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Los niños de la Residencia San Ildefonso de Madrid Piero Rai Chávez (d) y Alisce Ríos (i), muestran el número 72.480, el Gordo de Navidad, dotado con 4.000.000 euros a la serie

Los niños de la Residencia San Ildefonso de Madrid Piero Rai Chávez (d) y Alisce Ríos (i), muestran el GordoEFE

Lotería de Navidad 2025

¿Por qué cantan los números de la Lotería de Navidad los niños de San Ildefonso?

El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad se celebra este lunes 22 de diciembre en el Teatro Real de Madrid

Este lunes, 22 de diciembre, el Teatro Real de Madrid volverá a acoger uno de los eventos más esperados del año: el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, que este 2025 ha aumentado el número de series a 198, lo que eleva el total de premios a 2.772 millones de euros, un 70 % del total recaudado. Millones de personas seguirán muy de cerca el sorteo, con la esperanza de convertirse en uno de los agraciados con el codiciado Gordo, el primer premio de la Lotería, dotado con 400.000 euros el décimo.

Todos aquellos que participan sueñan con que sea su número el que canten los niños de San Ildefonso, los encargados de comunicar los premios sobre el escenario. ¿Y por qué son estos niños los protagonistas de la Lotería de Navidad.

Los niños de San Ildefonso y la Lotería de Navidad

La tradición de que los niños de San Ildefonso canten los números del Sorteo de Navidad hunde sus raíces mucho antes de que este evento adquiriera su forma actual. Esta institución, que nació como un orfanato destinado a acoger a menores desfavorecidos en Madrid, ya enviaba a sus alumnos por las plazas de la ciudad a entonar oraciones y doctrinas a cambio de limosnas muchos siglos atrás.

El lazo definitivo con el sorteo navideño se selló el 9 de marzo de 1771, bajo el reinado de Carlos III. Fue entonces cuando el alumno Diego López se convirtió en el primer niño en cantar los números de la denominada Lotería Moderna. Desde aquel día, la imagen de la infancia quedó inseparablemente unida a la idea de la fortuna colectiva.

La evolución de este singular coro infantil ha reflejado, con el paso del tiempo, los cambios sociales de España. Uno de los momentos más significativos se produjo en 1984, cuando por primera vez una niña, Mónica Rodríguez, participó en el canto de los premios, rompiendo así una tradición secular de exclusividad masculina. La incorporación femenina no solo modificó el tono del sorteo, sino que introdujo una nueva estética en el evento. Actualmente, la composición del alumnado refleja la diversidad multicultural de la sociedad española, enriqueciendo con ello una costumbre que ha sabido adaptarse sin renunciar a su esencia.

A pesar de su apariencia espontánea, el canto que acompaña a la extracción de los premios está lejos de ser improvisado. Los niños de San Ildefonso se someten a un meticuloso entrenamiento durante meses, centrado en aspectos como la vocalización, la entonación, el ritmo y la resistencia vocal. Esta preparación es fundamental, dado que deben mantener una pronunciación clara y constante a lo largo de las varias horas que puede extenderse el sorteo.

El momento en que las pequeñas manos extraen las bolas de madera, cuyo contenido puede representar millones de euros, genera una tensión poética que difícilmente se encuentra en otro contexto. En particular, cuando la emoción embarga a uno de los menores al cantar el «Gordo» y su voz se quiebra, el país entero asiste a una escena que trasciende lo puramente económico. En ese instante, San Ildefonso se convierte en un símbolo de humanidad, recordando que, en el centro de una maquinaria de grandes cifras y esperanzas, todavía late un corazón profundamente humano.

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