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29 de marzo de 2024

Andrés Montero
Andrés Montero
EL DEBATE EN AMÉRICA

Lula y la culpabilidad cómplice de la cita de Brasilia

Un cambio de signo en la política española puede conllevar cambios en la relación de España con los dictadores de Iberoamérica

Actualizada 04:30

Nicolás Maduro y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva

Nicolás Maduro y el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da SilvaAFP

El Presidente Lula da Silva convocó a sus pares de Sudamérica a una reunión en la capital de Brasil. Asistieron los presidentes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guayana, Paraguay, Surinam, Uruguay, el dueño de casa y el dictador de Venezuela. Mucha molestia provocó entre los asistentes el hecho de que un día antes arribara a la cita Nicolás Maduro, quien fue recibido con todos los honores de Jefe de Estado.
La presidente de Perú fue la única ausente, pues razones jurídico-procesales le impidieron viajar. Lula pretendía transformarse en líder regional, consolidar un organismo netamente sudamericano –Unasur– y convencer a sus pares de que Venezuela es una democracia y de que falsamente se ha construido «una narrativa» perjudicial.
El presidente Luis Lacalle Pou de Uruguay fue el más crítico de la situación por la que atraviesa Venezuela. Coincidieron con él los presidentes de Paraguay y de Ecuador. Lo que no estaba en el libreto era que el Presidente Gabriel Boric de Chile tampoco estuviera de acuerdo con Lula en lo referente a derechos humanos y libertades en Venezuela.
Quedó en evidencia y no pasó desapercibida la desfachatez, la falta de respeto y la incongruencia de Lula, al intentar reinsertar a Maduro, quien dirige un gobierno de criminales, manejados desde Cuba. Maduro forma parte de una cáfila de delincuentes que junto a Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega; persiguen a los periodistas, controlan los medios de comunicación, reprimen las manifestaciones pacíficas y encarcelan a aquellos que no piensen como ellos.

Desde el punto de vista diplomático, la cita de Brasilia fue un fracaso

Como chileno me dio vergüenza ver a nuestro presidente asistiendo a estas instancias, en las que se engaña a la opinión pública internacional. Lula pretende sumar al grupo de presidentes corruptos a los de Colombia, Chile, Argentina y Bolivia. Desde el punto de vista diplomático, la cita de Brasilia fue un fracaso. No se lograron acuerdos, se validó parcialmente a un delincuente como Maduro y se ignoraron las tragedias de los pueblos de Cuba y Nicaragua, sumidos en la represión.
Si Lula realmente cree en la democracia, no debería invitar a su país a dictadores. Maduro se paseó cual faraón, siempre muy elegante y saludando a quien se le puso por delante, mientras su pueblo no tiene que comer. De Venezuela han partido más de 6 millones de venezolanos, en busca de un mejor destino para sus familias. A Chile han arribado más de 600 mil, los cuales han afectado gravemente la seguridad interna y han colapsado los servicios de salud, en medio de una economía que no crece.

El triángulo del terror formado por Cuba-Nicaragua-Venezuela, se transforma en un generador de caos regional al sumar a Colombia, Bolivia y Argentina

El triángulo del terror formado por Cuba-Nicaragua-Venezuela se transforma en un generador de caos regional al sumar a Colombia, Bolivia y Argentina. Si agregamos a México con un presidente delirante, no hay buenas noticias para la región.
Lula se ha paseado por España, China y ha intentado congraciarse con Rusia, siempre jugando al hermano mayor de Sudamérica. España en particular y los países europeos en general, han tenido un comportamiento inaceptable con los tiranos Díaz-Canel, Ortega y Maduro. También la recepción cargada de «cariño» que recibiera el presidente Gustavo Petro en España, que confunde a cualquier observador imparcial.
Hace pocos días visitó Chile la cubana Rosa María Payá, hija del asesinado Oswaldo, víctima de la dictadura cubana. Payá explicó cómo Cuba y Venezuela se confabulan para seguir controlando a sus pueblos por la vía represiva.

Un cambio de signo en la política española, pueda conllevar cambios en la relación de España con los dictadores de Iberoamérica

El presidente Lula, preso hasta hace no mucho por corrupto, al parecer no entendió la lección y su comportamiento actual permanece sin variaciones con respecto a su apoyo a regímenes totalitarios. Es de esperar, que un cambio de signo en la política española, pueda conllevar cambios en la relación de España con los dictadores de Iberoamérica.
Quienes lideran regímenes dictatoriales no deberían ser invitados a participar en cumbre regionales ni a encuentros intercontinentales. Cuba completó 64 años de dictadura, Nicaragua 26 años y Venezuela 24 años. Si Lula quiere recuperar reputación internacional, debe partir por ignorar a quienes destruyen la democracia en sus países. El acogerlos implica culpabilidad cómplice.
  • Andrés Montero es columnista, escritor y empresario chileno
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