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30 de abril de 2024

Retrato de María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, creadora de la Lotería del Niño

Retrato de María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, creadora de la Lotería del Niño

Lotería del Niño 2023

La triste historia de la creadora de la Lotería del Niño

La duquesa tuvo que traspasar la herencia a su hijastra lo que hizo que recibiese el apodo de «la duquesa mendiga» tras quedarse en la ruina

El próximo 6 de enero volveremos a llenarnos de ilusión con la Lotería del Niño que reparte 700 millones de euros en premios. A pesar de no ser tan popular que la Lotería de Navidad, es el segundo sorteo a nivel nacional que se lleva jugando de forma oficial desde 1941, cuando el director de Timbre y Monopolios, el general F. Roldán, quiso que se jugara todos los años.
En 1941 el primer sorteo oficial constaba de 4 series de 42.000 billetes cada una y se vendieron un total de 166.668 y en 1946 se comenzó a otorgar premios de terminación y de reintegro. 20 años después pasó a denominarse como «El Niño». Esta denominación se debe a la proximidad de la fecha en la que se celebra con la Epifanía, o Adoración al Niño de los Reyes Magos. No obstante, este nombre también se asocia a la creadora del sorteo, la Duquesa de Santoña quien quiso organizar la rifa para conseguir fondos que permitiesen completar la construcción del Hospital del Niño Jesús, en Madrid ya que el proyecto era demasiado ambicioso para sus arcas.
María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros, noble y acaudalada española que gracias a su alto poder adquisitivo pudo financiar asilos y hospitales o donar grandes cantidades de dinero, acabaría sus días totalmente arruinada, malviviendo en una pensión y sin más posesiones que la cama en la que dormía.
A pesar de que su generosidad sin límites le otorgaron diversos beneficios (por decreto del Rey Alfonso XII, no tuvo que abonar el 4 % de impuestos del total recaudado en la rifa y además, la monarquía entregó a la Duquesa en 1881 –como agradecimiento por su labor y para «reparaciones varias» del hospital– 96.330 pesetas), once años después comenzó el desastre para ella.
Cuando falleció su esposo, el banquero Juan Manuel de Manzanedo, marqués de Manzanedo y duque de Santoña, en 1882, la vida de la duquesa dio un vuelco inesperado que terminó por arruinarla. Una hija de su marido vino desde Cuba e interpuso una demanda contra ella reclamando la herencia de su padre.
Tras diez años de pleitos, la duquesa tuvo que traspasar la herencia a su hijastra lo que hizo que recibiese el apodo de «la duquesa mendiga» tras quedarse en la ruina: había perdido la mayor parte de su patrimonio y apenas tenía algo de liquidez para lograr sobrevivir. Hernández moriría en 1894 a los 66 años siendo enterrada en el cementerio madrileño de San Isidro.
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