Los primeros BORSUK de serie para el Ejército polaco
Polonia levantará el mayor escudo defensivo de Europa en el siglo XXI
Por primera vez desde el final de la Guerra Fría, la Unión Europea ha decidido abrir la chequera de verdad. Y lo ha hecho a lo grande: hasta 150.000 millones de euros en préstamos blandos para reforzar las capacidades de defensa del bloque. El programa Security Action for Europe (SAFE), nació en mayo de este año acelerado por la tensión en el flanco oriental, y tiene un claro ganador: Polonia.
Varsovia no solo es el país que más pidió; es el que más recibirá. Casi 44.000 millones de euros, una cifra que multiplica varias veces la asignación de grandes socios como España que solo recibirá 1.000 millones. Y lo hace, además, con el respaldo explícito de Bruselas y con el visto bueno del resto de capitales europeas.
«Es un programa europeo importante de préstamos prácticamente gratuitos», celebró el primer ministro polaco, Donald Tusk, subrayando con una mezcla de orgullo y urgencia que su país es «el mayor beneficiario del plan». Hace una semana, se aprobaron los presupuestos de la primera partida de SAFE. Nada más conocer la noticia, Tusk lo calificó como «un gran programa de desarrollo», porque tras el dinero no solo hay tanques y misiles: hay industria, empleo y la posibilidad de convertirse en un actor estratégico de primer orden.
¿En qué gastará Polonia los 44.000 millones?
La lista de inversiones es larga, concreta y profundamente estratégica. Polonia pretende utilizar SAFE para completar una modernización militar que ya marchaba a toda velocidad –el país destina un 4,5 % del PIB a defensa, el porcentaje más alto de la OTAN–, ahora gana un músculo financiero que ninguno de sus vecinos tiene.
Entre las prioridades anunciadas:
–Defensa aérea y antimisiles: Polonia busca consolidar una red moderna capaz de interceptar amenazas tanto de corto como de largo alcance.
–Artillería y munición avanzada: municiones, misiles y sistemas de artillería pesada, un elemento crítico en el contexto bélico europeo actual.
–Drones y sistemas antidrones: tanto de vigilancia como de combate, junto con escudos tecnológicos para neutralizar aparatos enemigos.
–Infraestructuras militares estratégicas: carreteras, ferrocarriles y nodos logísticos capaces de mover tropas y equipamiento a gran velocidad.
–Ciberdefensa, espacio y nuevas tecnologías: una apuesta directa por consolidar una industria propia que produzca, exporte e innove.
El ministro de Defensa del país báltico, Władysław Kosiniak-Kamysz, confirmó que Polonia había solicitado en un primer momento unos 45.000 millones de euros para sus proyectos bajo SAFE. La mayor parte irá del dinero irá destinada a el «Eastern Shield» (Escudo Oriental), un plan nacional para fortificar la frontera con Bielorrusia y Rusia. «Queremos que los fondos refuercen las capacidades clave de las Fuerzas Armadas polacas y nuestros programas de seguridad, incluido el Escudo Oriental», explicó.
La magnitud de estas inversiones no solo busca reforzar el Ejército polaco, sino convertir al país en un centro industrial de defensa europeo. SAFE, de hecho, está diseñado para impulsar precisamente eso: producción propia, compras conjuntas y menor dependencia de fabricantes externos.
¿Por qué Polonia?
Hay razones políticas, geográficas, estratégicas y económicas detrás del «cheque» más grande del SAFE:
Es la primera línea del continente: fronteriza con Bielorrusia y cercana a Rusia, Polonia es la frontera avanzada de la Unión Europea. Fue clave para aprobar el programa SAFE: su impulso político durante su Presidencia rotatoria en el primer semestre de este año aceleró el acuerdo. Solicitó más que nadie: Varsovia pidió más de un tercio del total reclamado por todos los Estados miembros. Puede absorber y ejecutar el dinero rápido: su industria y sus planes ya estaban en marcha. Gasta más que ningún aliado: con ese 4,5 % del PIB, Polonia dejó de ser un «seguidor» para convertirse en líder militar europeo.
No por casualidad, durante una visita a Varsovia, la presienta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que SAFE, gracias al empuje polaco, «es la realidad».
¿Y España? Un asiento en la mesa, pero lejos del centro
España recibirá en torno a 1.000 millones de euros, una cifra modesta si se compara con las grandes magnitudes asignadas a Polonia. En la práctica, esto sitúa a Madrid en un papel más limitado dentro del programa, con menor impacto estratégico inmediato.
No se trata de un castigo, sino de prioridades: España no se encuentra en la zona más tensa del continente, su nivel de gasto en Defensa es menor y sus solicitudes fueron también mucho más reducidas. Mientras Polonia aspira a convertirse en el gran bastión oriental, España participará en la modernización europea, sí, pero con un peso cuantitativo muy inferior.
El futuro del continente –al menos en materia defensiva– pasa por Varsovia. Y para Polonia, SAFE no es solo un fondo: es una oportunidad histórica para convertirse en la nueva potencia militar y defensiva de Europa.