiones de Odesa, Mikolaiv, Dnipró y Transnistria, ya en Moldavia.

Esta liberación, ya se imaginará el lector, no va a ocurrir mañana. A pesar de que Washington lleva más de un año sin aprobar un solo dólar de ayuda a Ucrania –algo que la UE sufre para suplir– el Ejército ruso apenas ha avanzado unos pocos kilómetros en zonas localizadas del frente, importantes como era la ciudad de Pokrovsk, pero no decisivas. Si no media el engaño –y no es que Putin no lo esté intentando– el obstáculo del Dniéper se presenta como imposible.

Si de verdad Putin, que ya tiene 72 años, quiere vivir para ver el final de la contienda –no descarte el lector que el verdadero objetivo de la guerra en Ucrania sea la guerra en sí y el poder político que de ella extrae el dictador– necesita neutralizar a Europa. Sin embargo, este desafío no va a ser tan fácil como el de engañar a Donald Trump. Y no es que los líderes europeos tengan mucha más visión política que el norteamericano… pero desde aquí se ven mucho más grandes las orejas del lobo.

Engañando a Europa

La campaña de Putin para doblegar a Europa se juega, sobre todo, en el dominio de la información. Fracasada la guerra por el relato –cuatro años después, hay que ser muy rusoplanista para seguir defendiendo que Rusia no tiene intereses territoriales en Ucrania– el dictador se inclina ahora por la baza del miedo. De ahí su empeño en asegurar que Rusia está lista para la guerra contra cualquiera que se oponga a la «liberación» de sus vecinos.

Argumentos, desde luego, no le faltan al criminal del Kremlin. Su Ejército lleva ya casi cuatro años de ininterrumpida marcha triunfal en Ucrania, seguramente un récord que quedará plasmado para siempre en los libros de historia. Su fuerza aérea, injustamente criticada por quienes desconocen el arte de la guerra, hace meses que no pierde un solo avión en combate. Su flota domina el mar Negro, a pesar de acciones puntuales de lo que solo cabe describir como piratería ucraniana, y si no ha bloqueado los puertos de Odesa es por pura humanidad.

El Ejército ruso ha lanzado una nueva ofensiva contra la región ucraniana de Donestsk

Un tanque del Ejército ruso en la región ucraniana de DonetskAlexey Konovalov / TASS

Vale, ya se que nada de lo anterior es cierto, pero ¿no decía Sun Tzu que donde uno se siente fuerte debe parecer débil y, viceversa, donde se siente débil debe parecer fuerte? Pues no voy a criticar al dictador por intentar engañarnos. No, mientras no sea él mismo el único engañado.

El arma nuclear

En esta ocasión, quizá por no hacer enfadar al imprevisible Donald Trump, Putin no ha puesto sobre la mesa el arma nuclear. No directamente, aunque puede deducirse de ese ominoso «una guerra contra Europa no sería quirúrgica, como la de Ucrania» que esa es la verdadera amenaza.

Si a Putin le parece quirúrgica la destrucción de Mariúpol, Bajmut o Pokrovsk, los centenares de miles de soldados muertos en el frente o las decenas de miles de civiles asesinados o heridos de gravedad en los bombardeos de las ciudades ucranianas, ya puede imaginarse el lector lo que nos espera si nos atrevemos a hacerle frente. Sí, ya sé que Putin es un mentiroso contumaz, que lo mismo asegura que su Ejército no ataca a civiles que amenaza con no dejar ningún europeo vivo para firmar un acuerdo de paz. Dejemos al rusoplanismo resolver esas contradicciones, pero los demás ya estamos tardando en empezar a debatir cómo enfrentarnos al chantaje nuclear que, tácito o expreso, nos hace el dictador cada vez que tiene oportunidad.

Nadie tiene una bola de cristal para predecir un futuro que, como decía el maestro Yoda, está siempre en movimiento, quizá porque depende de las decisiones que tomemos. Pero lo que sí podemos es escudriñar el pasado en busca de consejo e inspiración: si Ucrania no hubiera renunciado a sus armas nucleares, ahora viviría en paz. Ojalá Europa no tenga nunca que decir lo mismo.

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