Práctico
Hace ya años que la fiebre por los motores diésel provocó la popularización del turbo, un sistema de sobrealimentación muy sensible a la temperatura de funcionamiento.
Desde entonces todos los conductores han interiorizado la lección de lo importante que resulta esperar unos segundos antes de echar andar tras un arranque en frío y el revés, esperar unos segundos antes de apagar el motor tras un viaje largo.
Pues bien la teoría de este veterano aficionado es la contraria, tal y como explica en el vídeo si dejamos que el motor se caliente con el coche en parado, el resto de órganos del coche, como puede ser el cambio o la transmisión, seguirán fríos y se someterán a un esfuerzo importante si nos ponemos en movimiento con el motor ya con temperatura.
Este mensaje va dirigido sobre todo a muchos conductores que dejan el coche arrancado mientras se toman un café o similar. Una maniobra buena para el motor pero no para el resto del órganos mecánicos que deben trabajar en sintonía.
Por este motivo este conductor recomienda que arranquemos el coche y nos pongamos en movimiento pero con suavidad, sin forzar ni motor ni cambio ni transmisión.
En general con esto conseguimos que la lubricación de todos los órganos en los que existe fricción sea correcta y uniforme, pues tras toda la noche al frío el aceite se solidifica y tiene dificultades para llegar a todas las zonas de la mecánica.
La verdad es que se trata de una reflexión que tiene toda la lógica y que en ningún caso dice que calentar el coche sea malo, sino que hay que hacerlo de forma uniforme. En cualquier caso hay que dejar claro es que las temperaturas extremas, ya sea frío o calor, son siempre malas para el motor y uno de las principales causas de avería.
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