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29 de marzo de 2024

Jozef Tomko

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Cardenal Jozef Tomko (1924-2022)

La voz eslovaca de la Curia romana

Sirvió con eficacia a seis papas

Jozef Tomko
Nació en Udavské (Eslovaquia) el 11 de marzo de 1924 y falleció en Roma el 8 de agosto de 2022

Jozef Tomko

Fue ordenado sacerdote en 1949, consagrado obispo en 1979 y nombrado cardenal en 1985.

El 19 de marzo de 2013, día de la inauguración del pontificado, Jozef Tomko fue uno de los seis purpurados que juraron obediencia al nuevo Papa en nombre de todo el Colegio Cardenalicio.
Y cuando se convirtió en el cardenal de más edad, Francisco nunca se olvidaba de saludarle personalmente al final de las misas solemnes en la Basílica de San Pedro.
Pero antes, pese a su avanzada edad y a que había dejado todos sus cargos, el Santo Padre le designó miembro del consistorio específico de cardenales dedicado a la reforma de la Curia romana.
Seguía así los pasos de Benedicto XVI, que también recurrió, entre otros, a Tomko, para investigar el escándalo de las filtraciones curiales, conocido como 'Vatileaks', uno de los más incómodos del anterior pontificado.
Ambos papas –por no hablar de Juan Pablo II, que elevó a la dignidad cardenalicia en 1985– sabían que con Tomko pisaban sobre seguro: discreto, refractario a publicidades baratas, ajeno a la controversia y, sobre todo, eficaz en cada encargo.
Perfecto burócrata de la Curia, dirán algunos. Sí, pero la estructura de la Iglesia precisa de ese tipo de servidores, cuya labor callada termina repercutiendo en beneficio de todo el catolicismo.
Podría no haber sido así de no haberse producido una persecución anticatólica en la Europa comunista, que se acercaba a su punto álgido en 1948.
Ese año, el joven seminarista Tomko –recibiría la ordenación sacerdotal en marzo de 1949– se encontraba en Roma ampliando estudios. Tenía previsto volver a Eslovaquia, por entonces integrada en un Estado junto con los checos, pero el transcurso de los acontecimientos aconsejó su permanencia en la Ciudad Eterna.
Aprovechó un periodo que iba para largo –fueron en total siete décadas– para desarrollar una actividad intensa: tres doctorados –Teología, Derecho canónico y Ciencias Sociales–, acción pastoral en varias zonas romanas y múltiples visitas a las comunidades eslovacas exiliadas en Europa y América del Norte. Para que no perdieran la esperanza, por supuesto.
Su servicio en la Curia empezó en 1962 en la Congregación para la Doctrina de la Fe, más precisamente en la Sección de Censura de Libros.
Escaló peldaños paulatinamente y en 1979 Juan Pablo II le nombró secretario general del primer Sínodo Mundial de Obispos de su pontificado. Seis años más tarde, ya cardenal, asumió las riendas del estratégico dicasterio de la Evangelización de los Pueblos.
Su última gran responsabilidad curial fue el Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos. El momento más emotivo de su carrera se produjo en 1989, cuando volvió a su país natal a consagrar al primer obispo en libertad en cuatro décadas.
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